19 abril 2024
PERSONALIDADES

Amor o deseo

El amor ha sido fuente de dichas y desdichas, ambas grandes, medianas o pequeñas. Se le ha culpado de casi todo lo bueno y de casi todo lo malo.

Guerras, para nombrar una sola la de Troya, por culpa de aquel maldito rapto de Helena por Paris y la reacción de Menelao con su hermano Agamenón y los griegos y de ahí todos los males.

Claro que todo empezó con Eros al cual los romanos lo bautizaron con el nombre de Cupido.

En la mitología griega, Eros era el dios primordial responsable de la atracción sexual, el amor y el sexo, venerado también como un dios de la fertilidad.

En algunos mitos era hijo de Afrodita y Ares, pero según Platón fue concebido por Poros (la abundancia) y Penia (la pobreza) en el cumpleaños de Afrodita.

Esto explicaba los diferentes aspectos del amor y en cierto sentido lo prolífico que es el lecho de la pobreza.

A veces se le llamaba Dioniso, ‘el libertador’.

Su equivalente en la mitología romana era Cupido (‘deseo’), también conocido como Amor.

De acuerdo con Eratóstenes, Eros era principalmente el patrón del amor entre hombres, mientras Afrodita presidía sobre el amor de los hombres por las mujeres.

Su estatua podía encontrarse en las palestras, uno de los principales lugares de reunión de los hombres con sus amados, y a él hacían sacrificios los espartanos antes de la batalla.

Meleagro describe tal tema en un poema en la Antología Palatina que dice0: “La reina Cipria, una mujer, aviva el fuego que enloquece a los hombres por las mujeres, pero el propio Eros convence la pasión de los hombres por los hombres”.

Ya en aquellas épocas existía ese tema tan trillado últimamente o mejor dicho eso siempre existió y en estos momentos aflora a la opinión pública o la sociedad lo reconoce pacíficamente, inclusive en sus leyes.

Si nos metemos de lleno en el Tema creo que podría dar para mucho más que un mero artículo de mitoloría.

Cupido es en la mitología romana, el dios del deseo amoroso.

Según la versión más difundida, es hijo de Venus, la diosa del amor, le belleza y la fertilidad y de Marte el dios de la guerra.

Se le representa como un niño alado, con los ojos vendados y armado con un arco, flechas y caraj.

En el pensamiento griego parece haber dos aspectos en la concepción de Eros.

En el primero es una deidad primordial que encarna no solo la fuerza del amor erótico sino también el impulso creativo de la siempre floreciente naturaleza, la Luz primigenia que es responsable de la creación y el orden de todas las cosas en el cosmos.

Hesíodo, lo considera el más famoso de los mitos de creación griega, le atribuye a Eros haber surgido tras el Caos primordial junto con Gea, la Tierra, y Tártaro, el Inframundo.

De acuerdo con Aristófanes, Eros brotó de un huevo puesto por la Noche (Nix), quien lo había concebido con la Oscuridad (Érebo).
En los misterios eleusinos era adorado como Protógono, el ‘primero en nacer’.

Posteriormente aparece la versión alternativa que hacía a Eros hijo de Afrodita con Areso con Hermes o Hefesto, o de Poros y Penia, o a veces de Iris y Céfiro.

Este Eros era un ayudante de Afrodita, que dirigía la fuerza primordial del amor y la llevaba a los mortales.

En algunas versiones tenía dos hermanos llamados Anteros, la personificación del amor correspondido, e Hímero, la del deseo sexual, ya se distinguía el amor, del eufemismo moderno de hacer el amor por tener una relación meramente carnal sin amor.

La adoración de Eros era poco común en la Grecia más antigua, pero más tarde llegaría a estar muy extendida.

Fue adorado fervientemente por un culto a la fertilidad en Tespia y jugó un importante papel en los misterios eleusinos.

En Atenas, compartió con Afrodita un culto muy popular y se le consagraba el cuarto día de cada mes.

Dice la leyenda que Eros, muy enojado con Apolo por haber bromeado despectivamente sobre sus habilidades como arquero, hizo que se enamorase de la ninfa Dafne, hija de Ladón, quien lo rechazó.
Dafne rezó al dios río Peneo pidiendo ayuda, y fue transformada en un árbol de laurel, que se consagró a Apolo.

La historia de Eros y Psique tiene una larga tradición como cuento popular del antiguo mundo grecorromano mucho antes de que fuera escrita, por primera vez en la novela latina de Apuleyo. El asno de oro, siendo una evidente e interesante combinación de roles.

