19 abril 2024
CRÓNICAS

Fútbol pasión, fútbol mafia

Soy hincha de Rampla Juniors por herencia y socio vitalicio, mi padre fue de los fundadores de Rampla en la Aguada, de ahí su nombre anacrónico o lunfa de Rampla por Rambla.

Como todas las cosas que encaré en mi vida lo hice con pasión, pero sin violencia de ningún tipo.

Varadero del Cerro

Recuerdo cuando niño que mi viejo me llevaba al Parque Nelson en el vaporcito al Cerro y me enseñó que no había que apurarse para bajar del vaporcito, porque siempre había algún abombado que resultaba hombre al agua, y a veces más de uno.
Eso lo aprendió yendo a trabajar a los frigoríficos cuando la crisis del 30, donde se agarró una bronquitis que le duró toda su vida.
Contaba mi padre que antes de que yo estuviera en la superficie del planeta tierra, él agarraba la cachila, y se iba del Palermo al Cerro con mi vieja, que no era vieja, y mis hermanos mayores chiquilines a tomar mate y ventilar a mis hermanos y a la patrona.

El clásico vaporcito al Cerro

Buscando la “nena”, yo soy el quinto hijo varón y último de la vejez, o sea que esa parte de la vida de ellos, la viví en lo que me contaban, claro que son cuentos familiares repetidos que se nos hacen carne en nuestra idea y nos quedan casi, y sin un casi, como vividos.
Una tarde jugaba Rampla y Cerro y mi hermano mayor fanático de Rampla y del fútbol, aunque era un patadura y el segundo, el Gordo, tanto le daba fútbol como mirar pescar, ambas cosas lo aburrían.

El Viejo para que entrara al Parque Nelson, época en que los niños solos podían entrar sin peligro al fútbol, y visto que era el clásico de la Villa le dijo a mi hermano no futbolero, “andá que en cualquier momento se arma piña” y el Gordo entró a la tribuna “para ver el lío que se iba a armar”, lo que no tuvo en cuenta, era que el lío que le dijo Papá era para concretarse eventualmente por razones circunstanciales del juego y no necesariamente podrían darse en el espectáculo.

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Al final del primer tiempo volvió a la cachila y no quiso volver a la cancha porque no hubo ninguna bronca.

Eso era en aquellos tiempos de guapos, en que las broncas se resolvían a trompada limpia, no se pateaba al caído ni se llevaban armas, donde una cortaplumas o navaja tuviera más de tres dedos era considerada un arma y el policía de la esquina te la decomisaba.

El muerto del partido de Rampla con Peñarol, no fue un hincha de Rampla, ni el matador, tampoco fue de Rampla, sino fue una bronca entre manyas, entre gente de la pesada y tan en la grosa estaba la cosa que no se discutió para nada la participación de un ramplense en el hecho.

En aquel entonces no existían armas y la pesada, hoy barra brava, tampoco existía, se podría armar una bronca si algún jugador no iba para adelante como correspondía, recuerdo que hubo un entrenador en Peñarol, que al que echaba para atrás, lo tapaba en el vestuario, excepto a uno que lo sacó y cuando bajaba la escalera del túnel de antes, le dio el tal voleo en el culo que bajó sin pisar escalones.

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No quiero poner nombres, pero el que cascaba a los jugadores patrinqueros era un jugador de mucho prestigio y su apellido comenzaba con “G” y el técnico del boleo era de apellido “L”.

Un amigo, que ya no está, jugó en el Villa Española y era de los buenos y guapos, bah… los que no eran guapos no jugaban en el Villa y cuando dejó de jugar iba a ver los partidos bien cerquita del alambrado y jugaba en el Villa un hermano de su sangre, que era de los buenos, pero no iba para adelante, como mi exigente amigo pretendía y del alambrado lo relajaba, porque no corría todas las pelotas, porque no metiera para adelante y tanto lo relajó, todo el tiempo, que unos de la hinchada del Villa, que no lo conocían como ex jugador a mi amigo, lo agarraron a las trompadas por relajar a su puntero izquierdo y así le quedó el ojo en compota de una piña que no pudo parar a tiempo y lo lució por bastantes días.

Claro que eso era fútbol y los hinchas del fútbol y algunos más que hinchas fanáticos enfermos.

En los últimos tiempos el fútbol no, las parcialidades se han desnaturalizado demasiado y la pesada actúa como si fuera una secta, sin llegar a serlo exactamente, actúan con una conducta sectaria.

Es decir, el individuo se integra al grupo y no en todos los casos está de acuerdo con sus reglas.

El sujeto cumple con los cánones del grupo, actúa subordinado y acatando, no obstante al salir de este círculo, su conducta logra readaptarse a sus propias pautas.

Para el adepto a una secta, la realidad se haya dentro de esta, sea en el grupo o su doctrina.

Ésta es el mundo real, y fuera de ella todo es de desconfianza y superfluo.
En el caso de los grupos con conducta sectaria la teoría del “lavado de cerebros” no es del todo aplicable, ya que todos podemos pertenecer por convicción o no, siendo este último atribuido a la necesidad.
Ya que casi se podría afirmar, que casi todo el mundo está involucrado en algún tipo de conducta sectaria, lo que habría que saber es si el grupo al que se pertenece es una secta.

