24 abril 2024
CRÓNICAS

Indiferencia

Anteayer de tarde me quedó grabada la palabra “indiferencia” y la frase citada de Antonio Gramsci, fundador del partido comunista italiano con Palmiro Togliatti, “La indiferencia es el peso muerto de la Historia”.

De noche saqué al cachorro que me trajo papá Noel, al frente del terreno, para que cumpliera con el débito de hacer sus necesidades en el pastito y no en un lugar inapropiado como ser dentro de la casa, porque después el lío lo tengo yo.

Estaba en ese menester cuando siento una voz, desde la negra boca de lobo, de la más auténtica oscuridad, que es la calle a pesar de que pago $ 160.- a la IMM por concepto de luz gas de mercurio, la que ilumina a cien metros del otro lado de una sangrador de un ex tajamar, por lo que también pago otra partida por concepto de la evacuación de aguas pluviales, sin perjuicio de pagar también el saneamiento, como Dios manda, bah… Dios no se mete en esas cosas, más bien debe ser el Diablo.

A la voz recién le vi la cara cuando se arrimó a la reja del portón, y por ende a la luz de mi casa, noté que era un tipo de edad indefinida, que modulaba mal, pidiendo pan duro o un plato de comida del mediodía, parecía deficitario mental o drogado o borracho, o las tres cosas y me tendió la mano a través de la reja para saludar y le estreché la mía.

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Metí la mano en el bolsillo y encontré unas monedas entre ellas una de $ 50.- y se las di, para que se la tomara o comiera o las snifara lo que sea, era un problema de él y yo le arrimaba algo para que lo solucionara.

Seguía con la conversación divagante y le pedí me excusara y me volví para mi casa.

Mientras escribo esto, en el día de hoy, por la noche también, me entero por un vecino, vía telefónica, que no saliera porque andaba la policía persiguiendo a unos ladrones que saltaban por los muros escapando armados.

Pensé para mí le erré por 24 horas, para ser parte de un lío feo, aunque había sacado al perro un rato antes.

Uno no puede hacer mucho por los demás, pero cuando encara la cosa y piensa en las tripas chiflando de este infeliz que no puede dormir por el hambre, y si lo gasta en pasta podrá dormir, porque con lo que le di no le alcanza ni para un refuerzo de mortadela.

Según la RAE: “Indiferencia, del latín indifferentĭa, es el estado de ánimo en que una persona no siente inclinación ni rechazo hacia otro sujeto, un objeto o un asunto determinado.

Puede tratarse de un sentimiento o una postura hacia alguien o algo que se caracteriza por resultar ni positivo ni negativo”.

Pero esta viene a ser la indiferencia pasiva, no la activa que es rayana con el desprecio y se hace notar al otro.

El gran Mahatma Gandhi dijo: “Lo más atroz de las cosas malas de la gente mala es el silencio de la gente buena.”

Esto viene a ser el no te metás tan en boga en nuestros tiempos.

Recuerdo una escena de una película creo que con Dustin Hoffman si mal no recuerdo, que transcurría en Nueva York y había una persona caída boca abajo en la vereda, como muerta o desmayada y la gente, miles de personas de la gran manzana, pasaba al lado sin mirarla, cada cual en lo suyo ignorando al caído.

Lo vi una vez en una importante mutualista donde las colas rodeaban a un viejo caído en el piso y pasaban hasta camillas y ni pelota y no pongo el nombre de la misma para evitar un lío de hace años y que hoy no puedo probar.

La activa es el adoptar una postura de superioridad moral sobre el resto de los mortales.

Además considerarse más “vivo” que los demás y que se es capaz de engatusar a cualquiera sin aportarle nada, ser un vulgar vendedor de buzones y poner cara del bueno de la película o de póker o de truco.
La indiferencia rompe un mecanismo básico en la conciencia humana: el mecanismo de acción y reacción.

Cada vez que actuamos de una cierta manera, esperamos que la otra persona reaccione en consecuencia.

Si bien a veces esta reacción no es la que esperábamos o simplemente no se da, resulta muy difícil de comprender la ausencia total de ella.

La comunicación se vuelve imposible porque no existe y el intento por interactuar se hace forzado y desgasta.

Muchas veces un sujeto se hace el superior para que no se note su complejo de inferioridad y de esta forma evita hablar para que no se note su insuficiencia que oculta tras una mal disimulada apariencia de suficiencia como aparentar un inteligente bien informado.

La muerte de un patán seudoautosuficiente es ignorarlo, o sea aplicarle la indiferencia pasiva.

Lo dijo Oscar Wilde: “Que hablen de uno es espantoso. Pero hay algo peor: que no hablen”.

La indiferencia aparentemente muy suave es durísima de soportar.

El odio es un sentimiento de profunda antipatía, rencor, disgusto, aversión, enemistad o repulsión hacia una persona, cosa, o fenómeno. En el caso del odio hacia otro ser humano, el sentimiento puede reflejarse a través de insultos o agresiones físicas.

