18 abril 2024
CRÓNICAS

En el atardecer de la vida

Tres historias parecidas de la vida real y de un fuerte amor.

Nacía el año y, acaso sin saberlo, un joven calabrés reproducía en una foto de su Facebook una de las mayores obras de arte de la humanidad.

Durante la celebración en su casa familiar del sur de Italia, Giancarlo Murisciano (28) tomó en brazos a su abuela de 87 años, enferma de Alzheimer, y la sentó sobre su regazo.

Esa “Piedad” sentimental que Giancarlo posteó para mostrar su amor por la nonna enferma que lo crió recorrió el mundo.

En el epígrafe podía leerse: “En el pasado eras vos quien me tenías sobre tus piernas, ahora lo hago yo, abuelita, sin vergüenza y sin temor, para recordarles a todos que la vida hay que vivirla y pelearla”.

Pocas semanas antes, viejo amigo compartía un video en donde se lo ve junto a su madre, también enferma de Alzheimer, poco antes de que ella fuera internada.

Él le habla tiernamente de los nietos en un intento de suavizar el extravío de esa mujer de rostro dulce y aniñado que sufre porque no sabe dónde está.

Las imágenes de la nonna a upa y de la mamá fascinada por la voz de su esposo de toda una vida (“sos maravilloso”, le dice) son de una ternura que te estruja el corazón.

La madre de Raúl, tiene 70 años y está enferma desde hace diez.
Fue una activa madre de tres hijos y docente durante tres décadas en diferentes colegios y organizaciones de Montevideo, hasta que comenzó a tener problemas de memoria.

Luego de la internación, fue progresivamente perdiendo cualquier grado de cercanía con los suyos.

“Ver a tu esposa, una madre añosa, asustada es lo peor que puedes imaginarte y ver cómo se va alejando de vos lentamente es irreal”, dijo Raúl, durante una inolvidable escena en la que visita a su madre, quien, sumergida en el limbo de la enfermedad, ya no lo reconoce.

Joseph posteó también fotos de otro momento de la nueva intimidad familiar.

Sus padres cumplirán 50 años de casados en agosto.

Joseph, su padre, hizo pulir la alianza y adaptarla para la nueva y delgada medida del dedo de su esposa.

Las fotos muestran el momento en que le lleva el anillo a su nueva residencia, una semana después de la internación.

Por su sonrisa y por el beso que se dan, ella parece aún recordarlo o, al menos, recordar que ese hombre que está junto con ella le hace bien.

La literatura y el cine tratan el tema del Alzheimer con frecuencia.

Sin embargo, las fotos del beso que se dan los padres de Joseph cuando él le pone la alianza me estrujaron el corazón.

Ya nunca serán los mismos.

Seguramente todos alguna vez imaginamos cómo será ese bloqueo vacilante de la memoria y qué se sentirá al desconocer a quienes amamos.

Algunos ya vivimos el desgarro de ver cómo los ojos que más nos amaban dejaban de reconocernos, sin embargo no hay manera de saber cuáles son las sensaciones que inundan una mente sin recuerdos.

Es duro pensar en perder las fotos de tu vida, aquellas en las que buscas apoyo cuando es necesario abrazarse a la felicidad: los vestidos floreados de tu abuela, el aroma a bizcochuelo en la cocina de mamá, las caras de tus hijos al nacer, sus sonrisas cuando conocieron el mar, un concierto conmovedor, una bailarina de Degas, la primera vez que viste la nieve, la humedad de la arena bajo tus pies y los de tu amor una noche de verano.

Algunos tenemos la fortuna de poder escribir y fijar así el esplendor de una vida: un buen conjuro contra la angustia y la vaguedad de la incertidumbre.
Pero no alcanza.

Por eso, tal vez, es que además elijo pensar que todo vuelve, como en la historia de Giancarlo y su abuela o en la de Joseph y su mamá.
Siempre creí que, sobre el crepúsculo, cuando se va cerrando nuestra historia, lo que recibimos está directamente relacionado con lo que dimos.

Que se entienda: no hablo de un intercambio de cuidados entre los miembros de una pareja o entre los mayores y los más jóvenes de la familia

Yo también tuve lo mío.

Mi madre viejita, gastadita, se fue a sentar en la cama y le erró y casó sentada en el duro piso.

Consecuencia fractura de cadera que a esa edad y por el deterioro físico no pudo abordarse quirúrgicamente.
Ella nos pudo criar a nosotros tres hermanos varones, pero nosotros tres, no pudimos conservar a una viejecita.

Tres mujeres empleadas para atenderla sirvieron para desvalijarle las pertenencias de valor económico y nosotros no pudimos atenderla porque una señora de las de antes, no se dejaba atender por sus hijos varones, ni verle ni siquiera la bombacha, eran las dueñas del pudor, las que lo conservaban.

Una madre puede criar a tres hijos, pero tres hijos no pueden criar a una madre, esa es una ley inexorable de la vida.

Empezamos con el tema escaras, pomadas para evitarlas y la consiguiente higiene, solamente realizable por las empleadas, manos masculinas nones, luego vino la internación, y entrar en coma.

El coma es una gran ayuda para el paciente poder soportar las soporíferas horas de internación ni todo lo que circula alrededor, como pacientes que ingresan y egresan por una vía o por la otra y donde están los viejitos por lo general egresan por la peor vía.

No conocí a Magurno, un alto cargo en la mutualista Asociación Española Primera de Socorros Mutuos, un factótum.

Nunca lo vi en mi vida, famoso, algún amigo mío lo conocía, pero no le fue a hablar.

En estos casos llamémosle gráficamente terminales, les dan a los pacientes un alta y en crudo castellano para que vayan a morir a la casa porque un paciente internado cuesta mucho dinero a la institución.

A mi madre nunca le dieron el alta, siguió internada por obra y arte de no sé quién, mía por supuesto que no, ni de mis hermanos que estaban en la misma condición que yo.

Esto transcurrió cuando liberaron al Gral. Seregni en la época de la dictadura, en que yo estaba de la mano de mi madre, a falta de palabras buenas son unas caricias, o simplemente tenerme de la mano como me tuvo ella en los momentos gratos o ingratos de la vida.
De su mano aprendí a escribir, a dibujar, a cruzar la calle.

Cuando la salida de prisión política del Gral. Seregni por Boulevar Artigas, fue el tal escándalo, automóviles y todo tipo de vehículo haciendo sonar las bocinas, a pesar de que la dictadura todavía tenía su poder y noté que mi madre se movía un poquito en la cama y le dije bajito al oído “Vieja soltaron a Seregni” y ella me apretó mi mano, como comunicándome que había recibido el mensaje.

Si lo recibió o no jamás lo sabré, dado que lleado el momento se fue sin volver del vendito coma, aunque en el fondo de mi corazón creo que se enteró igual del retorno a la democracia de nuestra bendita patria.

A mis hijas no les pude dar ni una joya de la abuela, que las tuvo y bastantes porque era la forma en que mi padre le hacia los regalos, porque las presuntas cuidadoras habían dado buena cuenta de ellas, no sé si fue una o fueron las tres, eso es el pasado y las joyas cumplieron su función en el momento oportuno en que mi padre se las regaló a mi madre, y la joya más preciada de todas y de mi vida se fue con ella y no las necesita más y mis hijas no las conocieron y por ende no las extrañarán.

Que todo sea para bien…

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