19 abril 2024
PERSONALIDADES

Heroes de la humanidad 4 bis

Un héroe como Raoul Wallenberg se merece dos capítulos en esta historia, los cuales le salieron muy caros.

Pero bien pagaron la cantidad de vidas que él salvó a cambio de nada.
Pues si a cambio de un árbol en la Avenida de los Justos en Jerusalem.

Las acciones de rescate de Wallenberg

El tiempo corría en su contra. Cuando Raoul Wallenberg llegó a Budapest en julio de 1944, Adolf Eichmann -personalmente a cargo de la solución final en Hungría- ya había ordenado deportar a más de 400.000 judíos, hombres, mujeres y niños. Entre el 14 de mayo y el 8 de julio habían sido evacuados en 148 trenes de carga. Cuando Wallenberg llegó a Budapest, sólo quedaban 200.000 judíos en la capital.

Eichmann preparaba un plan para limpiar a toda la población judía de Budapest en un período de 24 horas. En un informe a Berlín, había escrito que ”los detalles técnicos tomarían unos días.”

Raoul Wallenberg 2

Si se hubiese llevado a cabo dicho plan, el viaje de Raoul Wallenberg hubiese sido en vano. Pero el Jefe de Estado, Miklós Horthy, recibió una carta del Rey Gustav V de Suecia que llamaba a detener las deportaciones de judíos. Horthy tuvo que recurrir a su coraje.

Le envió una nota al Rey Gustav V diciéndole que había hecho todo lo que se encontraba a su alcance para garantizar el respeto por los principios de humanidad y justicia. Se cancelaron las deportaciones alemanas. En la frontera se detuvo un tren que transportaba a 1.600 judíos y se lo envió de vuelta a Budapest.

Sorprendentemente, los alemanes aprobaron la detención de las deportaciones. La razón podría ser que durante ese período uno de los máximos líderes nazis, Heinrich Himmler, estaba comprometido en un juego muy arriesgado. Alemania perdía la guerra y Himmler creía que podría negociar una paz por separado con los aliados Occidentales. Quizás, su anhelo era mejorar su posición de negociación reduciendo la presión sobre los judíos. Mientras tanto, en Hungría, Adolf Eichmann esperaba una nueva oportunidad.
El jefe de la Legación sueca en Budapest en ese momento era el ministro Carl Ivar Danielsson. Su segundo era el Secretario Per Anger.

Raoul Wallenberg se convirtió en el líder de un departamento especial que estaba a cargo de defender a los judíos. Incluso antes de que llegara Wallenberg, Valdemar Langlet, líder de la Cruz Roja húngara, estaba colaborando con la Legación sueca. Langlet alquiló edificios a nombre de la Cruza Roja y puso carteles tales como ”Biblioteca sueca” e ”Instituto de Investigación sueca” en las puertas. Estos edificios eran utilizados como escondites para judíos.

Wallenberg no recurrió a los usos y costumbres de la diplomacia internacional. Sorprendió a sus colegas suecos con métodos poco convencionales. Utilizó desde sobornos hasta amenazas. Cuando sus pares diplomáticos comprobaron el éxito de las gestiones de Wallenberg, se unieron a él con ahínco y dedicación.

Los pasaportes de protección creados por Wallenberg.

La primera tarea de Raoul Wallenberg fue diseñar un pasaporte de seguridad para ayudar a los judíos en sus relaciones con las autoridades. Wallenberg sabía que las burocracias alemanas y húngaras tenían una debilidad por la simbología. Imprimió entonces los pasaportes en azul y amarillo (los colores nacionales de Suecia) con el escudo de las Tres Coronas en el medio, y los completó con numerosos sellos y firmas. Obviamente los pasaportes de protección de Wallenberg no tenían ningún valor según las leyes internacionales, pero imponían respeto tanto a nazis como a sus aliados.

En un comienzo Wallenberg sólo tenía permiso para emitir 1.500 pasaportes. Sin embargo, logró persuadir a las autoridades húngaras para que le permitieran emitir otros 1.000 y, a través de amenazas vacías al Ministerio de Relaciones Exteriores de Hungría, logró elevar la cantidad a 4.500 ejemplares.
Para cumplir con su misión contó con la ayuda de cientos de personas. Todos eran judíos, pero al trabajar para Wallenberg estaban exceptuados de lucir la Estrella de David.

