24 abril 2024
PERSONALIDADES

Historia de la belleza e higiene 2

En la época prehistórica (40.000 – 5000 a.C.) y más concretamente en la Edad de Piedra, ya existía un canon de belleza sobre las mujeres, puesto que en aquellos tiempos lo más importante para las personas era la supervivencia y el crecimiento de los asentamientos nómadas.

Gracias a ciertas muestras escultóricas que han pervivido de aquellos tiempos hoy podemos decir que posiblemente los hombres escogían mujeres con los órganos reproductores muy marcados (pechos, vientre, caderas anchas…) para que a la hora del alumbramiento les resultase más fácil y no muriesen durante el parto ni la mujer ni el niño. Aunque quizás eran estas mujeres las que escogían con que hombres querían formar una familia.

Esto se sabe gracias a los estudios y los descubrimientos arqueológicos de las diferentes esculturas denominadas Venus o diosas de la fertilidad femenina que se han encontrado en numerosos descubrimientos arqueológicos, una de estas esculturas donde podemos apreciar todos estos rasgos anatómicos es en la Venus de Willendorf o el relieve de la Venus del Cuerno.

EGIPTO (2955 – 332 a.C.)

Para los antiguos egipcios, el canon de belleza no era el mismo que tenemos en la actualidad. Para ellos la belleza consistía en armonía, perfección, frontalidad…

El cuerpo humano debía estar armónicamente proporcionado, utilizaban el puño como unidad de medida, así codificaron la estatura perfecta de las personas en 18 puños: 2 para el rostro, 10 desde los hombros hasta las rodillas y los 6 restantes para las piernas y los pies. En consecuencia, una mujer o un hombre eran “bellos” si medían 18 veces su propio puño y estaban debidamente proporcionados como establecía el canon.

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Según el canon de belleza egipcio una mujer debía ser delgada, con pequeños miembros pero de caderas anchas y pechos pequeños y torneados, solían ensalzar su belleza mediante joyas y bisutería.

Su preocupación por mantener el cuerpo lo más perfecto posible, les llevo a conocer muy bien la naturaleza para obtener de ella todos aquellos productos que les ayudase a conseguirlo.

Los egipcios no se preocupan por su cuerpo ni más ni menos de lo que lo hacemos hoy en día. La higiene corporal era un sinónimo de belleza, por lo que dada la climatología del país se duchaban varias veces al día, lo que llevaba consigo un ritual de belleza antes, durante y después del baño mediante la utilización de aceites y ungüentos.

Dadas las altas temperaturas del país los problemas de transpiración estaban muy presentes entre la población lo que les llevo a la utilización de desodorantes. Las preocupaciones estéticas, tanto en mujeres como en hombres, por el paso del tiempo (arrugas de la piel) podemos encontrarlas en este pueblo ya que ellos trataban de combatir este hecho mediante la utilización de diferentes cremas que ellos mismos realizaban mezclando diferentes ingredientes naturales y aplicándolos sobre la piel. No solo trataban de conseguir la belleza corporal mediante los cuidados del cuerpo sino que utilizaban diferentes métodos para decorarlo. En este pueblo podemos encontrar los primeros indicios del maquillaje.

Estos maquillajes rústicos los utilizaban tanto mujeres como hombres sobre todo en lo que se refiere a los ojos (perfilados de negro), no solo lo hacían para verse más guapos, sino también para hacer alusión al dios Horus. Los egipcios también ponían excesivo cuidado a la hora de vestir sobre todo las mujeres para las que la ropa evoluciona con el paso de los años, al principio de la dinastía IV la mujeres vestían vestidos de tirantes anchos largos hasta los tobillos pero con el paso del tiempo estas prendas van permitiendo que la anatomía femenina se marque más incluso en algunas ocasiones se muestren ciertas partes de su cuerpo. Entre las clases bajas también se daban algunos de estos rituales de belleza, aunque no podían alcanzar el nivel de los ricos en cuanto a este tema, si que trataban de imitarlos en todo lo que podían.

Muchas de estas tradiciones y rituales de belleza hoy en día siguen realizándose, sobre todo entre los egipcios arraigados en el centro de esta civilización. El hecho de perfilarse los ojos de negro sigue siendo una práctica de belleza muy usada en todo el mundo, pero es en estas civilizaciones donde siguen siendo muestra de algo más que un simple hecho estético

GRECIA (S. VIII – I a.C.)

