19 abril 2024
CRÓNICAS

Del fútbol de potrero al espectáculo y la televisión

En la escuela del barrio Palermo, durante el recreo nos llevaban a la placita que está frente al cementerio Central, Gonzalo Ramírez, Yaguarón (hoy, Aquiles Lanza) e Isla de Flores.

Mientras las chiquilinas comadreaban entre ellas y las maestras hacían lo propio, cuidando un poco el orden, los varones de sexto año teníamos partido de fútbol.

Los zapatos Incalcuer aguantaban fenómeno, los pelaba en la parte de cuero un poco el pedregullo, pero la suela intacta. No se puede decir lo mismo de los pantalones buzo (antepasados de los jogins) porque a los que éramos medio chambones y nos mandaban al arco una atajada sobre el balasto significaba un agujero en el pantalón y otro en el cuero de la rodilla, así que había que atajar de parado lo más posible. Claro que la sangre se calienta y después había que arreglar el lío en casa, por desajustar el presupuesto, con un par de pantalones nuevos o un remiendo sacado de otro pantalón buzo que ya había pasado a mejor vida. Quedaban los pantalones como si tuvieran la rodillera del lado de afuera, pero seguían tirando.

Eran partidos en serio, tan en serio que teníamos de juez, con pito y todo, al maestro, que se divertía con nosotros porque las maestras eran una manga de viejas y no había ninguna suplente en edad de merecer. Teníamos maestro, porque las suplentes no duraban, por la mala conducta del grupo y se iban llorando y renunciaban, hasta que nos mandaron al maestro López y ahí no podíamos ni pedirle prestada la goma al del banco de al lado, porque con un bufido nos despeinaba.

En lo mejor del partido el negro Justo Alberto Espinosa (que con el tiempo fue un gran gramillero en los lubolos) agarró la guinda y como buen negro hizo cualquier maravilla y arrancó para el arco. Bueno, arco un decir arco no era, sino un montón de piedras con alguna túnica arriba para marcar el límite. Espinosa iba gastando el útil (como dicen los comentaristas de fútbol) y derechito para el arco y suena el pito y se siente un grito: “qué cobrás la puta que te parió”. Si señor, con todas las letras. El maestro era maestro, era hombre y era juez. El habilidoso Espinosa era jugador y alumno. Había en la situación cierta incompatibilidad. No hubo necesidad de recurrir al tribunal de penas de la A.U.F., simplemente lo echó y por una semana estuvo suspendido en el fútbol. Eso era lo que más amargó al niño Espinosa. En la escuela como si no hubiera pasado nada, claro que el negro no dio revancha ninguna al maestro, porque se le fue la boca, pero no era estúpido.

Pasó el tiempo, años y estaba trabajando en Punta del Este, armando y corrigiendo unas pruebas de un libro ajeno. En la plaza de Maldonado me encuentro una noche con el negro Espinosa, el negro Fortes, compañero de trabajo y los Barbat, el grande y el chico, del barrio.

Estos habían sido contratados para actuar en el Portón de San Pedro, un local muy distinguido, en una casa señorial de Maldonado, que había puesto como lugar nocturno, cena y show, todo de gran calidad, Antonio “Taco” Larreta.
La entrada de los negros lubolos era como a las once de la noche y como integraban el Teatro Negro Independiente, el que había hecho los contactos con Taco, fue el Dr. Francisco Merino, al que el Teatro Negro Independiente le dio satisfacciones, le sacó canas verdes y le costó una fortuna en dinero tapando agujeros ajenos. Es incalculable las tortillas de analgésicos que debe de haber tomado don Francisco a la salud del Teatro Negro Independiente. Ese apostolado que hizo el Dr. Merino ha sido olvidado por los que hoy se llenan la boca de la palabra “yo” hablando de la cultura afro y del doctor no se acuerdan ni por las tapas.

Volviendo al encuentro con un ex compañero de escuela y con un compañero de trabajo, ambos amigos, saltó la peregrina idea de que como era temprano podríamos ir al bajo de Maldonado (todo el bajo se resumió en un solo boliche) a tomar algunas grappas con limón. Dicho y hecho, pero siempre teniendo presente la obligación asumida de no hacer quedar mal al Dr. Merino y que blah, blah, blah, y que no digan después que andamos haciendo cosas de negros… De buenas intenciones está empedrado el infierno. Cerca de la hora de empezar la función marchamos para el Portón de San Pedro y yo entré a la pieza que hacía de camerino como si fuera un utilero de los actores. Estaban los Barbat y parece que había una pica entre el Barbat grande y el negro Fortes, yo calculo que era por alguna dama. Pero en los hechos se manifestó con que a Fortes le faltaba el pantalón de lubolo (blanco con rayas celestes finitas) y le llevaba la carga a Barbat grande porque decía que el le había agarrado o cambiado el pantalón (imposible de distinguirlo porque eran idénticos). El pantalón apareció o nunca había desaparecido, pero la bronca y la grappa seguía haciendo efecto. Salió la cuerda de tambores, con ese pasito de costado y cortito y maliciosos como suelen serlo, Barbat grande iba adelante y Fortes atrás, no por casualidad y todo el tiempo le fue pateando de punta el tobillo al de adelante, menos mal que el disfraz era con alpargatas de yute, dolía pero no lastimaba. El público no se enteró y la cosa quedó ahí.

