19 abril 2024
MODAS

Christian Dior y su nuevo diseñador

El modisto belga Raf Simons se enfrentó a un público que ansiaba conocer el carácter que iba a imprimir al “prét-a-porter” de Christian Dior con una colección fresca que re-actualizó los cortes históricos de la casa.

En unos salones construidos en los aledaños del Palacio Nacional de los Inválidos se vivió con expectación el primer gran desfile de la Semana de la Moda de París, en el que Dior debía demostrar que podía sobrevivir a John Galliano.

El recién estrenado director artístico de la firma del grupo LVMH, quien desde que asumió el reto sólo había desfilado en la alta costura, dejó claro que la chaqueta bar, insignia de Dior, abriera el desfile en un soberbio y sensual traje que ilustró con un “foulard” anudado al cuello en un voluminoso lazo.

Simons rememora con esta prenda los orígenes de la casa fundada en 1947, y a partir de ahí acelera el viaje en el tiempo hasta convertirla en un vestido, un vestido con mangas o con escote palabra de honor pero que conserva las cualidades propias: una cintura esculpida y un pecho erguido.

Este trabajo histórico, que recorrió el siglo XX de Dior desde la posguerra hasta la actualidad, se desarrolló en unos salones contemporáneos que se configuraban como cajas blancas futuristas, con cortinas de organza en tonos pastel que cubrían huecos rectangulares.

La chaqueta bar, que había escandalizado a la sociedad de los años cuarenta, en manos de Simons se hizo vestido en referencia a la liberación sexual de los años sesenta, cuando vio la luz la primera colección “prét-á-porter” de la firma.

La moda de los 60

En ese momento irrumpieron los brillos del satén duquesa y la organza metálica de unos vestidos voluminosos en sus formas cuya mínima extensión quedaba compensada por unos “shorts” negros, “leit-mótif” y carta de presentación de esta colección primavera-verano 2013.

La eclosión de color y reflejos impregnó de magia e ilusión esta histórica colección.

Las rayas negras y rosa palo, el “degradé” fucsia y gris perla, el encaje en verde pistacho y lila fueron apoderándose de los modelos que destacaron por las originales superposiciones.

El túl, la organza metálica, la seda y el raso se combinaron en un rompecabezas de capas en unos vestidos “línea A”, ajustadas en el pecho y holgadas en la cintura, con una estructura similar a la letra que les da nombre, propias de Christian Dior.

La alegría veraniega llegó de la mano del rojo, del rosa y del amarillo en prendas con atractiva caída lateral.

La noche fue sofisticada, los modelos de colores neutros como el blanco, el negro o el azul marino, se construyeron en formas delicadamente voluminosas.

Este despliegue de creatividad finalizó con faldas increíblemente abultadas, en satén duquesa y seda iridiscente, con un estampado de flores, un elemento propio de Dior.

Junto a la pasarela, observaban con atención las modelos Natalia Vodianova, Eva Herzigova y Laura Ponte, y el fotógrafo peruano Mario Testino, entre otras personalidades.

El cine estuvo representado por el realizador francés Luc Besson y la actriz Mélanie Laurent, quien conoció la fama mundial con la tarantiniana “Inglourious Bastards” (Malditos bastardos 2009).

Raf Simons vuelve a pasar la prueba de fuego con un “prét-á-porter” primavera-verano que integra y re-descubre las señas de identidad de Dior.

Diego Revuelta

Crítico de cine

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *