Cuesta creerlo

Estaba leyendo en Búsqueda de 17 de marzo de 2011, un artículo titulado ‘Policía detiene a jóvenes por “su aspecto”’,…violando “normas constitucionales”.

En el documento “Justicia penal juvenil, elaborado por un abogado del Observatorio del Sistema Judicial, publicado en diciembre con el auspicio de UNICEF, se analiza la aplicación del Código de la Niñez y la Adolescencia en Montevideo, Maldonado, Salto y Paysandú, desde su entrada en vigencia en 2004 hasta 2008 y entre otras conclusiones a que llega establece: “Son detenidos entre otras circunstancias por su aspecto, por estar en determinados lugares o por que se supone que existe un aumento de los delitos en alguna zona determinada”.

Entiendo bien lo que dice, aunque no justifico muchas cosas y sobre todo, cuando escribimos en un ambiente seguro, abrigado, bien comido, con un buen sueldo o tal vez un poco mejor, sentadito en un escritorio, eso lo entiendo, pero no justifico que se le ponga el sayo de transgresora a nuestra policía, la cual no goza de un buen sueldo y está siempre en la mira, mientras los inocentes de referencia andan los menos pertrechados con cachiporras, los un poco mejor dotados con cortes y cuchillos y los que cacarean en el gallinero, con revólveres 38 o armas de mayor calibre, eso si menores de edad o con un menor cerca para alivianar la cana, cargándole el fardo.

Al día siguiente, en el abrigo hogareño, esperamos ver en el noticiero, los charcos de sangre de comerciantes asesinados por unos miserables pesos para la pasta u otro menor asesinado en un ajuste de cuentas o simplemente porque se negó a dejarse robar los zapatos deportivos de marca o el celular o la campera.

Me pregunto si tiene más valor el estar en actitud sospechosa, que la vida de un funcionario policial muerto en cumplimiento de su deber.
Sigo preguntando, como cualquier Juancito el preguntón, el derecho de propiedad ¿no está amparado por la constitución? y la ¿actitud sospechosa tiene protección constitucional?

El otro día firmé convencido en la baja de la edad de imputabilidad ante la gravedad de ciertos delitos y tenía una duda, por qué no se hacía por la vía legal y no por una norma constitucional que es más pesada para su ajuste.
Este abogado me convenció a contrario sensu de que tenía que hacerlo por la vía constitucional.

Les pido disculpas a los lectores por haberme desbordado por la pasión e irme a temas que no son los habituales en esta columna, pero si nos callamos la boca, terminamos siendo todos cómplices de este derrumbe de la sociedad.
Hay cosas que cuesta cree o tal vez acostumbrarnos a ellas.

Cuando chiquilín, jugábamos a la pelota en la calle, cosa que estaba prohibida por la Policía, que lo era por nuestra propia seguridad, en el sentido que no fuera a atropellarnos un automóvil, aquellos meteóricos que venías raudamente a 30 o 40 kmts. por hora, en calles que pasaba uno cada media hora. No olviden que el camino Maldonado, fue calculado para una promedio de tránsito vehicular, de unos cuarenta por día, mire que no me equivoqué por día, no por hora.
Hoy extramuros pasa esa cándida de vehículos por hora trayendo el surtido al almacén de la esquina y si lo duda póngase a contar todas esas camionetitas blancas o esas chinas que no tienen ni caja y no cuente los de los vecinos.

Por favor no se ponga a contar los coches que duermen de noche en el cordón de la vereda y podrá apreciar sensiblemente la diferencia de los tiempos.

Si quiere que se le pongan los pelos de punta le digo que el Banco de Seguros del Estado atiende en CTI a cinco repartidores de comidas a domicilio por accidentes de tránsito y esos no están en picadas sino que están laburando.

Mientras los coreanos eran vapuleados por los yankees, según las películas occidentales, donde todos los chinos, japoneses, alemanes, coreanos, eran giles y los muchachitos siempre eran rubios y de ojos celestes y las sabían todas, nosotros jugábamos a la pelota en la clandestinidad del guardiacivil de la esquina, las cuales no tenían nombre propio como ahora, sino que eran de goma por dentro, con piripicho para inflarlas y forradas de tela, a las cuales llamábamos pelotas playeras.

Trabajaban los de Funsa, las textiles y las doñas que las cocían a máquina.

