19 abril 2024
CRÓNICAS

Jactancia de la ignorancia

El Uruguay de nuestros padres, los integrantes de la baja clase media hacían hasta tercer año escolar, sabían leer y escribir, no eran analfabetos, y marchaban al mercado de trabajo.

Cuando dije que no eran analfabetos, era porque los de antes, entendían lo que leían y lo que escribían, hoy la mayoría de los considerados alfabetos son meros dibujantes malos de su firma.

No entienden lo que leen, y lo que escriben me hacen acordar a aquella gran película brasileña Estación Central, en que una mujer escribía cartas para los que no se sabían comunicar por ese medio y les cobraba unos cruceiros por redactar cartas de amor, laborales, o para decir que se había muerto algún pariente, venía a ser como los telegramas de las radios de campaña de antes, en que le decían al capataz que le dejara dos caballos atados al alambrado cerca de la parada tal, que iba el patrón con un amigo.

Ese era un servicio que daban las radios del interior de la república a las localidades que no llegaba el teléfono de UTE (antes que fuera ANTEL (1974), el ente de la arena de ANTEL, ya existía por cierto era el estadio cerrado de la Exposición Nacional de la Producción (1956), hecho por el mismo calculista Viera, que hizo el puente ondulado que comunica la Barra de Maldonado con Punta del Este.

Y la gente no se quedaba con el tercer año escolar como una gran cosa sino que seguían leyendo, para ser mejores, para progresar.

En una época posterior se pasó a terminar la escuela y salir a trabajar de lo que fuere.

Había muy pocos liceos, cuando yo terminé el liceo, mi Director, don Raúl Astrada, fue el director que instaló e hizo funcionar el Liceo No. 11, el Liceo del Cerro de Montevideo.

El Bachillerato se hacía en el IAVA, y los que íbamos al No. 5 José Pedro Varela, el público, teníamos la ventaja de podernos hacer la rabona, porque los del IAVA entraban y salían a cualquier hora y nosotros no íbamos a ser menos.

El liceo fue una pasada, don Raúl Astrada, que además fue nuestro profesor de matemáticas de primer año, nos explicaba que estudiando dos horas y media por día se pasaba promovido sin ir a examen.

En los cuatro años de liceo no me llevé ninguna materia y los veranos los pasaba enteros en la casa del balneario.

En Preparatorios, el régimen era más liberal, pero tenía sus cosas, había clases en que llamaban para tomar lo que venía a ser la lección pero en otras ya íbamos a la cátedra magistral, y a fin de año no había exoneración de especie alguna.

El primer año, me lo tomé para la pachanga, locuras tiros y besos, la noche para mí solo, noviecitas, padres piolas de noviecitas, que como la doña los hacía entrar temprano y no podían andar en la noche por ahí, me agarraban para jugar a las cartas (escoba o conga) o al dominó, que no era un juego infantil como yo prensaba.

Los viejos me adoraban, me llevaban para la cocina y alguna birundela rescataba y de la noviecita no me acordaba, porque estaba enroscado con el padre, para bronca de la nena y alegría de la hermana que le quedaba el sofá todo para ella y su novio, no canchero con el viejo, al que el veterano además lo odiaba.

Viejos piolas, que me adoptaban y yo estaba en la mía, pero eso sí, cuando íbamos al cine, me endosaban a la madre, pero el que pagaba todo era el veterano, eso si el se quedaba para otros menesteres, creo que aprovechaba para salir a cazar mariposas nocturnas por cuenta propia, porque conmigo de pastor, sabía que le iba a traer la majada a la hora que él ya sabía de antemano, después de algunos sándwiches calientes y algún otro refrigerio.
Era la época de la Vascongada, el Walford, el Facal, todo sumaba, pero yo era el administrador de dineros y bienes ajenos.

Moraleja después de eso no iba a agarrar para los libros, sino a encontrarme con mis amigotes, y a fin de año los profesores me pasaron la factura, mejor dicho el año me lo rifé yo mismo.

Mi viejo, tuvo la primera y última conversación seria conmigo, “esta es tu última oportunidad”, no banco a haraganes, si no te enderezás vas para el laburo, en aquel entonces no te decían las 8 horas como ahora.

Dije la última oportunidad porque en marzo falleció mi padre.

Desaté todos los paquetes femeninos y de vagancia que tenía al firme y apliqué la teoría de don Raúl y en diciembre liquidé todas y en el otro diciembre también y a la facultad de cabeza.

La Facultad era peor todavía en mi época, porque no sólo no te tomaban ninguna materia, ni pasaban lista los dos primeros años.

Había agarrado algunos rebusques que me dejaban unos pesos en el bolsillo y para ser buen estudiante hay que andar pelado, porque con plata en el bolsillo, la cabecita siempre inventa algo para perder el tiempo.

Pero empecé a trabajar en serio, y la cosa ya no era todo el día y como me gustaban los pesos, me conseguí otro trabajo más y ya para la facultad había que remar a contrahorario.

Lo de dormir unas horas menos todos los días, no fue un invento mío, sino en una changa conocí a un japonés, que había venido antes de la guerra y oficiaba de traductor de una misión japonesa que había venido, por negocios.

El japonés, que era un florista de atrás del Cerro de Montevideo, me decía, que los uruguayos, trabajan de sol a sol, pero él como buen japonés, trabaja de lucero a lucero y le hace cuatro horas más al día laboral.

Eso me quedó bien grabado en la cabecita.

En cuanto a los exámenes, era un sacrificio extra cada examen, pero entre dormir un par de horas menos y considerar que cada examen salvado era una inversión que hacía, como si colocara dinero en un banco, me hizo rumbear mejor.

