25 abril 2024
CRÓNICAS

Seguimos dándole al físico sin asco

Este cuento tiene un final que no es de mi estilo, pero se justa a la verdad absoluta.

Después el hombre se agarró una enfermedad grave y estuve como nueve meses o algo más, yendo todas las semanas, haciendo los viajes a todo trapo.

Con el 50% de lo que produje trabajando en ese lapso, la familia se bancó en Montevideo y bancó la internación y asistencia en EE.UU.

Pero además, mi propia clientela, que se fue formando, se fue ampliando en otra zona rural de otro departamento, siendo yo un tipo nacido y criado en el asfalto.

De haber sido controlado por el guardiacivil de la esquina me encontraba a más de trescientos kmts de los míos.

No existían los celulares ni miras de existir, al teléfono había que darle manija a un magneto que tenía adentro, para que en la centralita la operadora se enterara de que yo quería comunicarme con alguien y ahí arrancábamos la prosa, que tendría que esperar con suerte media hora o tres horas, si no se rompía nada.

El otro día leyendo el muy buen libro sobre Gavazzo, de Leonardo Haberkorn, me desayuné que para la tortura se utilizaban los teléfonos a magneto y ahí me enteré que mi viejo fue un tipo de avanzada porque le hacía una jodita a la abuela de mi madre, una gallega muy ácida y poco potable.

Ella, de puro fraterna y familiera, cerraba su cuarto en la casa familiar habitada por su hija, yerno, y nietos, con llave, de aquellas largas de hierro y alguna vez la dejaba en la puerta puesta, por omisión o por confianza y el viejo, que no era viejo, sino joven y alma podrida, sacaba la llave y la ponía al lado de una alfombra frente al cuarto y por debajo de la alfombra pasaba un cable que le daba una vueltita a la llave y el resto estaba conectado al magneto.

Cuando la doña, venía a entrar y encontraba la llave en el piso pensaba cualquier cosa, que la habían intentado afanar sus parientes cercanos o algo malo por cierto y cuando la iba a agarrar, el viejo le daba una vueltita a la manija del magneto y le daba flor de patada a “Mamaseñora” como le decían sus nietos.

Mi viejo era un tipo auténticamente jodón, siempre estaba pensando en alguna para hacerle a alguien a otro por cierto.
Era de terror no con nosotros los hijos, porque no tenía gracia y segundo que ya lo teníamos manyado, aunque recuerdo algún golpe de corriente, sin querer por mi padre que estaba trabajando aislado y cuando yo pasaba me acariciaba una oreja o algo por el estilo.

Una vuelta estaban arreglando el y sus empleados una instalación en un sótano que estaba totalmente inundado y era la época en que cuando el patrón llamaba hasta los oficiales y peones corrían, y el viejo parado en una viga del sótano, no tocaba el agua para nada y llamó a uno de los oficiales, “Fulano rápido venga”, y el oficial pensó que lo había agarrado la corriente o algo por el estilo y vino corriendo y se mandó a oscuras al sótano inundado.

El oficial muy respetuoso con el agua por la cintura en pleno invierno, le decía, “¡¡¡ Patrón a ud yo lo aprecio mucho pero Ud. es un hijo de puta.”!!!! .

De esas tuvo un montón, una vuelta con un Ford a bigotes, no sé qué problema tuvo con un omnibusero, y el chofer se agarró flor de calentura y quería pelear, y el viejo sin bajar de la cachila lo provocaba, el omnibusero, se bajó del ómnibus, con aquellas manijas largas para hacerlos arrancar, y se le venía y el viejo mirándolo por el espejo, le daba tiempo a que llegara cerca y arrancaba y avanzaba otros 20 o 30 metros y lo volvía a provocar.

El ómnibus lleno de pasajeros, y lo fue llevando al chofer unas dos cuadra, desde donde había quedado el ómnibus con todo el pasaje.

Recuerdo que a él nunca lo vi tener una pelea a los golpes, por su gran habilidad para evitar que se la dieran, que si lo llegaban a agarrar lo molían a palos porque eso no era lo de él, discutidor 100 % aunque estuviera de acuerdo, en eso salgo a él.