Claro que los coreanos perdieron la guerra con los americanos y les pasó como a todos los que pierden la guerra, Alemania, Italia, Corea, Japón, Vietnam, pasaron al frente, y como consecuencia de ello ahora se consiguen las coreanas o chinas a dólar la docena de de plástico que duran un suspiro, pero de las otras no hay más.
Están trayendo pescado congelado de Vietnam, con el tema de las radiaciones en el Japón, creo que tendrían que estudiar un poquito el tema y darle vida a nuestros pescadores.

Volviendo a la clandestinidad futbolero callejera, estábamos en un picado y solapadamente el guardiacivil de la esquina nos sorprendió y se hizo del útil.
Mientras conversábamos con el hombre en un descuido le manotee la pelota y se la pasé al Luiggi Gallo y este la agarró y se la devolvió al policía, el que se quedó con la pelota.

Pensar que el tano terminó trabajando en la Jefatura, sí ahí, en el Efebeyí.

No lo hizo con mentalidad de tira sino que era hijo de emigrantes que no sabían que en este país tenían derechos y si los pescaban en una de esas los corrían a patadas, no olvidar que venían con muchos años de la escuela del Benito Mussolini
Me tuve que entregar a la autoridad para salvar la guinda y decirle al policía que vivía en la casa donde estaba parado en la puerta, él, no yo.

Era un arrésteme sargento y póngame cadenas…
Vino la vieja, el guadiacivil le comentó el agravante de mi desacato de manotearle la pelota y blah… blah… blah… y se llevó la pelota y la dejó en el almacén de la esquina, no se iba a quedar de guardia con la pelota abajo del brazo.
La conversación fue después con mi vieja adentro de mi casa, que si fuera hoy en día, daría lugar para hablar de violencia domestica, no sé si la chancleta es un agravante o no, pero la cosa anduvo en esos términos.

Cuando llegó el viejo al mediodía a almorzar, tuve mi segundo capítulo, aunque mi viejo siempre me enseñaba lecciones de vida y no de chancleta, nunca me tocó un pelo, pero las miradas y los silencios eran tremendos.
Me agarró de la mano y fuimos al almacén de la esquina donde estaba el guardiacivil y mi viejo le dijo: “Así que Ud. le sacó le pelota al chiquilín!!!.
Si señor, dijo el guardiacivil.

“¿Y Ud. no sabe que la pelota es mía, porque el no es dueño de nada? ¿No sabe que los menores no pueden tener nada?. ¡Al chiquilín lléveselo preso, aquí lo tiene, pero la pelota me la devuelve inmediatamente, porque es mía!”.
Pensé que por lo del desacato o yo que sé, mi viejo me quería ver en cana como escarmiento.

El policía entregó la pelota y el viejo le dice: “y con el chiquilín que va a hacer”.
“No, no déjelo en libertad que es chico” y ahí nos fuimos.

Aprendí dos cosas a respetar lo que es la autoridad tanto la paterna como la policial.
Claro que nosotros que éramos de barrios pobres, pero de gente de trabajo, que nos enseñaban directa o indirectamente los valores, llámelos chancleta mediante o un susto con el policía.

Aprendíamos a que había lugares donde se podía ir tranquilo y otros cuidándose, pero no había muchos lugares prohibidos.
Claro que estamos hablando de barrios pobres y no de tajos y puñaladas.
Los líos se arreglaban a las trompadas cosa que se veía muy salteado y por muchachos jóvenes.

Los chorros tenían sus códigos como ser en el barrio no se afanaba.

Hoy roban hasta en el merendero y después algún ciudadano docto, cobrando sus buenos honorarios escribe para órganos internacionales, indicando que acá no respetamos las normas constitucionales, por prevenir los delitos a cometer o que les cometan.

Qué tiene que estar haciendo, en la calle, un menor a altas horas de la noche, salvo que haya ido a la Universidad esa, de la que se jacta haber concurrido el señor Eugenio Toyos, cuyos diplomas muchas veces son cuestionables.

Los menores de noche con la familia en la casa, ese es el lugar más adecuado y con menos represión y más averiguaciones de la actividad de gente de dudosa calaña.

Lo siento estimado doctor pero yo vivo en el mundo sobre el cual Ud. teoriza y creo que cuando sobra la teoría es porque falta la práctica, le vendrían bien unos años en los juzgados de familia o de menores y después encarar un informe en serio, con conocimiento de causa.

Piense Doctor que tal vez uno de esos muchachos mal vestidos que se lleva la policía “en averiguaciones”, tal vez le salve esa noche de un ajuste de cuentas o de un comerciante gatillo fácil y la policía le haya salvado la vida.
Nosotros jugábamos a la pelota, hoy asaltan y matan.