La inversión era valedera si me recibía, porque si abandonaba la carrera perdía la inversión o sea el esfuerzo, porque no iba a rescatar nada, no pensaba morirme antes, porque también ahí perdía la inversión aunque no me iba a dar cuenta.

Algunas materias estudiadas con alguna compañera, rendían, por la merienda y todo eso y no tener que salir a cazar mariposas por ahí.

Con los varones se armaba un equipo más formal, era como ir a la guerra, el que llegaba tarde a estudiar tenia bronca con los demás, por hacerlos perder el tiempo.

Armamos un equipo fuerte y metedor que nos duró hasta el final de la carrera, unidos como un solo hombre.

Todos casados con hijos y la vida complicada, pero había que terminar la carrera si o si.

Hubo uno de los compañeros que planteó un fin de semana que tenia que sacar a pasear a la mujer, amparado en que otro del equipo tenía que dar una materia en el medio.

Dimos jueves, y martes exámenes, el que dio la materia extra la dio un sábado y dos estudiamos sábado y domingo, mientras que el que faltó descansaba.

El lunes cuando nos juntamos de vuelta el que dio el examen extra lo salvó, y el que no estudió el fin de semana perdió el segundo examen.

O sea de 4 que éramos, tres dimos dos exámenes y uno dio tres exámenes y el único que perdió el examen fue el que sacó a pasear a la señora.

Esa materia que perdió le llevó dos años estudiándola solo para poderse recibir.

Por eso me molesta sobremanera la vulgaridad del que dice que se recibió en la Universidad de la Calle, se recibió de qué, de la misma carrera que han aparecido unos cuantos últimamente, como la ex Presidente de Argentina, Cristina Fernández que se hizo pasar todo el tiempo por abogada recibida en La Plata y parece que solamente dio un par de materias, ejemplo que cunde en el cono sur y en otros lados no sé.

En la calle se aprende mucho, pero de lo bueno poco y de lo malo mucho, no enseña la universidad de la calle, lo que enseña es el trabajo.

Mi padre con su tercer año escolar vivía metido en los teatros, cines y leyendo cuanto libro le caía en las manos, porque un huérfano de madre a los 2 años y de padre a los 12 tuvo que agarrar la brocha gorda y salir a pintar paredes, porque lo atendía su abuela y una tía.

La mal llamada universidad de la calle, la anteponen como un complejo de inferioridad por no haber realizado estudios de algo, y se utiliza como si fuera una suficiencia, cuando es realmente insuficiente.

En este país donde se da todo gratis, más algo más siempre, el que no estudia un oficio o una profesión es por no dormir un par de horas menos por día durante un tiempo corto.

El Dr. Pedro Figari, cuyo nombre lleva hoy la que fue Escuela de Artes y Oficios, conocida familiarmente como la Escuela Industrial y después U.T.U. cuando era director de dicha Escuela, tuvo un problema con el Gobierno de la época, porque los estudiantes de mueblería, hacían los muebles mejores y más baratos que los que vendía el entonces legislador Caviglia, mueblero y presionó al gobierno para que Figari cambiara el sistema a lo que Figari respondió retirándose del cargo y divorciado de la hija de un influyente político del momento, siendo un excelente abogado se fue para Europa y su fama llega a nosotros como gran pintor.

Ayer se cayó el sistema de Facebook y de whatshapp y fue un drama nacional.

Antes eran las palomas mensajeras o los mandaderos del telégrafo los que traían los telegramas y un día sin comunicaciones modernas complicó la existencia a medio pueblo.

La gente se acostumbra a la cómoda rápidamente y los que viven haciendo solitarios en las oficinas o mandando mensajes por celulares a las horas de oficina, no sabían qué hacer con los dedos, tal vez en alguna oficina se adelantó un poco el trabajo, aunque creo no mucho.

Que todo sea para bien…

3 comentarios en «Jactancia de la ignorancia»

  • Desde el momento de que un chico ingresa la primer calculadora a un colegio, hay un antes y un después. Los chicos veían que la calculadora hacia las cuentas mas rapidas que los profesores y que nunca se equivocaban. Ya con la calculadora se le empieza a perder el respeto a los profesores.
    Hoy se sabe que todo lo que dicen los maestros y profesores, se puede encontrar en internet y que no hay conocimiento que no pueda ser googleable.
    Yo diría que vivimos en una sociedad en la que el conocimiento en lugar de llevarlo en el cerebro se traslada en los bolsillos como la calculadora mejorada, a la cual no se les presta atención de lo que tiene dentro ni se le dedica mucho esfuerzo en recordar nada porque se sabe que no se les va a perder nada de lo que tiene.
    Lamentablemente el cerebro es un músculo que si no se ejercita se atrofia. Vamos a terminar al lado de la comida, pero no nos vamos a acordar como se come.
    Einstein ya vaticinaba que el futuro de la humanidad era volver a la era de piedra.

  • Shakespeare, Carlos Gardel, Elvis Presley, The Beatles….otra vez con lo de que lo anterior fue mejor?

  • Tambien fui al Varela . 1o y 2o en Eduardo Acevedo, compartido con el IAVA. 3o y 4o mudados al que habia sido edificio previo del Zorrilla. Tuve esos dos ultimos años a Raul Astrada en Matematicas. fumabaen cla tres o cuatro cigarrillos con impecable boquilla ylos encendía con un Dunhill plateado.
    Tomamos el Liceo y pasamos varios dias y noches defendiendo la Ley Orgánica. Alli descubrí a Bernard Shaw a traves de una biografia creo que escrita por Ed Harris, que murió antes que Shaw y este se ocupó decompletarla.

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