La teoría más prematura de belleza puede ser encontrada con los trabajos filósofos griegos a partir del período presocrático. La escuela Pitagórica vio una fuerte conexión entre las matemáticas y la belleza. En particular, notaron que los objetos que poseen simetría son más llamativos. La arquitectura griega clásica está basada en esta vista de simetría y proporción. La investigación moderna también sugiere que las personas cuyos rasgos faciales son simétricos y poseen la proporción preferida son más atractivas que aquellas cuyos rasgos no los son.

El ideal estético del mundo clásico se fraguó en la antigua Grecia a partir sobre todo de la escultura. La belleza se concebía como el resultado de cálculos matemáticos, medidas proporciones y cuidado por la simetría. Es hasta cierto punto lógico que esto se diera así en Grecia, pues en ese contexto es donde nacen otras disciplinas como la filosofía entendida como conocimiento del mundo, de la ética y del hombre para ser más feliz.

En Grecia se entendía al cuerpo humano como el ideal de belleza en el que todas las partes deben guardar una proporción armónica entre ellas. Este canon de belleza establece que el cuerpo humano para ser perfecto debe medir siete veces la cabeza (Policleto S.V a.C.) En el siglo IV pasa de siete a ocho cabezas.
Estos cánones de Belleza se demuestran sobre todo a través de la escultura la cual sufre diferentes evoluciones a través de los tres periodos artísticos griegos (Arcaico, Clásico y Helenístico)
Un cuerpo es considerado como bello cuando todas sus partes están proporcionadas a la figura entera, tanto en las mujeres como en los hombres cuya belleza se basaba en la simetría. Claro esta que a pesar de esto, hay algunas diferencias entre el ideal femenino y el masculino debidas, claro está, a la concepción cultural.

Las esculturas de las mujeres, aunque proporcionadas, representan a mujeres más bien robustas y sin sensualidad, los ojos eran grandes, la nariz afilada, boca y orejas ni grandes ni pequeñas, las mejillas y el mentón ovalados, pues daban un perfil triangular; el cabello ondulado detrás de la cabeza, y los senos pequeños y torneados.

En cambio el ideal masculino estaba basado directamente y exclusivamente en los atletas y gimnastas, puesto que a los atletas y a los dioses se les atribuían cualidades comunes: equilibrio, voluntad, valor, control, belleza. Algunos de estos rasgos los podemos encontrar en esculturas como el Doríforo de Policleto, El Apolo de Belvedere y la Venus de Milo que nos sirven como ejemplos del ideal artístico y de la concepción de lo bello.

Con el paso del tiempo se observa que algunas de estas esculturas están dotadas de un movimiento excesivo (Época Helenística) contra el hieratismo reinante del inicio del imperio (época Arcaica) a través de esta representación del movimiento se observan también como los músculos de estas esculturas se marcan todavía más, y comienzan a observarse figuras con el pelo más largo e incluso con barba y bigote (el Laoconte) lo que nos hace sospechar en ese periodo algunas modas habían cambiado.

El canon de belleza griego será adquirido del mismo modo en el Imperio Romano durante cuatro siglos aproximadamente. Esto se ha sabido a través de la estatoria Romana que guarda las mismas características que encontrábamos en las griegas y en muchos casos son simples copias.

Las fundaciones de artistas, griegos y romano, también han suministrado el estándar para la belleza masculina en la civilización occidental. El romano ideal fue definido como alto, musculado, de piernas largas, con una cabeza llena de pelo fuerte, la frente alta y amplia (un signo de inteligencia) ojos de juego amplio, una nariz fuerte y el perfil perfecto, una boca pequeña, y una de mandíbula poderosa. Esta combinación de factores, produciría “una magnífica” mirada impresionante de hermosa masculinidad. Con las excepciones notables de peso de cuerpo y estilos de moda, normas de belleza son bastante constantes con el tiempo y el lugar.

EDAD MEDIA (S. V – XV)

La belleza dependía de la intervención de Dios como consecuencia del auge del cristianismo. De modo que, si se consideraba bello algo, es porque había sido una creación divina. La belleza material era externa, física o sensible y es una cualidad que se marchita con el tiempo, al contrario que la belleza espiritual no se marchita con el tiempo, sino que permanece en el interior de las personas, algunas de estas cualidades son: la bondad, el amor, la simpatía, etc.

