20 abril 2024
MUNDO

El Choclo

En nuestra tierra y en el río de la Plata se han dado fenómenos musicales que han trascendido fronteras, no las del propio barrio del río ancho como mar, sino que han llegado al hemisferio norte o al lejano oriente.

En nuestra patria oriental negros, italianos, judíos, armenios, gallegos, cuando se siente el borocotó chas chas, borocotó chas chas, del candombe, todos, absolutamente todos, menos los sordos, mueven rítmicamente los pies, claro que el tamboril cruzó el mar dulce y en Argentina disfrutan también del candombe, tal vez, el Dr. Alberto Castillo, el médico cantor de tangos argentino, nos haya dado una buena mano en ese cruce de fronteras.

El tango universal fue La Cumparsita, de Gerardo Matos Rodríguez, estrenado en la Giralda, lugar que hoy ocupa el Palacio Salvo, mandado a construir por unos prósperos tenderos Ángel, José y Lorenzo Salvo y en su momento el segundo más alto de Sudamérica.

El yerno de don Ángel, un financista apresurado, su yerno, como quería juntarse con los dineros sucesorios antes de la muerte natural de Salvo, lo mandó matar por un cómplice suyo, el taxista Guichón.

Claro que Bonapelch era un bueno para nada, porque aparte de idear el asesinato de don Ángel, imitaba a Gardel en todo, su ídolo, vistiéndose igual al mago, peinándose con goma de tragacanto (la gomina de la época) y con parte del producido del homicidio mandó construir una casa en Carrasco-Punta Gorda, y se la regaló al Mago, casa que creo que nunca usó y que hoy es propiedad de la IMM y funciona un biblioteca pública, en la calle Podestá casi Bolivia.

Pero mi idea de hoy no era Matos Rodríguez sino un tanto también universal, de autor casi anónimo, compuesto en 1898 por un violinista étnicamente negro, llamado Casimiro Alcorta, que murió en la miseria y hoy totalmente olvidado, pero dicha música fue orquestada por Angel Villoldo y estrenado en 1903.

Lo que es esta tierra crisol de razas, la famosa marcha de San Lorenzo del Ejército Argentino, es de un autor negro uruguayo Cayetano Alberto Silva en 1903 y recuerdo que esa marcha fue una de las que se escucharon cuando la coronación de la reina Elizabeth II de Inglaterra, claro que por los años 50, pero no se preocupaba tanto por la Malvinas Argentinas, como el Presidente Luis Batlle Berres y las broncas con el peronismo desde la patria de Artigas.

Pero mi inspiración de hoy por El Choclo fue porque vi por internet una versión del tango que me dejó orgulloso de ser rioplatense y que de este río ancho como mar haya salido esta música para el mundo, con versión yanky “Kiss of fire” (Beso de fuego) como veremos más adelante.

La melodía del tango, característica de la llamada «Guardia Vieja» del tango, su estreno fue el 3 de noviembre de 1903 por la orquesta de José Luis Roncallo, quien había transcrito la partitura, en El Americano, un restorán de categoría del centro de Buenos Aires.

Para evitar conflictos con el dueño del local en una época en la que el tango era asociado a las clases marginales, Roncallo presentó la obra como una «danza criolla».

Diríase que sin atardeceres y noches porteños de aquel entonces no puede hacerse un tango y que en el cielo espera a los porteños la idea del tango, su forma universal (esa forma que apenas deletrean La Tablada o El Choclo), y que esa especie venturosa tiene, aunque humilde, su lugar en el universo.
Choclo es la forma nuestra para referirse al maíz.

El propio Villoldo dijo que se refería al choclo, para él el ingrediente más sabroso del puchero, pero también circulan otras explicaciones, relacionadas con el sobrenombre de un supuesto compadrito cuyo pelo era del color del choclo o con una doble intención propia de los ambientes prostibularios donde nació el tango, relacionándose la palabra “choclo” con el miembro viril.

La letra original de Villoldo hacía referencia efectivamente al alimento. Más tarde escribió otra versión con el título Cariño puro.

Una versión de Marambio Catán está escrita desde el punto de vista de un malevo (me llamaban el choclo compañero).