Una vez sube a un ómnibus y arranca de golpe y él sin querer pisa a otro pasajero, el cual se sintió agredido y le tira una trompada, lisa y llanamente, a todo lo cual mi viejo lo agarró de los bigotes, aquellos que su utilizaban entonces y lo llevaba para arriba y para abajo, y le decía “Ud. Me quería pegar a mí? Y por qué no lo hace? Y lo seguía llevando de un lado al tipo que se le caían las lágrimas de dolor, hasta que el otro prometió por todo lo prometible que no le iba a pegar y lo soltó, y ahí santas pascuas, se terminó el lío, con el público a favor de mi viejo y malo con el agresor, aunque se había perdido la piñata pero disfrutaron del show.

Otra vuelta, yo estaba en el liceo, tendría entre 12 o 15 años, y en La Paz y Tristán Narvajas, ahí donde antes terminaba la feria de los domingos, porque ahora llega hasta Ejido y La Paz y todas las transversales y paralelas.

Donde se podían comprar libros usados, y no era una extensión dominical de las librerías a nuevo como es ahora, y el del camión amagó que doblaba para Sierra, cuando era más importante uno de los Treinta y Tres Orientales, el Teniente Coronel Atanasio Domingo Sierra Rodríguez, que un maestro de escuela maragato Daniel Fernández Crespo, cuyo gran mérito fue integrar el movimiento que triunfó después de 93 años de poder exclusivo y a veces absoluto del partido colorado.

Total cambiaron un blanco por otro blanco porque en los treinta y tres Lavalleja y Oribe había tropeado a los de su pelo en gran mayoría.

Volvamos al encuentro, sin sacar la mano amagó para un lado y dobló para el otro y mi viejo desde una camionetita Fordson de 1952 lo miró feo al camionero, pero no le dijo nada.

El camionero que era como todo camionero, dueño de toda la calle, le zampó tremenda puteada, a lo que mi viejo, se bajó como trompada y le echó la boca.

El camionero se bajó del camión y la calle hervía de gente ante un match de boxeo gratis, y el viejo hablo a todos los testigos presenciales que ya habían hecho rueda alrededor de los contendientes, “Señores, soy cardíaco, y si este hombre me pega, me mata y Uds. son testigos de que le advertí”

El camionero entregado bajó los brazos y ahí entró a tallar mi viejo, “Porque más hijo de puta es Ud. , dobla para un lado y marca para el otro y si es tan burro no sé cómo anda manejando, tendrían que sacarle la libreta por imbécil” y el camionero arrancó de vuelta a querer trompearlo y el viejo otra vez con la advertencia: “Señores, él y Uds. saben bien que soy cardíaco y que si este hombre me pega me mata”.

El camionero aflojó de vuelta y el viejo prendió la matraca de vuelta y el camionero cada vez más caliente, se le venía y lo frenaba el viejo con la cantinela de su cardiopatía.

Al final mi viejo lo logró, todos absolutamente todos, se dieron cuenta que lo había alquilado al camionero y el camionero se fue más colorado que farol de quilombo.

Mis peripecias de trillar toda la república tendré que terminarlo la semana que viene, porque se me fueron las páginas.
Pero para darle un cierto sabor a la cosa, venía por el camino Maldonado (hoy Ruta 8) por la zona del parador Salus y me hizo señas una señora desde la banquina, viniendo para Montevideo, me pidió viaje y subió al auto.

En esos viajes uno habla de bueyes perdidos y de vacas encontradas, pero esta dama tenía una idea fija y un tema fijo, me contó que era la “novia” del cura de la Iglesia que estaba más adelante, yo sabía bien cual era es un pueblo que cambió el nombre de un arroyo por el de un Ingeniero.

Me explicó un montón de intimidades con el cura y yo boquita cerrada, y ella monotemática.

Cuando estábamos llegando a la iglesia, hay un arroyo el del nombre, que tiene dos entradas en el monte para los vehículos de los pescadores o los carpincheros y me pidió que entrara el auto a una de esas sendas, de vegetación arbustiva riberense, como quien no quiere la cosa ella abusó de mí, y ni un salto, ni un beso.

Fui hasta la iglesia y la dejé en la puerta y al bajar como quien no quiere la cosa y ahí viene la del peso, me dice si no tenía algunos mangos para darle y le dije que le pidiera al cura que sacara unos morlacos de la limosna, se los diera a ella, arranqué y me fui para el laburo con el perro y la calandria.

Soy chofer gratuito y todavía me manguean y mirándolo bien yo era mejor partido que ella.

Que todo sea para bien…

2 comentarios en «Seguimos dándole al físico sin asco»

  • que buen tipo pero que jodon que era tu viejo che!

  • El viejo tuyo no se topo con el camionero de ley que por lo general es borrachin y no le importa nada de nada.

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