En la Edad Media, nos encontramos con un ideal de belleza impuesto por las invasiones bárbaras, las cuales mostraban la belleza nórdica de ninfas y caballeros, como podemos apreciar en la pintura.

La fe y la moralidad cristianas impusieron un recato en las vestimentas y la práctica desaparición del maquillaje, que se consideraba contrario a la moral cristiana en cuanto que desfiguraba lo que Dios había creado, lo que contrasta con el uso de maquillajes excesivos utilizados en épocas anteriores como la egipcia. El cristianismo tenía tanto poder en la Edad media que aplico una censura a la hora de representar cuerpos desnudos lo que propicio que cuando tenían que mostrarse, como en la Caída de Adán y Eva o El Juicio final, los cuerpos se esquematizaran al máximo para quitarles cualquier matiz de sexualidad.

El ideal de belleza de la época, ha sido tantas veces pintado, que nos resulta ya muy conocido, la mujer medieval muestra blancura en la piel, cabellera rubia y larga pese a que el pelo suele estar recogido, rostro ovalado, ojos pequeños pero vivos y risueños, nariz pequeña y aguda, labios pequeños y rosados, torso delgado de complexión ósea como corresponde a las nórdicas (caderas estrechas, senos pequeños y firmes, y manos blancas y delgadas). La blancura de la piel era un símbolo de belleza muy importante ya que era un indicador de la pureza de la mujer y al mismo tiempo un símbolo de la procedencia del norte de Europa. Las vírgenes medievales presentan también estas mismas características.

En cuanto a los hombres, eran representados como caballeros guerreros del mismo estilo que los que nos encontramos en las novelas románticas: Pelo largo un indicador de fuerza, virilidad y libertad, que llevaban los pueblos del norte de Europa para desafiar a sus reyes.

La descripción responde a la de un caballero con armadura, alto y delgado, fuerte y vigoroso, esbelto; pecho y hombros anchos para aguantar la armadura; piernas largas y rectas como señal de elegancia y porte; manos grandes y generosas como símbolo de habilidad con la espada y de masculinidad.

EL RENACIMIENTO (S. XV – XVI)

El Renacimiento tiene un canon de belleza semejante al del mundo clásico, donde tenía su principal fuente de inspiración estética, de este modo es que se basa sobre todo en la armonía y en la proporción.
En esta época Italia pasa a se el referente artístico de todo el continente ya que todas las artes reflejaron este canon de belleza del mismo modo.

Dentro de las producciones artísticas, han quedado como emblemáticas en la historia el David de Miguel Ángel como canon de belleza masculina (aún hoy referente publicitario) y El nacimiento de Venus de Sandro Botticelli en cuanto al femenino.

Las características femeninas son bien conocidas: piel blanca, sonrosada en las mejillas, cabello rubio y largo, frente despejada, ojos grandes y claros; hombros estrechos, como la cintura; caderas y estómagos redondeados; manos delgadas y pequeñas en señal de elegancia y delicadeza; los pies delgados y proporcionados; dedos largos y finos; cuello largo y delgado; cadera levemente marcada; senos pequeños, firmes y torneados; labios y mejillas rojos o sonrosados. En la época tan solo usaban maquillaje como el colorete y el carmín para esos tonos rosas de la cara. Aunque donde si encontramos diferencias con épocas anteriores es en el vestido ya que es bastante ostentoso. A pesar de eso a los renacentistas, en su afán por mostrar la perfección corporal, les gustaba mostrar la desnudez de los cuerpos en muchas de sus obras.

En cuanto al ideal de belleza masculino todo el mundo tiene en mente, la fabulosa escultura del David de Miguel Ángel, tan sólo se le podría añadir como otras características los cabellos largos y relucientes, las cejas pobladas y marcadas, una mandíbula fuerte y unos pectorales anchos. Este canon esta aplicado por lo general a figuras jóvenes.

No podríamos hablar de la belleza renacentista sin dedicar un breve espacio a Leonardo da Vinci quien dedicó buena parte de su Tratado de pintura a expresar las proporciones más armónicas entre todas las partes del cuerpo con el hombre de Vitruvio. En él, el ombligo era el punto central natural del cuerpo humano y el centro de la circunferencia y del cuadrado en el que se inscribe el cuerpo del hombre extendido. En este dibujo Leonardo Da Vinci representa las proporciones que podían establecerse en el cuerpo humano, la proporción áurea que viene representada por el número 1’618. Esta proporción refleja la máxima belleza y perfección, es decir la belleza divina. Para Leonardo, el hombre era el modelo del universo y lo más importante era vincular lo que descubría en el interior del cuerpo humano con lo que observaba en la naturaleza.

EL BARROCO (S. XVII – XVIII)

La época del Barroco estuvo caracterizada por ser la edad de la apariencia y la coquetería. Las cortes europeas enfatizaron su poder mediante el arte de la apariencia y la fastuosidad.

La Ilustración del siglo XVIII puso fin a estos hechos e impuso la sobriedad en las formas, aunque a pesar de esto no abandonaron muchos de estos hábitos adquiridos. Un ejemplo de esto, es el uso de las pelucas tanto para los hombres, como para las mujeres.

Aunque lo que más destaca de esta época el uso y abuso tanto de perfumes, carmines, lunares postizos o pintados y peinados muy pomposos, como el uso por prendas de vestir como corsés muy ceñidos al cuerpo, encajes, ropas suntuosas, zapatos de tacón, y espejos y joyas. En definitiva se puede clasificar a este periodo como la época del abuso de la coquetería y la pomposidad al fin y al cabo.

No en vano, nació la palabra “maquillaje” y se extendió por varias lenguas, en muchas ocasiones era un sinónimo de truco y engaño. Por lo que puede clasificarse el ideal de belleza femenino, como bastante artificial.

En cuanto al aspecto físico, se pueden adivinar bajo los ropajes unos cuerpos más rellenitos que en épocas anteriores, pechos más prominentes resaltados por el uso de los corsés, caderas anchas y cinturas estrechas, hombros estrechos y brazos redondeados y carnosos, la piel blanca sigue siendo un referente de belleza.
De los hombres destaca mucho el pelo (muchas veces con peluca), la piel muy blanca y las mejillas rosadas y, por encima de todo, unos trajes suntuosos de infinitas capas.

LA BELLEZA CHINA

En China, continúan siendo la imagen representativa de la mujer local, las cuatro mujeres más bellas y famosas de la antigua China (Xishi, Wang Zhaojun, Diaochan y Yang Yuhuan).

El que siga siendo un referente de belleza para las mujeres de hoy en día se debe, no sólo a su apariencia física, sino también a su inteligencia y sus virtudes, ya que es así como alcanzan su prestigio pues poseían cualidades sumamente respetadas por toda la población china: rectitud, amabilidad y encanto personal.
Para la mentalidad de la población tradicional china, las cualidades morales de una dama tienen un mayor peso a la hora de calificarlas como bellas, el ideal de belleza responde por tanto a una combinación entre la virtud y la apariencia física. En la obra Libro de canto (recopilación de poesías escritas hace 2.700 años) se lee el siguiente verso: “La hermosa y simpática doncella, es la mejor cónyuge que contrae el caballero”
Al hablar de belleza, la población china menciona con frecuencia a dos mujeres de estaturas totalmente diferentes: Zhao Feiyan esbelta y Yang Yuhuan corpulenta. Las dos mujeres, en su condición de “primeras damas” de las dinastías Han (siglo I) y Tang (siglo VIII), sabían cantar y bailar, además de ser extraordinariamente hermosas. Ambas mujeres, pese a su diferencia de tamaño, pasaron a la historia de la población china como la imagen de la belleza clásica.

Antes y durante la dinastía Han, la estrecha estatura de la mujer estaba de moda. En las obras literarias aparecen descripciones como “la cintura es tan flexible y estrecha como un suave pañuelo”.

Durante la dinastía Tang la población vive una época de prosperidad y riqueza, caracterizada por la apertura de la sociedad y la mezcla de las culturas china y occidental. La belleza de frente ancha, cara redonda y complexión fuerte estaba de moda y la norma para justificar la belleza era la elegancia y el buen estado de salud, contrariamente a la dinastía Han. Entonces se consideraba a las mujeres fuertes y de cintura flexible, como símbolo de belleza.