La propia novela tiene el estilo picaresco romano, aunque Psique y Afrodita retienen su carácter griego, siendo Eros el único cuyo papel procede de su equivalente en el panteón romano.

Narra la lucha por el amor y la confianza entre Eros y la princesa Psique, cuyo nombre es difícil de traducir apropiadamente, pues trasciende los idiomas griego y latino, pero puede considerarse que significa ‘alma’, ‘mente’, o mejor ambas.

Afrodita estaba celosa de la belleza de la mortal Psique, pues los hombres estaban abandonando sus altares para adorar en su lugar a una simple mujer, y así ordenó a su hijo Eros que la hiciera enamorarse del hombre más feo del mundo.

Pero el propio Eros se enamoró de Psique, y la llevó por arte de magia a su casa.

Su frágil paz fue arruinada por una visita de las celosas hermanas de Psique, quienes hicieron que ésta traicionase su confianza. Herido, éste la expulsó y Psique vagó por la tierra, buscando a su amor perdido.

Apuleyo atribuye en su obra una hija de Eros a Psique, Hedoné, cuyo nombre significa ‘placer’.

Existen varias versiones acerca del nacimiento de Cupido, igual que Eros.
Según Séneca, es hijo de Venus y de Vulcano.

Para Cicerón, eran distintos Cupido, al cual lo identificaría con el Hímero griego, hijo de la Noche y del Erebo, y el Amor (cuyo equivalente griego sería Eros), hijo de Júpiter y de Venus.

El primero, violento y caprichoso; el segundo, suave y deleitoso.
Sin embargo, la versión más extendida, según la cual Cupido es hijo de Venus (Afrodita) y de Marte (Ares), parece provenir de la fuente griega de Simónides de Ceos.

De acuerdo a esta última versión, Cupido nació en Chipre, como su madre, quien tuvo que esconderle en los bosques y dejar que fuera amamantado por fieras que sólo con él eran piadosas.

Venus no osaba tenerle consigo, temiendo el rigor de Júpiter, quien, previendo todo el mal que el niño haría al universo, pretendía fulminarlo al nacer.

El Destino, sin embargo, permitió que Cupido se mantuviera a salvo.
Se formó hermoso como su madre, y audaz como su padre, e incapaz de ser guiado por la razón, a la manera de sus selváticas nodrizas.

En el bosque fabricó un arco con madera de fresno, y flechas de ciprés.
Tiempo después, Venus le regaló arco y flechas de oro.

Las flechas eran de dos especies: unas tenían punta de oro, para conceder el amor, mientras que otras la tenían de plomo, para sembrar el olvido y la ingratitud en los corazones.

Además, se le concedió el poder de que ni los hombres ni los dioses, ni su propia madre ni aún su propio pecho fuesen inmunes a las heridas que produjeran sus flechas, como prueba el amor hacia Psique, al que él mismo se vio sometido.

La nereidaTetis, el día de sus bodas con Peleo, obtuvo para Cupido el perdón de Júpiter, y la gracia de ser admitido entre los dioses patricios.
Venus se preocupaba porque su hijo no maduraba y no crecía, así que consultó con el Oráculo de Temis, que le dijo: “El amor no puede crecer sin pasión”.

Venus no entendió estas palabras hasta que nació su otro hijo, Anteros, que es el dios del amor correspondido y la pasión, o amor que corresponde al primero, y con el que Cupido no siempre está unido.

Por eso se representa a Cupido como un niño con alas, para indicar que el amor suele pasar pronto, y con los ojos vendados para probar que el amor no ve el mérito o demérito de la persona a quien se dirige, ni sus defectos, mientras se fija en ella.

Cupido además va armado con arco, carcaj y flechas, unas de oro para infundir amor, y otras de plomo para quitarlo.

Cuando Anteros y Cupido andaban unidos, éste se transformaba en un joven hermoso, pero cuando se separaban volvía a ser un niño con los ojos vendados, un amor “travieso y ciego”, como era representado.

La sabiduría de los mitos, leyendas y fábulas, nos presentan en el ayer, hechos que nosotros consideramos del hoy, como ser el amor, el sexo sin amor, el sexo con amor, el amor entre hombres, con todas las variantes que le puedan correr por la cabeza al hombre moderno, dado que no hay nada nuevo bajo el sol.

Podríamos seguirla con un montón de matices, un jueves de esos que ando corto de imaginación puedo volver a este señor Cupido, el que con su hermano Eros, han movido el mundo, tanto en la guerra, como en lo comercial, por supuesto sobre la presunta base de amor, que es una de las facetas del poder.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *