19 abril 2024
CRÓNICASPERSONALIDADES

Cleopatra; La amante exótica

César era un niño cuando Sila, que lo conocía bien, quiso exiliarlo de Roma y lo anotó en una de las tantas listas de proscripción.

Pensar que nosotros los uruguayos nos creíamos que las proscripciones políticas, los certificados de fe democrática, los certificados “C” los habían inventado en la dictadura mal llamada “proceso cívico militar”.

Amigos del César y de Sila, convencieron a este para que revocase su proscripción, a lo que Sila lo hizo bajo protesta diciendo: “Haré lo que queréis, pero este muchacho nos dará más trabajo que varios Mario”.

Aludía con ello a su más grande enemigo.

César era audaz y valiente.

Una vez fue capturado por unos piratas que le dijeron que pedirían 20 talentos por su rescate.

“¿20 talentos? ¿En tan poco me valoráis?. Os pagaré 50 por mi libertad. Pero eso sí, en cuanto esté libre ¡¡¡os lo haré pagar!!!”

Cuando recobró la libertad armó una flota, los persiguió y los hizo ahorcar.

Una vez al pasar frente a una estatua de Alejandro Magno se puso a llorar y cuando le preguntaron por qué lo hacía dijo: “Porque a mi edad ya había conquistado la mitad del mundo y yo todavía no!!!
Poco le faltaba para ello.

Después de las guerras civiles y la de las Galias, Céar volvió sus ojos al mundo que rodeaba a Roma.

Una a una fue reduciendo las naciones vecinas linderas y tras linderas y linderas de las que fueron linderas y así sucesivamente.

Su frase se hizo célere: “Veni, vidi, vinci” (Llegué, vi y vencí). Roma crecía y cuanto más crecía mayores eran sus necesidades.
Si el trio llegara a faltar, Roma se hundiría. La mayor parte del trigo llegaba de Egipto. Fuerza era conquistar ese país.

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Y así se hizo. Lucha desigual. Por un lado las profesionales legiones. Por otro un ejército valiente sin un general de real valía.

César venció y se estableció en Alejandría, ciudad fundada por Alejandro Magno.

La reina Cleopatra había huido y no se sabía dónde estaba, cosa que tenía sin cuidado a César.

¿Qué podía temer a una jovencita inexperta que gobernaba desde los 17 años un reino de un millón de súbditos, sin tener ninguna experiencia para ello?. Craso error !!!.

Cleopatra se había casado con su hermano de sangre Ptolomeo XII, que había muerto ahogado en el Nilo.
Los ptolomeos era una estirpe de reyes egipcios de origen macedonio, región al norte de Grecia, de dónde fue oriundo Alejandro Magno.

La joven viuda luego había contraído matrimonio con otro hermano, Ptolomeo XIII, con el cual convivía cuando César conquistó su reino.
El incesto era ritual y obligatorio.

Al ser descendientes de los dioses, solamente se podían emparentar entre ellos mismos para mantener sus dignidades.
César estaba en sus cosas y le cayó un sirviente de Cleopatra, con una alfombra como presente para entrevistarlo.

Llegado el sirviente frente a César, desenrolló la alfombra y dentro apareció una bella mujer: “Ave César, soy Cleopatra”.

La joven era bella, morena, otros decían que se teñía el pelo de rojo, sus ojos brillaban y sus labios sonreían incitadores.
César se conmovió, la miró y le gustó.
Aquella noche fueron amantes.

¿Cámo era Cleopatra?

No sabemos mucho como era Cleopatra.

Sabios han dicho que si la nariz de Cleopatra hubiera sido más corta o más larga, la faz del mundo hubiera cambiado.
Otros, con buen sentido del humor, dicen que lo único que hubiera cambiado del mundo hubiera sido la faz de Cleopatra y el mundo igualmente hubiera sido tal cual es.

Mucho se ha hablado del tamaño de sus pechos y de su cónica forma y su tez morena, pero no tanto.

Tal vez no fuera tan bella como la que protagonizó su personaje en el cine, Elizabeth Taylor, pero era lista, y sabía utilizar sus silencios y sus palabras, sus “si” y sus “no”, sus “quiero pero no” y sus “tal vez”.

Contra eso ningún guerrero por más César que fuere, podía y César era al fin y al cabo un hombre gustoso de la carne tierna, como todos los demás y le contaba a Cleopatra sus batallitas y la gata se agazapaba y lo dejaba venir.

Pirro y Aníbal fueron gurises de pecho al lado de esta tigresa, que conocía todas las tretas femeninas para engolosinar a un hombre, con una sonrisa cómplice y conquistadora.

Cleopatra supo quedar embarazada y el producto de esa unión se llamó Cesarión.

Roma lo requería a Julio César.

A pesar de todos los pesares y el “no basta que la mujer de César sea inocente, no se debe siquiera sospechar de ella”.
Pese a todo César instaló en Roma a Cleopatra con todo el lujo que formaba parte al entorno de una reina.

En aquel entonces Roma era una república y había fundadas sospechas en que César se quería proclamar emperador.
Como fue siempre y será la sociedad se dividió entre los por sí y los por no.

Los reacios a aceptarla y los que le rindieron pleitesía.

“Es fea… se tiñe el pelo…. Es de piel cetrina… es la vergüenza de Roma….”

Como nos hubiera pasado a cualquiera de nosotros, si sin decir agua va, nos caemos a casa con un camión de tales magnitudes.

El barrio murmurará y murmurará y seguirá murmurando, pero eso sí, si se tiene poder, no faltarán a las reuniones sociales.
Cuando César fue a combatir a España, Cleopatra quedó en Roma luchando por César.

Había un romano de nombre Bruto que le daba miedo a Cleopatra y decían las malas o buenas lenguas, que era hijo de César, cosa que Cleopatra se abstuvo de preguntarle.

“Cleopatra estaba en las reuniones sociales romanas para complacer, para allanar el camino a César, permitir y fomentar las discusiones políticas, las cuales le resultaban muy fastidiosas pero la ayudaban a saber que piso estaba pisando y los vientos que soplaban.”

El repudio de esposas, divorcio a la romana, estaba a la orden del día. Cicerón que la iba de moralista, le había aplicado el plan recambio a la suya, con el famoso “te repudio, te repudio, te repudio” y llévate tus cosas de mi casa y la cambió por una nueva, mucho más joven y bonita, en una palara una especie de pastilla azul para la virilidad.

Cleopatra escuchaba todo eso, acariciando, indiferente, su collar de perlas rosadas.

En el 45 A.C. Julio César volvió a Roma y en una de esas reuniones en casa de Cleopatra le presentó a Marco Antonio, joven, buena pinta, valiente, adorado por sus soldados, buen orador, de un habla graciosa y garbosa.

Ex enemigo de César y antirrepublicano y promonárquico, con César como emperador, son las vueltas que tiene la vida, que suelen ser más que las de un perro para echarse.

“Un día César iba por Roma en un carro egipcio, llevando sobre su calva una corona de laurel de oro y el pueblo preguntábase si ya no eran bastante buenos los carros romanos. ¿Qué significaba aquel carro egipcio puesto tan rápidamente de moda?

Se hizo para César una nueva silla curul copiada de los tronos de los reyes ptolomeos.

Artistas alejandrinos diseñan la nueva acuñación de moneda; técnicos de Alejandría reorganizaban el sistema financiero de la tesorería romana, hasta el Circo romano era administrado por empresarios alejandrinos.
El calendario romano, un tanto alejado de la realidad, era caóticamente puesto a punto por sacerdotes, hasta que César con la ayuda de matemáticos y astrónomos egipcios había cambiado la antigua forma de contar las fechas de vencimientos de rentas e intereses.

En esto se aproximaron “los idus de marzo del año 44”. Sus amigos le advirtieron que se estaba tramando algo contra él. No hizo caso.

“Mejor morir de una vez que temer a la muerte toda la vida”.

Y pasó aquello de “e tu Brute”, la conspiración fue en el propio senado y todos los conspiradores le envainaron sus espadas en el cuerpo a lo que César atinó a decir “¿Y tu Bruto también?”.
23 puñaladas recibió en su cuerpo.

Cleopatra quedó sola y pensó que Cesarión sería proclamado su sucesor. Marco Antonio la embarcó para Egipto y en Roma quedó un triunvirato integrado por Octavio, Marco Lápido y Marco Antonio.

Cleopatra desde Egipto joven aún y con toda su fuerza femenina se puso en campaña poniendo la mira en la persona de Marco Antonio.

Con César Cleopatra había utilizado el cerebro pero con Marco Antonio, el que tenía a su alcance a todas las mujeres del imperio, puso también en funcionamiento su cerebro y lo conquistó con el arte erótico, la lascivia, que era un don natural heredado de sus antepasados.

Antes de partir de Roma, ya lo había enredado en sus redes, aunque ni él se había dado cuenta.

Claro está que en aquella época, las noticias volaban a pesar que se utilizaban las galeras y no los Boeings, Marco Antonio salió a un tour por Asia Menor y hete aquí que tuvo la maladada idea, si es que fue él el que la tuvo, de encontrarse con Cleopatra.

La embarcación con que se presentó al encuentro Cleopatra, fue digna de una reina, que lo era, egipcia, pero reina al fin… y como mujer, con ciertos planes.

Remos de plata, velas de púrpura, trono de marfil, rodeada de las más bellas esclavas y Marco Antonio no pudo con los acontecimientos y en lugar de esperarla marchó a su encuentro.

El trono, era casi un diván, cubierto por un toldo de seda con hilos de oro y adolescentes impúberes disfrazados de cupidos le abanicaban entre nubes de incienso.

El entorno era más de una diosa que de una reina.

Oro y púrpura, flores aromáticas, muebles de ébano y marfil, como sería que Marco Antonio quedó asombrado.