En agosto de 1944 el jefe de estado húngaro, Horthy, despidió a su primer ministro pro alemán y nombró al General Lakatos para sucederlo. La situación de los judíos mejoró sustancialmente. Debido a la presión diplomática, orquestada y ampliada por Raoul Wallenberg, Adolf Eichmann ya no podía ”resolver el tema húngaro” tal como lo había planeado.

Wallenberg consideró entonces que su departamento en la Legación podía ser suprimido y que estaba en condiciones de regresar a Suecia. Creía que las tropas soviéticas que estaban invadiendo Hungría con éxito, pronto liberarían Budapest del yugo nazi.

El 15 de octubre, Miklós Horthy anunció que estaba buscando la paz por separado con los rusos. Pero, apenas finalizó su discurso radial las tropas alemanas tomaron el control de la situación. Horthy fue derrocado y reemplazado por el líder de los nazis húngaros, Ferenc Szálasi, líder de los ”Cruz Gamada”, tanto o más temidos que los nazis por sus crueles métodos en el trato de los judíos.

Adolf Eichmann pudo así retomar su labor inconclusa.

Wallenberg debió retomar su lucha sin descanso. Con frecuencia fue testigo inoportuno de atrocidades. En muchos casos logró salvar a sus propios colaboradores judíos de las manos de los ejecutores. Sus únicas armas eran su coraje y su conducta inquebrantable.

Multiplicó las ”Casas Suecas” hasta el número de treinta. Se trataba de edificios situados en el distrito de Pest, donde los judíos podían buscar asilo. Una bandera sueca ondeaba sobre la puerta de las viviendas, cada una de ellas declarada por Wallenberg como territorio sueco. En estos refugios llegaron a residir 15.000 personas.

Las otras misiones diplomáticas en Budapest comenzaron a emitir pasaportes de seguridad siguiendo el ejemplo de Wallenberg. Diplomáticos de otros países se inspiraron y abrieron sus propios ”refugios” para los judíos perseguidos.

Hacia el final de la guerra, cuando las condiciones eran totalmente desesperantes, Wallenberg emitió una versión simplificada de su pasaporte de seguridad, una página de mimeografía que sólo contenía su firma. En el caos prevaleciente hasta eso era útil.

El nuevo gobierno nazi-húngaro anunció que todos los pasaportes de protección eran inválidos. Wallenberg no bajó los brazos. Conoció y sedujo a la Baronesa Elizabeth ”Liesel” Kemény, esposa del ministro de Relaciones Exteriores. Con su ayuda logró reinstaurar la validez de los pasaportes.

Mientras esto sucedía, Eichmann comenzó sus brutales marchas de la muerte. Llevó a cabo su prometido programa de deportación al forzar a grandes contingentes de judíos a abandonar Hungría a pie. La primera marcha comenzó el 20 de noviembre de 1944. Las condiciones a lo largo de la ruta de 200 kilómetros entre Budapest y la frontera austriaca eran tan espantosas que incluso algunos nazis protestaron.

Miles de judíos marcharon en columnas sin fin, hambrientos y con grandes sufrimientos. Raoul Wallenberg permaneció con ellos continuamente, distribuyendo pasaportes de seguridad, comida y medicina. Se turnaba para amenazar y sobornar a los nazis hasta que logró asegurar la liberación de aquellos que poseían pasaportes suecos.

Cuando Eichmann comenzó a deportar a los judíos húngaros en trenes de carga, Wallenberg intensificó sus acciones de rescate. Mientras los vagones estaban detenidos en la estación, trepaba, corría sobres sus techos y entregaba pilas de pasaportes de seguridad a los ocupantes.

En una ocasión soldados alemanes recibieron la órden de dispararle, pero estaban tan impresionados por el coraje de Wallenberg que descargaron sus armas apuntando hacia arriba en forma deliberada. Lejos de amilanarse, Wallenberg bajó ileso de los vagones y reclamó airadamente la liberación inmediata de los judíos que tenían pasaportes de seguridad para que regresaran a la ciudad junto a él.

