18 abril 2024
CRÓNICAS

El día llegó

No tenía claro si iba a ir al aeropuerto o no. Así de sencillo, no me gustan las despedidas, aunque son como las bienvenidas, pero al revés.

Claro que hoy no es como en la época de mi bisabuelo, o de mis abuelos.

Puerto gallego

Cuando salían de la aldea los gallegos, lo más probable que fueran solos al puerto porque a los que quedaban no les daban los medios para ir de la casa de piedra hasta el barco.
En muchos casos ellas partían por haber dado el mal paso y por la vergüenza o la boca del cura se venían a América a recuperar la honra perdida por amor.
La despedida venía a ser en aquel entonces como atornillar la tapa del ataúd y llevarlo a cementerio, sin tener una tumba a donde ir a llorar al emigrante.

Casas viejas en Galicia

Se venían a América, si les iba mal, volver era una derrota total, en la que se habían gastado unas miserables pesetas, que le había prestado algún pariente más acomodado, a cambio de sacárselos de encima, de la eventual herencia en vida, de un antepasado común, para quedarse con unas leiras, un hórreo y ser una boca menos a la mesa.
No se documentaba nada ante el notario y la usura era causa de broncas futuras, que como no sabían escribir lo suficiente no les daba ni para una correspondencia que aclarara la cosa y los hijos de los emigrantes, quedaban siempre con la duda de como había sido la cosa.

Leira con hórreos

Si les iba bien y hacían unos buenos cartos, se tenían que quedar en América, para seguir cuidando la lechera que les había producido ese dinero, ayudándola a que diera más, como un avaro seguir contando y contando, sin disfrutar nada más que el hecho de contar los cartos, hasta que un día los encontraba la huesuda, se acordaba de ellos y desprevenidos, los llevaba para el campo de los ñatos y como las mortajas no tienen bolsillos, los pesos los disfrutarían los hijos o los nietos, dando buena cuenta de tanto sacrificio, en mucho menos tiempo que le llevó al finado juntarlos.

Mi abuelo salió para Cuba y la temperatura igual en verano que en invierno y de día como de noche, lo corrió para esta bendita tierra donde la pobló con siete hijos y yo tuve la friolera de 32 primos.
Los impulsos de aquellos inmigrantes no lo tuvieron sus nietos que a lo sumo tuvieron tres hijos el que más.

Claro que América le pagó el favor a Europa devolviéndole una segunda o tercera generación como inmigrantes con pasaporte de la Unión Europea, que rumbeaban para hacer tareas que acá no estaban dispuestos a realizar, claro que la paga era mejor, se compraban el automóvil antes que la casa, al revés de los que vinieron para acá que lo primero era el techo, después el lugar de trabajo (panadería, almacén) y después, tal vez el vehículo.
Ahora se volvió a entreverar la cosa, vi un video en Europa, los islamitas de raza negra, a los golpes con las mujeres en España, Italia, hasta en Inglaterra y la policía no da a abasto para reprimirlos.

Se está repitiendo aquello de los Marielitos los que en cualquier chalana de mala muerta usaban los emigrantes clandestinos de Cuba para cruzar las 90 millas hacia la Florida y naufragaban muchísimos y se ahogaban sin llegar a la ansiada cuna del dólar.
No digo que a los africanos no les pase lo mismo al cruzar el Mediterráneo, pero los veo como una fuerza no común en Europa.
Una de las pruebas más claras fue el campeonato mundial de futbol de Moscú, con las selecciones francesa e italiana, o los apellidos españoles en los jugadores franceses y alemanes.

Pero mi ida al aeropuerto fue más feliz porque se iban de paseo a New York mis dos hijas, dejando a maridos e hijos y con vacaciones matrimoniales se fueron a disfrutar de la gran manzana, una semanita.
La menor no le tiene miedo al avión, no así la mayor que sufre como una condenada en el vuelo.
Claro que el viaje de ellas y el de nuestros antepasados nada que ver el uno con el otro.

Celular mediante les vemos las caras pantalla y whatshap mediante estamos compartiendo el viaje desde acá permanentemente.

El vuelo lo seguí totalmente paso a paso, viendo además la demora que se comieron en Sao Paulo hasta el aterrizaje en el John F. Kennedy, fotos del apartamento alquilado y pagado por mail, los rascacielos de la Gran Manzana, todo al instante.
Los de antes venían acinados en la bodega de un barco que ponía un día, por cada hora que pone un avión hoy, incomunicados totalmente, a suerte y verdad.

Un viaje es un viaje, pero hoy lo hacen más cómodamente, y ponen en ir a New York, el doble de tiempo de lo que nos lleva ir a Rivera en ómnibus, y ni que pensar lo que será dentro de unos años.

Que todo sea para bien…

Un comentario en «El día llegó»

  • Tal cual esa fue la triste historia de todos los que llegaron hace 100 o 200 años atras a llenar la america de distintas partes del mundo.

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