¿Cómo saber si ese grupo es una secta?

Podrá ser el fútbol, la política partidaria, el antimachismo, no el femiminismo puro y simple, sin el a ultranza, el que todo lo ve exclusivamente desde ese punto de vista exclusivamente, los veganos y no vegetarianos, los que proponen cambios en ideas y dogmas se creen ser los dueños de la verdad absoluta, todas las demás ideas son equivocados.
Se proponen cambios en los hábitos de lenguaje, vestimenta, etc.
Se proponen ser parte de una nueva vida en grupos desvinculados de lo normal con referencia a la verdadera comunidad de origen.

Segregación u odio hacia otros grupos ya sean religiosos, étnicos, minoritarios, marginales, entre los que se encuentran las aficiones a determinados gustos, como ser los deportivos, y todo lo que ello conlleva.
Gratificaciones o contribuciones que va desde una entrada gratuita o una dosis de algo o la cura de un mal inesitente, del que el participante es usuario o adicto.

Exigencias de participación días y horarios, colaboración voluntaria o rentada.

A los tontos y a su dinero se les engaña fácilmente.
No seas tonto.

Usa el sentido común y los medios a tu alcance para decidir si vas a practicar un cierto culto deportivo o no.
Falsos profetas y fraudes abundan en todas las actividades humanas, religiones, negocios, etc… y el fútbol no son una excepción, por lo contrario los hinchas fanáticos son proclives.

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Si estas en uno de esos grupos, y quieres seguir creyendo contra toda filosofía de vida, estas perpetuando la falta de honestidad y las mentiras.
Se está lindando en lo que podemos o podríamos llegar a llamar mafia es un término utilizado a nivel mundial que se refiere a una clase especial de crimen organizado, extendido desde su origen sl sur de Italia a cualquier grupo del crimen organizado, con similares características independientemente de su origen o lugar de acción.

La Mafia nació en la región de Sicilia, Italia, en donde se autodenominó Cosa Nostra, aunque agrupaciones similares fueron comunes en Irlanda, Reino Unido y Estados unidos.

En su origen era una confederación dedicada a la protección y el ejercicio autónomo de la ley (justicia vigilante) y, más adelante, al crimen organizado. Sus miembros se denominaban a sí mismos «mafiosos», es decir, ‘hombres de honor’.

Los miembros de los distintos clanes mafiosos emplean una serie de «códigos de honor», inviolables, de los cuales el más conocido es la omertà o ley del silencio, eso en otros países, en nuestro medio tienen otro idioma.
Con el paso del tiempo, el término mafia se ha generalizado y, en la actualidad, se emplea para denominar a grandes grupos dedicados al crimen organizado u otras actividades sospechosas (por ejemplo la mafia rusa, la Tríada china o los Yakuza japoneses).

Estamos llegando en el fútbol, como en otros niveles de la vida a algo muy similar a un calco de la mafia originaria y por qué no? de las copias de ella.
En mi barrio no existían muros, ni verjas, ni rejas, ni alarmas ni cercas eléctricas, los perros andaban sueltos en la calle.

Empezamos con el muro y hoy llegamos a donde llegamos, pagando importantes sumas a empresas de seguridad, para vivir enrejados y presos en nuestras propias casas.

Con el fútbol me quedo afónico gritando un gol de Rampla o de Uruguay, pero no en el estadio Olímpico o el Centenario, sino sentado en el living de mi casa, mirando el televisor con algún amigo, como para actuar entre nosotros dos o tres a nivel de hinchada como la de antes, pero a nivel doméstico y sin peligros.

Es muy duro bancarse un nudo en la garganta solo, sin nadie que se compadezca de uno.

Es como tomar mate dulce o en un vaso, es mate por la yerba pero no tiene gusto a mate, prefiero el tereré que por lo menos es auténtico.

El mal no está solamente en el fútbol, sino que se da en casi todos los deportes porque en el baby fútbol los padres de algunos niños se creen que son el Maestro Tabárez y Vito Coglione al mismo tiempo, y con su ejemplo son casi peores que las barras bravas.

Se da en el básquet ball con muertos, no olvido a la muchacha del partido de Aguada mirando por el balcón que recibió el balazo.

Que lindo que era una tarde de sol en el estadio rodeado de amigotes, comerse un chorizo bien berreta al pan o morirse de frío debajo de un buen chaparrón hinchando por el cuadro de nuestros amores y desde el Olímpico ver la península de Montevideo y todo el resto de la ciudad, espero que todo eso no quede en el pasado y que vaya volviendo, aunque recuperar costumbres idas es más difícil que adquirir las nuevas.

Que feo y que mal retrogusto nos trae haber perdido cosas tan hermosas, y no debemos olvidar que el “ajuste de cuentas” es un término mafioso, no un neologismo de los nuevos tiempos.

Veo como una tentativa de solución suspender el fútbol a puertas abiertas hasta que los cretinos de siempre entiendan, como entendieron lo hooligans ingleses, en su momento y ahora se comportan como señoritas.
Que todo sea para bien.

Un comentario en «Fútbol pasión, fútbol mafia»

  • suspender el futbol no hay que sacar a los pocos matones para dejar que siga llendo la gente de bien

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