El departamento de Raoul Wallenberg en la Legación sueca creció continuamente. Llegó a emplear a 340 personas. Otras 700 personas también vivían en las oficinas del departamento.

Hacia finales de 1944 Wallenberg había expandido sus operaciones a lo largo del Danubio, desde Buda hasta el distrito de Pest, dónde se encontraban los dos ghettos judíos. Los mínimos conceptos de ley y órden que habían existido con anterioridad, ahora habían desaparecido. El movimiento de los Cruz-Gamadas, la policía y las fuerzas armadas alemanas compartían el poder en una alianza precaria.

Wallenberg buscaba desesperadamente gente que pudiera ser sobornada. Encontró un aliado muy poderoso en Pa´l Szalay, un oficial de alto rango en la fuerza de policía que también pertenecía a los Cruz-Gamada. Luego de la guerra, Szalay fue el único miembro de esa fuerza pro-nazi que no fue ejecutado. Por el contrario, fue liberado en reconocimiento por sus esfuerzos para proteger judíos ayudando a Wallenberg.

Durante la segunda semana del mes de enero de 1945, Raoul Wallenberg supo que Eichmann estaba por poner en práctica una masacre total de los judíos que vivían en el mayor ghetto de Budapest. La única persona que podía evitarlo era el General August Schmidthuber, comandante de las tropas alemanas en Hungría.

Szalay se encontró con Schmidthuber y le entregó una nota que declaraba que Raoul Wallenberg se aseguraría de que el general sería considerado enteramente responsable por la masacre y colgado como criminal de guerra al finalizar la contienda. La masacre fue cancelada a último momento como resultado de esta intervención.

Dos días después llegaron los rusos y encontraron 97.000 judíos vivos en los dos ghettos de Budapest. Junto a otros que pudieron evitar el exterminio, el número aproximado de judíos sobrevivientes se estimó en 120.000.

De acuerdo con Per Anger, amigo y colega de Wallenberg, el diplomático sueco es responsable de haber salvado alrededor de 100.000 judíos.

¿Qué le sucedió a Raoul Wallenberg?

El 13 de enero de 1945, soldados soviéticos se encontraron con un hombre que los estaba esperando, solo y parado junto a la entrada de un edificio en cuya fachada flameaba la bandera sueca. En correcto ruso Raoul Wallenberg le comunicó a un sorprendido sargento que él era el encargado de negocios sueco en las zonas liberadas de Hungría.

Wallenberg obtuvo permiso para visitar los cuarteles militares soviéticos en Debrecen, al este de Budapest.

Salío de la capital el 17 de enero, con una escolta militar soviética. Junto a su chofer se detuvo en cada una de las casas suecas en donde se despidió de sus amigos. A un colega, el Dr. Erno Peto, le dijo que no estaba seguro de si era huésped de los soviéticos o su prisionero. Raoul Wallenberg pensó que estaría de vuelta en una semana. Nunca regresó.

Aún no se sabe si Wallenberg está vivo o muerto. Los mismos rusos dicen que murió en una prisión soviética el 17 de julio de 1947. Sin embargo, existen testimonios de muchos testigos que indican que todavía podría estar vivo.

Antes de discutir la detención de Raoul Wallenberg, debemos hacernos dos preguntas. Primero, ¿por qué quería contactarse con los rusos en Debrecen? Y segundo, porqué lo detuvieron.

En noviembre de 1944, Raoul Wallenberg había creado una sección en su departamento que, bajo su supervisión, delinearía un plan detallado de ayuda económica para los judíos sobrevivientes. Los rusos no tenían la misma actitud para con los judíos y probablemente eran incapaces de comprender a una persona que dedicaba todas sus energías a salvarlos De este modo, Wallenberg consideraba importante encontrarse con los comandantes soviéticos y explicarles sus planes futuros.

Posiblemente los soviéticos pensaban que el trabajo de Wallenberg tenía un motivo oculto. Y con seguridad sospechaban que era un agente estadounidense. También sospechaban de los contactos que Wallenberg tenía con los alemanes.