La versión más popular es la de Enrique Santos Discépolo (1947), que rememora el origen del tango como forma de vida.

Pero mire amigo, que gente lo interpretó: Ángel Vargas cantó la letra de Marambio Catán.

La letra escrita por Discepolín en 1947 fue estrenada ese mismo año por Libertad Lamarque en la película mexicana Gran casino de Luis Buñuel.
Otra de sus intérpretes destacadas fue Tita Merello, que lo incorporó como parte de su repertorio básico.

Entre otras orquestas, fue acompañada por la del maragato Francisco Canaro.

La orquesta de Juan D’Arienzo grabó también El choclo en dos oportunidades.

En 1952 la melodía fue adaptada por Lester Alien y Robert Hill con el título Kiss of Fire (Beso de Fuego) (1952), aunque reconocieron la autoría de Villoldo en la partitura publicada.

Cambiaron dos compases de la primera parte, agregaron un fraseo de inspiración flamenca a la segunda y eliminaron por completo la tercera.

El 19 de marzo de 1955, Louis Armstrong grabó Kiss of Fire, en cuya ocasión se citó explícitamente como autores a Villoldo, Marambio Catán y Santos Discépolo.


Esta versión inspiró una película homónima en 1955 interpretada por Jack Palance con un contexto completamente anacrónico: la colonización española de los actuales Estados Unidos.

En la película de Ken Russell Valentino (1977), Rudolf Nuréyev baila el tango con una coreografía bastante heterodoxa.


Julio Iglesias la incluyó en su álbum de 1996 Tango.

Por ello, Julio Iglesias tuvo juicios y debió pagar a los descendientes de Enrique Santos Discépolo y Roberto Goyeneche

El choclo – “El choclo” y su curiosa adaptación en inglés
Es sin duda, después de “La cumparsita”, el tango más difundido.

Por qué “El choclo”. Irene Villoldo, hermana del compositor, se lo aclaró alguna vez al cantor Juan Carlos Marambio Catán. He aquí sus palabras: «“El choclo” era en realidad un personaje malevo y “fioca” que había sentado sus reales en las inmediaciones de Junín y Lavalle, a quien se le denominaba así por el color de sus cabellos.»

La referencia es interesante porque desmiente aquella frase sobre el origen del título que Francisco García Jiménez puso fantasiosamente en labios del compositor: «Pa’ mi el choclo es lo más rico del puchero.»


Cuando Villoldo escribió la primera letra del tango, se cuidó que el cafishio que le daba título no apareciera en ella:

Hay choclos que tienen
las espigas de oro,
que son las que adoro
con tierna pasión.

Años después, le acopló nuevos versos bajo el título “Cariño puro”. Sin embargo, ninguna de sus dos letras apareció en la partitura, que fue editada en 1905, lo que llevó a la mayoría de los historiadores a creer que ésa era la fecha de la obra.

En los años 30, el ya mencionado Marambio Catán le adaptó una letra más, que fue entonada por Ángel Vargas:

Y me llamaban El Choclo,
compañeros,
tallé en los entreveros
seguro y fajador.

Pero fue en 1947 cuando Enrique Santos Discépolo le otorgó sus estrofas definitivas:
«Con este tango que es burlón y compadrito/ se ató dos alas la ambición de mi suburbio», que estrenó Libertad Lamarque en la película mexicana “Gran casino”, dirigida por Luis Buñuel, pero de la que Tita Merello hizo una verdadera creación.

En castellano la letra de “Beso de fuego”, algunos de cuyos versos rezan:

Beso tus labios y, al besarlos, centellean,
y una vez más a tus caricias hoy me entrego.
Ante el peligro de tu llama que me invade
he de rendirme a tu fatal beso de fuego ( … )
Dame tus labios y tu amor por esta noche
y que mañana sea lo que el diablo quiera.
Y aunque después me condenara y consumieran
quiero ese fuego de tu besar.

Sin embargo, a pesar de lo narrado, “El choclo” continuó siendo “El choclo” y “Beso de fuego” sólo una simpática curiosidad, bellamente interpretada por Armstrong.

Un comentario en «El Choclo»

  • El tango es el tango aunque no me gusta y lo veo antiguo me recuerda a los abuelos y no quiero que muera nunca.

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