Si hubo algún error no se notó por dos cosas porque el público era en su gran mayoría argentino y los argentinos de candombe no saben nada.
Taco muy contento, todo muy bien y los invitaron a cenar a los actores. Me excusé y seguí siendo espectador.

Un matrimonio mayor argentino, invita a su mesa al Barbat chico. Los memoriosos, si habían nacido, tienen que recordar el programa Decalegrón con Enrique Almada, Ricardo Espalter, Eduardo D’Angelo y Julio Frade que tenía un sketch que eran estos actores vestidos como viejas solteronas, una de ellas sorda y la sobrina que era mal arreada y tocaba el piano en forma casera (Frade) y la mucama era el negro Barbat chico vestido de tal. Era desopilante, porque además era como el mes de enero –no tenía un día fresco- con su voz ininteligible y aguardentosa y sus compañeros de escena se deleitaban complicándole la vida y complicándose ellos mismos el número, aunque en rigor tenía un argumento elemental y se improvisaba en forma magistral.

Volviendo a los anfitriones argentinos del negro Barbat chico, la señora no tenía la menor idea de que podía pasar cualquier cosa y lo trataba como si fuera un muñeco, un monito o una mascota y el homenajeado por suerte entre la grappa y algún vino de contrabando que se había pasado a bodega, hablaba papúa elemental y yo que entendía lo que decía sentía vergüenza ajena por las promesas totalmente indecorosas y soeces que le hacía, pero por suerte no llegaron a concretarse ni a enterarse de las mismas y yo aproveché la oportunidad e hice mutis por el foro.

6 comentarios en «Del fútbol de potrero al espectáculo y la televisión»

  • buena historia. yo pense que en algun momento don COMUSTE iba a escribir de futbol. si no se me enoja, tiene mas pinta de telenovela que algo deportivo. lo malo es que las eroinas me las dejo todas afueras de primera de cambio. yo me acuerdo de un barbat que atajo en central y danubio—-calculo que no fue ninguno de los hermanos que nombra la nota. el espinosa que cuenta que jugaba bien agarro pal carnaval—no lo estoy criticando porque es una muy linda telenovela. arreglamos un poco lo del remate final y sale lo felicito

  • Dale chachito q mala onda&%$@..LO MISMO SIEMPRE
    A mi me parecio interesante saber entretelones de esa epoca.
    Si no te gusta chau lee otra
    Es de mal gusto lo que HAAAACEEEEEESSSSS

  • A mi me parecio buena la historia. Me hace recordar cuando era pibe y jugaba a la pelota con mis amigos. Tambien hoy veo algunos que estan bien y otros mas o menos. Y cuando los veo recuordamos lindos momentos. No entiendo a ése que lo agarra para la pavada y el chiste. Se Q te veo en y en varios lados y te dicen PARA LA MANO NENENENENENENENENENE

  • Parece que al comentarista chacho el mundo tiene forma de pelota y todo lo que hay en el es para patearlo. La anécdota de los Espinosa, Fortes y los Barbat le interesa si pateaban la pelota. Todo es fútbol. Insultar al maestro para él es una cosa normal porque es dentro del fútbol. Debe ser hincha del Rápido Cisterna.

  • Bueno parece que todos me dan palo. Pero hoy hice algo buen. Miren la sesion de futbol y veran. No se enojen…tomelon con HUMORRRR

  • Hola. Voy a meter la cuchara entre tanta opinión masculina. La historia esta buena y no tiene nada que ver con futbol. Tiene que ver con la vida, la amistad en la niñez y los cruces de camino y el reencuentro cuando son adultos. Lo del futbol fue mostrar algo que los chicos comparten como pasatiempo enesas edades. Y luego crecen y cada uno va haciendo su propia historia. Los reencuentros son de lo mejor. En estos tirmpos la onda es hacer reuniones por facebook del reencuetro con los alumnos del cole y del liceo…esta bueno….sobre todo ver comocambia la gente, para bien y a veces para mal…

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