¿Qué imagen tenía la belleza de entonces? Hay un refrán popular que describe la apariencia de la belleza antigua de la siguiente forma:

“Cejas estrechas y largas como la hoja del sauce, ojos grandes como la nuez del albaricoque y boca tan pequeña como la cereza”

Sin embargo, en un documento de la corte de la dinastía Han se alude a los modales, la voz y la apariencia, el pelo, la piel y el modo de andar de una concubina del emperador Huandi, así como otros detalles de su cuerpo: estatura 164 cms, ancho de hombro 37 cms, brazo 62 cms, mano 9,2 cms, pierna 74 cms y pie 18 cms.

Existían diez puntos comunes para calificar la buena apariencia de la mujer pese a que varían de generación a generación:

1. El pelo debe ser negro y brilloso y las patillas, ligeras y bien formadas como el ala de la cigarra.
2. Moño atado en la cabeza; peinado con el que la mujer exaltaba su nobleza. Se dice que Zhao Feiyan siempre lo exhibía para contrarrestar su pequeña estatura.
3. Las cejas largas y negras, debían estar pintadas y adornadas. En la dinastía Tang, algunas mujeres se depilaban las cejas y se las pintaban a su gusto. La forma de las cejas enfatizaba la belleza de las féminas.
4. Ojos grandes y brillosos que expresan el mundo interior.
5. Los labios rojos y los dientes blancos y ordenados se consideraban una señal de buena salud.
6. En los tiempos antiguos, los dedos finos y tiernos eran símbolo de la belleza. Los brazos debían ser blancos y de piel suave.
7. Cintura estrecha y cutis blanco. Yang Yuhuan, una de las cuatro bellezas, tenía una cintura gruesa y fuerte, pero a la gente le gustaba más la cintura estrecha y el cutis blanco.
8. Pies pequeños y pasos ágiles que se refiere a los pies relativamente pequeños con los que se dan pasos ágiles.
9. Saber maquillarse y pintarse de manera apropiada era un símbolo de belleza.
10. La que tuviera un aroma corporal podía ser considerada la belleza. Una concubina del emperador de la dinastía Qing obtuvo el título de “concubina perfumada” por el perfume que exhalaba. Dicen que Xishi era la única que despedía aroma corporal entre las cuatro bellezas.

Desde la antigüedad a las mujeres chinas se les realizaban de forma tradicional, modificaciones corporales en los pies para impedir su crecimiento, estos se denomina lirios o pies vendados.

Este acto se llevó a la práctica durante 10 siglos aproximadamente hasta que en 1911 se prohibiera definitivamente, ya que se calificó como una práctica machista altamente cruel y dolorosa que puede comportar graves peligros de salud.

El proceso para su realización empezaba cuando las niñas entre 4 y 7 años. Se ponían los pies en remojo con una mezcla de hierbas y sangre animal para eliminar las posibles infecciones de la piel. Entonces su propia madre le rompía los 4 dedos más pequeños del pie y los aprisionaba contra el talón para luego vendarlos con seda o algodón. Este ritual se repetía cada dos días con vendas limpias durante 10 años.

Después de los dos primeros años ambos pies medían aproximadamente 10 cnt y estaban prácticamente muertos causando con ello un terrible hedor. El dolor no cesaba debido a que cada vez las vendas se ponían más prietas, además de que era muy habitual que el proceso causara graves infecciones.
Este canon de belleza impedía caminar a las mujeres y puede que respondiera a un método de control machista para que sus esposas no pudieran visitar al vecino.

Es cierto que este tipo de fenómenos culturales pueden parecer “atroces” para la mirada occidental, pero estas alteraciones no eran puramente machistas, sino que respondía a cánones de belleza de la época, buscaban satisfacer ideales no solamente estéticos sino también eróticos.

Geishas
LA BELLEZA EN EL ANTIGUO JAPÓN

Ciertos cánones de belleza femenina, en el Japón feudal se caracterizaban sobre todo por las mujeres cultivadas en oscuros palacios, cuyas blancas pieles nunca habían visto el sol, y sus cuerpos escuálidos ocultos bajo pesados kimonos, portaban una enfermiza carga erótica. En especial para curtidos hombres de campo intrigados por la exclusividad de la vida de palacio.

El arte japonés de la época, alimentaba la tendencia de tratar a la mujer como sutiles personajes ausentes, de una lúgubre fragilidad representativa.