Wallenberg y su chofer Vilmos Langfelder nunca regresaron de Debrecen. De acuerdo con testigos confiables, fueron detenidos y llevados a Moscú. Fueron encerrados por la NKVD, la organización predecesora de la conocida KGB. Según el testimonio de testigos, Wallenberg y Langfelder fueron encarcelados en diferentes celdas en la prisión de Lyublyanka.

Pero Wallenberg no era el único diplomático en Budapest que despertaba sospechas soviéticas. También la Legación Suiza había realizado un intenso trabajo de ayuda a los judíos húngaros. Allí los rusos detuvieron a un secretario de la Legación, junto con un empleado de la misma y los cambiaron por ciudadanos soviéticos que habían sido detenidos en Suiza.

Tomó un tiempo antes de que la gente en Estocolmo se empezara a preocupar por la desaparición de Raoul Wallenberg. En una carta al embajador sueco en Moscú, el viceministro de Relaciones Exteriores Dekanosov declaró que”las autoridades soviéticas han tomado medidas para proteger a Wallenberg y sus posesiones.”

Naturalmente, los suecos esperaban que Raoul Wallenberg volviera pronto a casa. Cuando nada sucedió, la madre de Raoul, Maj von Dardel se puso en contacto con la embajadora Aleksandra Kollontai, quién le dijo que podía quedarse tranquila pues su hijo estaba en buenas manos en la Unión Soviética.

Por el mismo tiempo, la señora Kollontai le dijo a la esposa del Ministro de Asuntos Exteriores sueco Christian Gunther, que sería conveniente para Wallenberg que el gobierno sueco no armase un gran escándalo.

Pero Aleksandra Kollontai fue retirada a Rusia y el asunto tomó un nuevo rumbo.

El 8 de marzo de 1945, la radio húngara controlada por los soviéticos anunció que Raoul Wallenberg había sido asesinado mientras se dirigía a Debrecen, probablemente por nazis húngaros o agentes de la Gestapo. Esto instó al gobierno sueco a tomar las cosas con cierta pasividad. El nuevo ministro de Relaciones Exteriores, Osten Undén y el embajador sueco en Moscú asumieron que Raoul Wallenberg estaba muerto. Sin embargo, hubo gente que no tomó seriamente el anuncio.

Muchos observadores han señalado que inmediatamente después de la guerra, Suecia tuvo una oportunidad para negociar la liberación de Wallenberg pero no la aprovechó.

En 1965, el Primer Ministro de Suecia, Tage Erlander, pronunció un discurso que está incluido en una colección de documentos sobre los esfuerzos para hallar a Raoul Wallenberg. Erlander declaró que todos los intentos para encontrar a Wallenberg directamente después de la guerra no los habían conducido a nada.

De hecho, las autoridades soviéticas negaron en todo momento cualquier conocimiento del destino de Wallenberg. De acuerdo con Erlander, entre 1947 y 1951 no ocurrió nada nuevo que fuera de relevancia. Pero a medida que se empezaban a liberar a extranjeros de las prisiones Soviéticas, nuevos testimonios sobre la suerte de Raoul Wallenberg salieron a luz.

En abril de 1956 el Primer Ministro Tage Erlander y el ministro de Interior Gunnar Hedlund viajaron a Moscú. Alli se reunieron con importantes representantes soviéticos de la talla de Nikita Krushchev, Nikolaj Bulganin y Vjatjeslav Molotov. Los rusos prometieron investigar.

El 6 de febrero de 1957 los soviéticoa anunciaron que luego de intensas investigaciones habían hallado un documento relacionado a la suerte de Wallenberg. El documento manuscrito declaraba que ”el prisionero Wallenberg, que es conocido por ustedes, murió ayer a la noche en su celda.” Estaba fechado el 17 de julio de 1947, firmado por Smoltsov, jefe de la prisión de Lyublyanka y dirigido al Ministro de Seguridad del Estado, Abakumov.