Por lo general, se considera que el odio es lo opuesto al amor.

Hay quienes creen, sin embargo, que del odio al amor hay un paso, ya que el odio siempre está dirigido hacia alguien que se considera importante y que moviliza al individuo.

No siempre es irracional, es normal odiar a quien hace sufrir o amenaza la existencia.

Pero el odio no es indiferencia es todo lo contrario es tener en cuenta al otro para mal, pero no es una actitud prescindente.

Ignoran que la multitud no odia, odian las minorías, porque conquistar derechos provoca alegría, mientras perder privilegios provoca rencor.

Es difícil odiar a un desconocido, pero se da, es mucho más fácil odiar a un ex amigo o a un ex amor, dicen que del amor al odio hay un solo paso.

Pero es mucho más agresiva la indiferencia hacia un ex ser amado o a un ex amigo, que a un extraño, porque el extraño muy probablemente no se entere nunca de la indiferencia, en cambio un ex amor o un ex amigo sentirán la prescindencia muy fuertemente.

El Dante puso la indiferencia muy bien pintada en su Divina Comedia.

A la entrada del infierno. ¿Por qué? Porque allí están las tristes almas de aquellos que vivieron sin merecer alabanza ni vituperio, y a quienes está reservada esta triste suerte.

Están confundidas entre el perverso coro de ángeles que no fueron rebeldes ni fieles a Dios, sino que sólo vivieron para sí.

El Cielo los lanzó de su seno por no perder hermosura; y hasta el profundo Infierno se niega a recibirlos, por la gloria que con ello podrían reportar los demás culpables.”

El bardo de Avon, William Shakespeare escribió: El peor pecado hacia nuestros semejantes no es odiarlos, sino tratarlos con indiferencia; esto es la esencia de la humanidad.

Pero una cantante Lady Gaga en un ámbito como este, que no es el suyo, dijo: Prefiero la gente que me ama o me odia que la que no tiene ninguna opinión de mí. La indiferencia da miedo.

La Santa madre Teresa de Calcula dijo que: La mayor enfermedad hoy día no es la lepra ni la tuberculosis sino más bien el sentirse no querido, no cuidado y abandonado por todos.

El mayor mal es la falta de amor y caridad, la terrible indiferencia hacia nuestro vecino que vive al lado de la calle, asaltado por la explotación, corrupción, pobreza y enfermedad.

El verdadero odio es el desinterés, y el asesinato perfecto es el olvido.
Según Dante estos pecadores son tan despreciables, que “el mundo no conserva ningún recuerdo suyo…”

Y para cerrar el artículo Discepolín, o sea Enrique Santos Discépolo con su maestría vulgar diciendo las mayores verdades lo dejó plasmado en la letra del tango Yira.

Cuando la suerte qu’es grela
Fayando y fayando
Te largue parao…
Cuando estés bien en la vía,
Sin rumbo, desesperao…
Cuando no tengas ni fe,
Ni yerba de ayer
Secándose al sol…

Cuando rajés los tamangos
Buscando este mango
Que te haga morfar…
La indiferencia del mundo
Que es sordo y es mudo
Recién sentirás.

Verás que todo es mentira
Verás que nada es amor
Que al mundo nada le importa
Yira… yira…

Aunque te quiebre la vida,
Aunque te muerda un dolor,
No esperes nunca una ayuda,
Ni una mano, ni un favor.

Cuando estén secas las pilas
De todos los timbres
Que vos apretás,
Buscando un pecho fraterno
Para morir abrazao…
Cuando te dejen tirao,
Después de cinchar,
Lo mismo que a mí…
Cuando manyés que a tu lado
Se prueban la ropa
Que vas a dejar…
Te acordarás de este otario
Que un día, cansado,
Se puso a ladrar.

Que todo sea para bien…

3 comentarios en «Indiferencia»

  • La indiferencia ¿que tema’? nos demanda a todos. Somos por esencia individualistas por eso nos importa mas el YO que el otro. Lo mío por encima de los demás; mi casa, mi familia, mi mujer, mis hijos, mis amigos, mi coche, mi trabajo, mi bienestar, mi seguridad, mi cuadro de futbol, mi partido politico, y mis enemigos…mio mio mio mio. Lo demás en el último lugar, cuando termina la lista de lo mío. 100 % de acuerdo con lo que dice en el articulo y me duele reconocer que todos somos indiferentes con los demás.

  • Discepolín fue un gran tanguero con gardes valores que pocos hoy tienen en la sociedad. Lo otro me parece un cuentito que si lo comparas con la actualidad no sirve para nada.

  • Preocuparte por los demás? Defender sus derecho? Enseñarles a defenderse? Eso es ser un revoltoso. Si hacemos eso después te borran de todas las listas de amigos y nunca más nadie te atienden los teléfonos.

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