Como broche de oro Cleopatra se lo regaló y él con sus 42 años y ella con sus 29 zarparon rumbo a Alejandría.

¿Se enamoró Cleopatra de Marco Antonio? No apuesto ni a que si, ni a que no, aunque las cartas están dadas vuelta y a la vista, pero cuando la limosna es grande hasta el Santo desconfía.

La ambición de Cleopatra era firme e inextinguible.

Un día apostó con su amante a que en una sola comida gastaría diez millones de sestercios. Para ello disolvió una perla en vinagre, que valía cinco millones y se la bebió y cuando iba a hacer lo mismo con otra, los jueces pararon el evento y la declararon vencedora.

Ese alarde fue para torcer a Marco Antonio, el cual se había peleado con Octavio, después que Lépido hubiese desaparecido del triunvirato.

Octavio avanzaba en su conquista de territorios romanosa muy buen ritmo.

Marco Antonio fue dos veces a roma y se había hundido para siempre en sus ambiciones y volvió a Egipto donde en el ínterin Cleopatra había dado a luz dos gemelos Helios (Sol) y Selene (Luna).

Pero en sus vueltas por Roma, Marco Antonio se había casado con una hermana de Octavio.

Los teleteatros de hoy adolecen de poca imaginación y podrían perfectamente inspirarse con estas comedias de enredos palaciegos, que son históricas y verídicas y no exageradas por la ficción, claro sí que llevadas adelante por la ambición.

Marco Antonio se casó con la hermana de Octavio, no por hermosa, sino para ser cuñado de Octavio.

Ni en un pueblo chico hay tantos parentescos cruzados, claro que en aquella época el procedimiento de los divorcios era mucho más rápido que ahora.

Vuelto a Alejandría festejó triunfos mentidos, que no había obtenido y repudió por tres veces a su esposa romana, quedando, en consecuencia, divorciado y se casó con la reina egipcia Cleopatra.

En el testamento depositado en el templo de Vesta, nombró a Helios soberano de las provincias del Este y a Cleopatra y a Cesarión soberanos de Egipto y Chipre.

Eso significaba la ruptura del Imperio Romano y Octavio recuperó el testamento y le dio publicidad en el Senado. Roma se indignó.

Octavio declaró la guerra a Cleopatra, indirectamente a Marco Antonio y mandó una flota de guerra.

La flota romana era de 400 barcos y la de Marco Antonio de 500. Los de Marco Antonio eran pesados y no pudieron con los rápidos romanos.

Hubo una retirada de barcos egipcios que fue interpretada por Marco Antonio como una traición.

A Marco Antonio le dijeron que Cleopatra había muerto.

Marco Antonio se suicidó con su propia espada, pero no murió de inmediato y tuvo tiempo de sentir el juramento de amor de Cleopatra y brindó una copa de vino por ella y expiró.

Cuando Octavio llegó a Alejandría, Cleopatra lo espera desnuda, pero él la ignoró y sus artes para manipular hombres e imperios, de nada le valieron con Octavio y este le ordenó acompañarlo a Roma como rehén para su entrada triunfalen condición de prisionera.

Cleopatra pidió una cesta de higos en la que le trajeron un aspid gris de cieno, cuya mordedura es mortal.

Hay varias versiones una que le picó en un brazo, otra que se hizo picar en un seno y otra en amos senos.

Octavio no pudo salvarla y fue enterrada con Marco Antonio.

Cesarión hijo de César y Cleopatra fue asesinado.

Helios y Selene fueron trasladados a Roma y sometidos a la tutela de la primera esposa de Marco Antonio.

Cleopatra de esta forma entró en la historia y en las leyendas de amor.

3 comentarios en «Cleopatra; La amante exótica»

  • La realeza nace con responsabilidad de subsistencia y Cleopatra utilizaba todas sus artimañas para cumplir ese propósito y embaucar al enemigo para traicionarlo era siempre mas económico que ir a la guerra: Cleopatra era una artista en eso y gran estratega. Pero no se sabe si tenia encantos fisicos se supone que si,pero lo que no cabe dudas es que era una verdadera maquina de seducir a todo lo que se le pusiera en el camino de su reinado.

  • Que bella historia la de Cleopatra fue toda una heroína, confirma lo que es el amor, son momentos de sufrimiento y momentos de felicidad. como una leona, Cleopatra era tremenda, hacía lo que debía hacer para defender su reinado siendo joven y mujer ni quiero imaginar todos los problemas a los que tuvo que enfrentar en su propia nacion. le falló la ultima jugada con Octavio. luego derrotada, sola y sin ejercito no quiso perder su dignidad.
    Me encantó,
    Bss Rita

  • Esta es una buena copia resumida de un capitulo, con el mismo nombre, del libro “historia de las historias de amor” de Carlos Fisas. No comprendo si nico quiso “copiar” o solo “resumir” la historia que escribio este talentoso escritor español. saludos

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