Los rusos dijeron en su carta a los suecos que desafortunadamente Smolsov había muerto en mayo de 1953 y que Abakumov había sido ejecutado a consecuencia de purgas realizadas en el ámbito de la policía de seguridad. Los suecos tenían muchas sospechas sobre la veracidad del documento, pero los rusos se aferraron a su versión.

De acuerdo con el testimonio de varias personas que estuvieron en prisiones soviéticas luego de enero de 1945, Raoul Wallenberg estuvo encarcelado durante los años 50. Por supuesto, esto contradice la versión del gobierno ruso.

En 1965, el gobierno sueco publicó un nuevo informe sobre el caso Wallenberg. Había publicado uno anterior en 1957. De acuerdo con el nuevo informe, Erlander había hecho todo lo posible para averiguar la verdad sobre Wallenberg.

El tema Wallenberg ingresó en una fase en la cual no sucedería mucho. El flujo de prisioneros de guerra de la Unión Soviética había empezado a menguar y no aparecían nuevos testigos. Sin embargo, a finales de 1970, el tema Wallenberg revivió.

Dos testimonios que el Ministerio de Relaciones Exteriores sueco encontró muy interesantes fueron utilizados como elementos para una carta al gobierno soviético por la cual se solicitaba que el tema fuera investigado nuevamente.

La respuesta del Kremlin fue la misma que antes: Raoul Wallenberg murió en 1947. Tomando como base material adicional considerado confiable, el Ministro de Relaciones Exteriores Ola Ullsten envió una nota al Premier ruso Aleksei Kosygin a principios de los años ’80. La respuesta fue la misma de siempre, Raoul Wallenberg había muerto en 1947.

¿Todavía está vivo Raoul Wallenberg? Durante 1980 hubo un creciente interés sobre Wallenberg en el mundo. En 1981 fue declarado ciudadano honorario de los Estados Unidos, en 1985 de Canadá y en 1986 de Israel. En todo el mundo existe una fuerte creencia de que todavía está vivo. Miles de personas han exigido su liberación del encarcelamiento ruso.

En Suecia y en el extranjero, especialmente en los Estados Unidos, asociaciones voluntarias continúan sus esfuerzos para encontrar respuestas al enigma. Pero, a pesar de la apertura de numerosos archivos secretos desde el colapso de la Unión Soviética en 1991, la suerte de Wallenberg continúa siendo un misterio. (Ver el epílogo de Per Anger más abajo.)

Durante los últimos años el Comité Raoul Wallenberg de Suecia ha desarrollado un diálogo fecundo con alumnos de escuelas de Suecia y del exterior tratando temas como la xenofobia, los conflictos religiosos y la persecución, actitudes que en los peores casos pueden conducir a situaciones como las que motivaron la misión de rescate de Wallenberg en 1944.

El creciente flujo de inmigrantes en muchos países de Europa occidental ha elevado las tensiones y provocado explosiones de violencia, poniendo de manifiesto la necesidad de intensificar los esfuerzos en éstas áreas del conflicto social.

Sólo durante 1994, Sonja Sonnenfeld del comité visitó 100 escuelas en Suecia y Alemania para hablar con los alumnos sobre compasión, tolerancia, racismo, xenofobia y neonazismo. En su opinión los ”siete años han resultado ser los más prometedores en discusiones grupales”, abiertos, intrépidos, inmunes a la presión de los compañeros, curiosos y con ganas de comunicarse, inclinación esta última que disminuye a medida que los niños crecen.

Luego de sus incomparables esfuerzos humanitarios, Raoul Wallenberg terminó siendo un prisionero de por vida, un destino cruel e irónico para un hombre que lo sacrificó todo para darle al prójimo una oportunidad de vivir en libertad. Pero en todo el mundo, la gente continúa rindiéndole homenaje como a un héroe, en reconocimiento por su valentía y esfuerzo a favor de los derechos humanos.

Un comentario en «Heroes de la humanidad 4 bis»

  • Este buen hombre su gesto altruista de salvar muchísimos judíos de la muerte fue recompensado por
    El asesino Stalin haciéndolo matar, porque el odiaba tanto a los judíos como el asesino Hitler

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