O futebol no Brasil

Se viene a todo trapo el Mundial de Brasil de 2014, hasta aquí está “tudocerto”, como dicen ellos, pero hay una bronca interna muy fea, provocada quien sabe con qué intereses.

Claro que protestar hoy por la cantidad de estadios construidos, por los estadios construidos en localidades donde no habrá público suficiente para usarlos después, por los costos, porque el tren bala no está terminado, por la cantidad de aeropuertos, por la limpieza de favelas, por los costos de la construcción, por las leyes laborales de los empleados de la construcción, etc. etc.

Por el cargo de la Presidente Dilma no doy un peso partido al medio si Brasil no llega a los cuartos de final y si se le entreveran las cosas antes “dios libre y guarde”.

Otro Maracanazo, sea con quien sea, no será como el de 1950, “el povo brasileiro” no es el mismo, se puede armar una de San Quintín, muy fuerte y no se repetiría la de Obdulio y otros “anormales” (en el sentido cariñoso de la palabra” de salir a tomar cerveza a boliches, ser reconocidos y salir vivos, y llevarse como se llevó Obdulio a la tumba, cierta tristeza por haber privado a los brasileños de aquella alegría, claro que con los zapatos con tapones, de darse de vuelta la misma situación y estuviera en él hacerlo, lo haría de vuelta, el gran Negro Jefe.

Claro que estamos ante un tema no futbolístico, estamos ante algo que podríamos llamarlo de cinismo colectivo, por parte de los dirigentes reclamantes, que están llevando agua para su otro molino, no deportivo, sino algo políticamente muy radical o tal vez pretenda abrir el paraguas para eventuales problemas políticos futuros.

Todo lo mío son suposiciones pero estamos ante hechos planteados fuera de tiempo y cambiando de posición cuando se logró ser sede del Campeonato.
Cuando al Presidente Lula le llegó el Ok para el campeonato fue todo una fiesta.

Se programó el evento para hacer de Brasil un país más del primer mundo y mostrarlo ante el mundo como tal.

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