23 abril 2024
CRÓNICAS

Abbe Lane

Lástima que jugábamos en distintas divisiones.

Cuando era un niño, pero chico chico y cuando el Carnaval del Uruguay era una fiesta verdadera, donde venían los mejores conjuntos internacionales, como ser Cab Calloway, Los Lecuona Cuban Boys, los Havana Cuban Boys, se levantaba toda la platea del Teatro Solis y se realizaban los bailes que les llamaban la Veglioni del Solis, donde entre las cortinas de los palcos se utilizaban a tout fait, muchos tal vez seamos descendientes de algún tropezón en las cortinas de los palcos.

Cab Calloway

Claro que hablar de música popular en el Teatro Solis en el siglo XXI se le entrevera la croqueta a los quienes no vivieron el ayer en el monumento al espectáculo por popular entienden las canción de protesta, el carnaval se le entrevera con las murgas y los parodistas o con las llamadas que son lo más moderno del carnaval del Uruguay, como cantaban los Lecuona Cuban Boys.

Lecuona Cuban boys

Al teatro le sacaban todas las butacas de la platea y ahí se bailaba y la música salía del escenario.

Esos redondeles molestos que están sobre la calle Buenos Aires son los que soportaban la decoración que llamaba a participar de los espectáculos del Solís.

Mi viejo era muy amigo de un peluquero de señoras que se encargaba de peinar a las damas de la high que iban a las fiestas populares del Solis.

Ojo eran populares pero no eran vulgares, sino que se lucía lo mejor que se tenía.

Claro que uno ve las fotografías de aquella época y el laburante de hoy iba de sombrero hongo o de estilo, saco y chaleco, con corbata de moña o la clásica.

Con mis pocos añitos jugando con la hija del peinador de las damas, me mezclaba con la cosa y teníamos nuestro lugar en el Tupi Nambá.
Si el clásico Tupí, no confundirlo con su heredero que estaba al lado del liceo Rodó en la calle Colonia.

Este Tupí estaba en la hemimanzana de la esquina de Buenos Aires y Juncal.
Y hete aquí que me pasó lo inesperado.

Recuerdo que una noche estaba Xavier Cugar en el Tupí Nambá, un catalán que se había hecho famoso en Cuba, con su compañera Abe Lane, una actriz suculenta, que posteriormente tuvo su cuarto de hora en el cine italiano, suculenta como esas mujeres tropicales, y Abe me dio un beso.

Claro que para cada cosa un momento y un lugar, un tiempo y una condición, yo apenas levantaba un metro del suelo por mi tierna edad, y ella levantaba bastante más era un camión semirremolque con zorra y acoplado.

Cugat ni lento ni perezoso se llevó a Marta Gularte, que creo que tenía 18 años, a una gira, que creo que terminó en Rio de Janeiro, pero a ella le abrió el mundo del Barrio Palermo, las lonjas de Cuareim y la transportó al mundo.

Los muchachos cuando yo fui un poquitito mayor, decían que Pérez Prado tenía contratado un enano en su grupo, porque en el mambo No. 8 empezaba una cuenta 1….,2…., y terminaba en el 8, tras lo cual pegaba un aullido con la palabra maaaammmbóoo entrelazada y le atribuían al enano la función de apretarle los testículos para lograr ese grito y como la cosa no les daba para mucho más a los mambos tuvieron que numerarlos por no poderse animar para ponerle nombres originales.

Se vendieron millones de discos. Y la cotización de Abbe Lane subió en el cine y en la música y el que pasó a la historia fue el catalán Cugar, pero hizo su buena plata, con su compañera y luego esposa, divorciada a las patadas, porque había mucho dinero por medio.

Un comentario en «Abbe Lane»

  • En todos los tiempos habian buenas gatitas y esas eran las gatitas que se fijaba el abuelo jajajaja……y esa estaba buena……

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