Sin embargo estas mujeres solo eran una elitista minoría que poco tenía que ver con el estereotipo real de la mujer. Aunque a pesar de esta minoría, las frondosas mujeres de pieles quemadas, por el duro trabajo en el campo, rebosantes de vitalidad y de cuerpos bastos forjados por el quehacer diario; poco tenían que hacer a la hora de competir en encantos, con la fragilidad de esas otras mujeres, cautivas en oscuras habitaciones de aire enrarecido.

En ese paraíso orgiástico, (época de la Montaña Mágica de Thomas Mann), la belleza tuberculosa de trémulas mujeres de pieles frágiles, con unos cuerpos salidos de ultratumba, causaba estragos entre aquellos románticos turbados por el calavérico erotismo de la época.

Mujeres que al igual que sus contemporáneas japonesas, compartían ese brillo venoso surgido de entre translúcidas pieles salidas de fetales profundidades en donde no llega el sol. Sin embargo, el cautiverio de estas mujeres resultaba una independencia intelectual, que quizás, era lo que realmente cautivaba a los hombres que rondaba las clases altas. Estas mujeres eran ávidas lectoras de pliegos sedosos como sus cuerpos, las mujeres japonesas de palacio crearon por primera vez una cultura de género en un mundo eminentemente masculino. Leyendo y aprendiendo a hurtadillas, la culta lengua china oficialmente sólo apta para hombres. Ante sus ojos pasaron lejanos mundos literarios inconcebibles en aquel confinamiento de palacio, pero que fueron antídotos con los que combatir la cruel tiranía de vivir cautivas, en claustrofóbicas jaulas de oro. En las horas de tedio, las mujeres adaptaron con sus trazos suaves y delicados la antigua trascripción fonética del manyogana, para escribir obras maestras de la literatura en el silabario hoy conocido como hiragana, accesible a todas las clases sociales.

A día de hoy, el antiguo canon japonés de física fragilidad se ha extendido a la intelectualidad, aunque el prototipo de mujeres descerebradas y sumisas mantiene algunas características antiguas como pieles vírgenes de sol. Sin embargo, multitud de cánones surgidos de oscuras fantasías masculinas y alimentados por los mass media, han terminado por distorsionar la imagen de clásica belleza de la mujer japonesa, el nuevo modelo ideal de belleza consta de algunas contradicciones con el canon clásico, como pechos rollizos, dientes imperfectos resemblando caras de adolescentes, o piernas deformadas que poco tienen que ver con el esbelto caminar de la mujer madura, pero que en su torpeza parecen traer el recuerdo de inocentes niñas que por primera vez calzan los zapatos de tacón de su madre. Estas características no hacen más que degradar la imagen de la mujer, que pasa a concebirse como una mujer demasiado maleable, cuya identidad se pierde en esta sociedad eminentemente machista.

En la actualidad los japoneses siguen siendo muy cuidadosos protegiéndose del Sol, están muy concienciados con que el Sol es malo para la salud y además según los estándares de belleza japoneses cuanto más blanco sea el color de la piel, mejor.

En la actualidad, en los meses de verano, la gente va con parasoles por la calle, las chicas llevan protección del 50 o más por defecto incluso en invierno al igual que muchos chicos incluso hay gente que se pone guantes para no coger moreno en verano.

4 comentarios en «Historia de la belleza e higiene 2»

  • Muy bueno todos los detalles que hay en este artículo cuanta diferencia hay entre las culturas y la belleza aquello que para nosotros un buen bronceado en verano lo vemos bien y en otros lados lo ven horrible.

  • era dificiles esos dias sin poder ducharte de verdad y las cosas que tenias que hacer para que te den bola eran espantosas no se de donde lo sacaron los chinos eso de que para ser linda tenias que tener pies chicos jajajaja

  • Lo que deja esto claro es que desde la prehistoria existia el fetichismo que segun el nivel podias ser mas o menos y otra cosa que dicen es que la vida de antes era mas complicada – se imaginan sin aire acondicionado’?

  • no vale ¡¡¡¡¡¡¡¡ lo egipcios se maquillavan tanto hombres como mujeres¡¡¡¡¡¡¡ ellos demoraban mucho con sus cositas???? jejejeje¡¡¡¡¡¡¡¡

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