16 abril 2024
CRÓNICAS

Mi perro y yo

He escrito sobre cualquier zopenco y resulta que a mi compañero de todas las horas, lo he echado al abandono.

Sí señor, escribiré sobre Don Lucas, aunque todavía no es un veterano sino que está en la flor de la edad y de seguro que de haber sido cristiano, este perro sería doctor en derecho, especializado en derechos humanos.

Hoy por la mañana me esperó con una comadreja mora, muerta a la entrada de la casa para que viera que se gana el corazón de pollo con el sudor de su frente.

Tuve otro que hacía unos zanjones de un metro de ancho por todo el largo que se le escurrían los tucu tucu, el cual también me esperó una mañana con un tucu tucu agonizante en la puerta de la cocina.

Tan es así, que no sé si es virgen, como machos que somos no hablamos de esas cosas, y los machos machos no tenemos memoria en cuestión de mujeres, pero como va con su personal trainner y veinte congéneres más, tres veces a la semana a pasar cuatro o cinco horas al campo, y vuelve muy alborotado, sediento y muerto de hambre, no me han enterado si poseyó a una dama perruna o no pero si se por su personal trainner que la mordedura que trajo la otra semana, provenía de una dama peluda y de cuatro patas.

Si algún dueño me viene a reclamar alguna pensión alimenticia por algún desliz de este amigo le voy a conseguir una changa para que la banque él.

En cualquier momento vamos a tener que salir juntos, porque es una forma de entrar en conversación con los ejemplares femeninos de la especie humana, como se dice ahora, un intercambio de géneros.

“Hay que lindo perrito”, “¿muerde….?” Y ahí entramos en el diálogo, no siempre, pero casi siempre se da así…

Hay una señora, soltera ella, la dueña, que tiene una dama perra virgen reservada para el nene, pero con la que vendría ser mi consuegra perruna, no hemos llegado a un acuerdo, no en cuanto al precio, porque no tengo interés en ningún otro perro, ni ser proxeneta de mi perro, sino simplemente, cuando está dispuesta a que su hija perruna pierda la castidad, pero me ha llevado a cuandos, bah… nos ha llevado a cuentos al Lucca y a mí, que el padre de ella, de la dama no de la perra, no quiere que la nena de ella tenga cachorros.

Y entre dilema y dilema estamos de celo en celo cada seis mees y la perra sigue en veremos, ella se lo pierde.

Tal vez el tema está en que no quieren dejar salir a la “nena” de la casa, porque para que se cumpla el débito conyugal perruno, la dama tiene que venir de visita a la casa del caballero, porque en su domicilio se envalentona y no deja consumar la conjunción carnal.

No es el caso de esta pareja perruna, con todos los servicios de la especie cinofila pasa lo mismo, hay que llevar la dama a la casa del caballero, es una conducta canina.

Tengo perros dobermann desde 1973 y a pesar de la mala fama mal hecha y mal ganada, nunca tuve problema alguno con ellos, no pudiendo decir lo mismo de los seres humanos, que al primero me lo envenenaron y al último, el Lucca un chorro le afanó el collar, la cadena y la casilla y no es cuento, ni los empeñó con la letra del aborto.

Estaba convaleciente yo de una operación grave que me habían hecho y el perro anterior, muy viejito, había dejado de comer y tenía un problema en la columna como le pasa a muchos perros grandes y con todo dolor de mi alma tuve que hacerlo poner a dormir como le dice la gente fina, al hecho de sacrificarlo.

Quedé muy mortificado por haber tenido que tomar tal resolución y mi cónyuge, que no es nada perrera, se puso en campaña y fuimos hasta la ciudad de Canelones a comprar un cachorro en un presunto criadero, sin pedigrí ni nada.

Tengo fama bien ganada, de que cuando elijo perro, elijo bien, y había un lote de cachorros como veinte dobermann negros, en no menos de dos o tres lechigadas de perras paridas, y los miré un ratito y dije quiero aquel.

Me lo dieron y con las mismas pagué y lo metí en el auto, claro que vino en la falda de una querida amiga Adriana, todo el viaje.

Al principio la cosa nunca es fácil con los cachorros, que ensucian que rompen, este sujeto nunca ensució adentro de la casa y su tierna infancia perruna la pasó en un rincón de la cocina, lugar que hasta el día de hoy, cuando los fríos, entra con autorización de la que manda, derechito y se echa hecho un ovillo, en el mismo lugar que lo hizo la primera vez de cachorro chico.

