24 abril 2024
MUNDO

Giordano Bruno

A instancias de Giovanni Mocenigo, noble veneciano, regresó a Italia. Mocenigo se convirtió en su protector, para impartir cátedra particular.


El 27 de enero de 1593 se ordenó el encierro de Giordano Bruno en el Palacio del Santo Oficio, en el Vaticano.
Breve historia

El 21 de mayo de 1591, Mocenigo, «no satisfecho de la enseñanza y molestado por los discursos heréticos de su huésped», le denunció a la Inquisición.

Estuvo en la cárcel durante ocho años mientras se disponía el juicio –bajo el tribunal de Venecia–, en el que se le adjudicaban cargos por blasfemia, herejía e inmoralidad; principalmente por sus enseñanzas sobre los múltiples sistemas solares y sobre la infinitud del universo. Durante la ocupación napoleónica se perdieron la mayoría de los folios de ese juicio.

El proceso fue dirigido por Roberto Belarmino, quien posteriormente llevaría el similar proceso contra Galileo.

En 1599 se expusieron los cargos en contra de Bruno.

Las múltiples ofertas de retractación fueron desestimadas.

Finalmente, sin que se tenga conocimiento del motivo, Giordano Bruno decidió reafirmarse en sus ideas y el 20 de enero de 1600 el papa Clemente VIII ordenó que fuera llevado ante las autoridades seculares.

El 8 de febrero fue leída la sentencia en donde se le declaraba herético, impenitente, pertinaz y obstinado.

Es famosa la frase que dirigió a sus jueces: «Tembláis más vosotros al anunciar esta sentencia que yo al recibirla».

Fue excomulgado y sus trabajos fueron quemados en la plaza pública. Durante todo el proceso fue acompañado por monjes católicos.

Antes de ser ejecutado en la hoguera uno de ellos le ofreció un crucifijo para que lo besara, pero Bruno lo rechazó y dijo que moriría como un mártir y que su alma subiría con el fuego al paraíso.
Giordano Bruno

Giordano Bruno por Ettore Ferrari

Giordano Bruno, de nacimiento Filippo Bruno (Nola, Nápoles, 1548 – Roma, 17 de febrero de 1600) fue un astrónomo, filósofo, matemático y poeta italiano.

Sus teorías cosmológicas superaron el modelo copernicano, pues propuso que el Sol era simplemente una estrella; que el universo había de contener un infinito número de mundos habitados por animales y seres inteligentes.
Miembro de la Orden de los Dominicos, propuso en el campo teológico una forma particular de panteísmo, lo cual difería considerablemente de la visión cosmológica sostenida por la Iglesia católica.

Pero no fueron estos razonamientos la causa de su condena sino sus afirmaciones teológicas, que lo llevaron a ser condenado por las autoridades civiles de Roma después de que la Inquisición romana lo encontrara culpable de herejía.

Fue quemado en la hoguera.

Tras su muerte, su nombre ganó fama considerable, particularmente en el siglo XIX y principios del XX.

Nació en Nola, a unos 20 kilómetros de Nápoles, entonces bajo el dominio español. Estudió en Nápoles desde los diez años, en 1565 ingresó a la Orden de los Dominicos, donde se dedicó al estudio de la filosofía aristotélica y a la teología de Santo Tomás de Aquino (tomismo).

Ese mismo año cambió su nombre de pila, Felipe, por el de Giordano. En 1575 fue trasladado al convento de la Minerva en Roma y se ordenó sacerdote.

Expresó en escritos y conferencias sus ideas científicas acerca de la pluralidad de los mundos y sistemas solares, el heliocentrismo, la infinitud del espacio y el Universo y el movimiento de los astros, lo cual escandalizaba a la cristiandad de la época, pero fueron sus teorías teológicas las que le traerán una persecución en su contra por parte de la Iglesia católica y la Inquisición.

Sus opiniones suscitaron un escándalo, y se formularon 130 artículos de acusación contra él. Por temor a la Inquisición, a los veintiocho años abandonó la “prisión angosta y negra del convento” y huyó de Roma en 1576, comenzando una vida errante y aventurera.

Desde entonces pudo decir con razón, que “toda la tierra es patria para un filósofo”.

Viajó por el norte de Italia: Génova, Savona, Turín, Venecia, Padua, enseñando gramática y cosmogonía a los niños para ganarse la vida.


Al mismo tiempo estudió intensamente las obras de Nicolás de Cusa, Telesio y adoptó el sistema de Nicolás Copérnico, lo que le valió ser combatido tanto por los católicos como por los protestantes.

Se trasladó luego a otras regiones, como Ginebra 1579 y Lyon.

En la Universidad de Toulouse se doctoró en teología y enseñó dos años (1580-1581).

Escribió la Clavis magna (lulista) y explicó el tratado De Anima de Aristóteles.

Tras recorrer otras regiones y realizar diversos escritos, regresa a Italia, fijando su residencia en Venecia, donde la Inquisición veneciana lo encarcela el 23 de mayo de 1592 y es reclamado por Roma el 12 de septiembre de 1592, pasando otros siete años en prisión, acusado de blasfemia, herejía e inmoralidad, para finalmente ser condenado, por herético, impenitente, pertinaz y obstinado, a la hoguera, en la que murió el 17 de febrero de 1600 en Campo de’ Fiori, Roma.

Murió estoicamente, sin exhalar un grito. Rechazó al sacerdote que quería darle a besar el crucifijo.

En 9 de junio de 1889 se erigió por suscripción internacional una estatua en el lugar de su muerte, exaltando su figura como mártir de la libertad de pensamiento y de los nuevos ideales.

Según la Enciclopedia de filosofía de la Universidad de Stanford, «en 1600 no había una postura oficial de la Iglesia Católica sobre el sistema copernicano, y ciertamente no era una herejía.

Cuando Giordano Bruno fue quemado en la hoguera como hereje, no tuvo nada que ver con sus escritos en apoyo de la cosmología copernicana.»

Entre sus afirmaciones teológicas que se consideraron heréticas estaban las siguientes: que Cristo no era Dios, sino meramente un mago excepcionalmente hábil, que el diablo se salvará y otras.

Según Isaac Asimov, su muerte tuvo un efecto disuasorio en el avance científico de la civilización, particularmente en las naciones católicas pero, a pesar de esto, sus observaciones científicas continuaron influyendo en otros pensadores, y se le considera uno de los precursores de la revolución científica.

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