Uno como buen ignorante que es en la materia lo primero que hace es darle leche de vaca rebajada con agua y ahí vienen las diarreas perrunas, que pueden terminar con el cachorro.
Este pasó esa etapa y se le daban pastillas.

Lo de las pastillas es un invento de los últimos años, es soja en polvo con algún gustito y olor para que el perro, que no conoce al hombre, la coma como si fuera comida.

Consejo de los veterinarios y criadores, que cobran una fortuna una bolsa de pastillas de las buenas y por ende la comisión de la venta, porque están las bien “berretas” que a un primo mío el perro había dejado de caminar y para mí ya era boleta, hasta que se dieron cuenta que las pastillas eran malas y le cambiaron por unas de buena calidad y el perro un pastor alemán, recuperó su fuerza y está bien y enérgico.

Mi teoría es que el perro es un animal carnívoro, que el hombre lo ha llevado por inercia a ser omnívoro y así le va al pobre perro, engorda, se pela, comen más arroz que un chino y tienen a alguien cocinando todos los días o una vez a la semana, para que el pichicho coma.

Descubrí un alimento ideal para el perro, como para que sea tal y conserve sus hábitos ancestrales y en especial el instinto perruno.

El corazón vacuno, dejó de ser comida para el perro y pasó a ser hamburguesas, chorizos, y quien sabe cuántos embutidos más.

Había un paisano que le decían “Como los chorizos de Farrapo, sos puro corazón”.

Pero el corazón de pollo, que podría ser utilizado en alguna brochette, lo venden a un precio accesible, el hígado de pollo también es accesible pero tiene el defecto de ser muy rico en vitamina B y termina intoxicando al perro por la acumulación de tanta vitamina, por el contrario el corazón, como es un músculo, no aporta nada que complique la vida al pichicho.

Hoy fui a un supermercado de muy buen nombre y había corazones de pollo, cosa que no es común, una o dos veces por semana se encuentran y yo cuando los veo, me traigo unas cuantas bandejas y las pongo en el congelador, para alimentar al amigo Lucca.

Cuando puse unas cuantas bandejas en el carrito, andaba en la vuelta la que acomoda los productos cárnicos en el exhibidor y medio me miró con cara de pocos amigos, porque le había vaciado un sector del freezer, a lo que le pregunté qué le molestaba o no estaban para la venta y se manifestó bastante enojada por tener que reponer un artículo en el exhibidor.

Si el dueño se entera que le vacié el estante, cada vez que reponga corazones de pollo me llama, esta mujer es peor que Maduro, quiere vender los corazones de pollo de a uno.

Es la segunda vez que me manifiesta malamente su mala voluntad para cumplir con su tarea, que es pura y simple, ir adentro a la cámara y poner otras bandejas en un carrito y colocarlas en el lugar que corresponde.

No le corrió por el mate, en ningún momento que si no se venden los productos cárnicos, no van a echar a los cortadores, sino a los sin oficio, los que simplemente ponen las bandejas en un carro y a otra cosa.

Le voy a dar una oportunidad más, pero le voy a vaciar el estante, y si me dice algo, voy derecho al Gerentte del Piso y será un problema de ella y no mío.

Hoy me calenté yo y veremos cómo le va, trapeando los pisos o buscando trabajo.

Respeto al que trabaja porque toda la vida lo hice, y lo hice con placer, nunca me disgustó trabajar y si venía algún cliente agrio, le echaba un poco de bicarbonato y le sacaba el acidez.

Había una vieja, que me pedía que le hiciera una cosa siempre urgente y a última hora, diciéndome, “verdad que no me lo va a hacer” y “yo le decía con la mejor sonrisa del mundo, señora tome asiento un par de minutos que le entrego lo que Ud. me pide”, eso sí, a esa esposa de caballo, tampoco la pude domar, era una avinagrada de primera división.

Pero no me caliento con cualquiera, sino con las personas que distingo y me juegan una mala pasada.

Con esta doña le tendré que hacer explicar por el gerente que el cliente siempre tiene razón, porque a ella no le surge, tal vez el marido no la trata bien o de noche se tomó algo que le cayó mal al hígado.

Cuando voy a las cajeras a pagarles, las cuales son muy simpáticas, cuando me voy, les digo, muchachas que tengan muy buenos días y que no venga ningún jeringa a malograrles el día y ellas agradecidas.

La vida no es tan difícil, hay muchos que se la dificultan ellos mismos, que todo sea para bien…

Un comentario en «Mi perro y yo»

  • jajajaajajaja. No se es virgen como macho que somos no hablamos de esas cosas….aplausos, jajajajaja,,, es asi…muy bueno.

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