18 abril 2024
INSÓLITOS

La matanza de San Valentín

El 14 de febrero de 1929, la ciudad de Chicago fue testigo de uno de los acontecimientos más atroces dentro del mundo criminal de aquel entonces: la Matanza de San Valentín, con la cual se llegó a un nivel de violencia nunca antes visto.

Al Capone, su orquestador, se impuso como el principal distribuidor de alcohol, a la vez que puso punto final a una cadena de venganzas iniciada cinco años antes, a raíz de la Ley Seca.
Originalmente, ni Capone ni Bugs Moran, líder de la banda exterminada, tenían nada que ver, sino los jefes de ambos: John Torrio, mentor de Capone, y Dion O’Banion, quien dividía su tiempo entre contrabandear alcohol y confeccionar arreglos florales. Todo inició cuando Torrio, en su intento por apaciguar el conflicto que sostenía O’Banion con los hermanos Genna, le propuso al primero comprar su cervecería con tal de que abandonara Chicago.
Aceptó, a sabiendas de que en la cervecería habría una redada en los próximos días. Era un negocio seguro.

Los cadáveres de los siete mafiosos, luego de ser sorprendidos por los hombres de Al Capone

SANGRE. O’Banion se rió en la cara de Torrio, aunque por poco tiempo, pues el 10 de noviembre de 1924, fue acribillado por tres hombres.

Lo encontraron nadando en su propia sangre…
Con la muerte de O´Banion quedaba un espacio libre que sus hombres no dudaron en ocupar.
Un tal Hymie Weiss y Bugs Moran fueron los nuevos líderes, y desde entonces los atentados contra Capone se sucedieron uno tras otro.
Torrio decidió alejarse por unos meses de Chicago y dejó a Al Capone al frente de los negocios de alcohol y prostitución.
Los roces siguieron entre ambas bandas; sin embargo Al Capone tenía un punto a su favor: era carismático.

Los periódicos lo trataban como héroe.
En general, los gansters no eran vistos como una amenaza, sino como unos benefactores que combatían una absurda Ley Seca.
Con todo, Al Capone intentó negociar con Hymie Weiss, pero éste se negó y terminó muerto a la edad de 28 años.

Sólo faltaba Bugs Moran y ya planeaba algo para él…
CRIMEN. El 14 de febrero de 1929 prometía ser un día como cualquiera.
La banda de Moran se reunió en el 2122 de la calle North Clark para recoger un cargamento de alcohol.

Esa fatídica mañana estaban: James Clark, cuñado de Bugs Moran, Adam Meyer, John May, Al Weinshank, los hermanos Gusenburg, Frank y Pete, y el doctor Reinhardt Schwimmer.
Este último gustaba de codearse con criminales.
El único ausente era precisamente Bugs Moran, quien llegaría más tarde.
El reloj marcaba las 10:25 y a esa hora ninguno sospechaba lo que ocurriría en los próximos cinco minutos.
A las 10:26 un auto se acercó a la bodega, pero no era el contacto, sino una patrulla, seguido por un vehículo no identificado.
Algo olía mal, pues los delincuentes habían pagado su cuota a la policía para que los dejaran trabajar libremente.

¿Qué buscaban?
Tres policías y dos civiles se bajaron de sus autos y ordenaron a los siete individuos ponerse contra la pared.
Eran las 10:28. James Clark intentó arreglar las cosas: “¿Qué sucede?, estamos al corriente con los pagos”, se defendió.
En respuesta recibió una risa burlona y una “caricia” con la culata de una ametralladora Thomson. Afuera, la suerte era otra. Bugs Moran, quien acababa de llegar, huyó de prisa al ver la patrulla y esperó en una cafetería hasta descubrir qué es lo que sucedía.
MAFIOSOS.
En tanto, los siete tipos seguían contra la pared, temiendo lo peor.
No sabían que los policías eran en realidad mafiosos, como ellos, y que uno era ni más ni menos que McGurn, mejor conocido como Machine Gun.

A las 10:30 horas todo llegó a su fin cuando una ráfaga de plomo, que hizo rugir la poderosa garganta de las metralletas Thomson, cayó sin piedad sobre la banda. Inmediatamente, la prensa miró con sospecha a Al Capone, sin embargo se justificó diciendo que en ese momento estaba en Miami.
La coartada de Machine Gun fue mejor: había pasado el día con su novia Louise Rolfe. La emblemática matanza pronto se convirtió en un éxito mediático pero, paradójicamente, significó el fin de la carrera de Al Capone, pues por primera vez dejó de lado su apariencia carismática para dar paso a su perfil más rudo.
A pesar de que nunca lo pudieron culpar de nada y de que se apoderó del mercado del alcohol, su carrera fue en picada.

Poco tiempo después fue acusado de evasión de impuestos y condenado a 11 años de prisión el 17 de octubre de 1931.

Parte de su condena la cumplió en Alcatraz y, por buena conducta, fue liberado en noviembre de 1939.
Vivió sus últimos años en su mansión; vivió con alucinaciones y con el miedo de ser asesinado.
Enfermo de sífilis, murió el 25 de enero de 1947.
Bugs Moran nunca se recuperó del golpe de Al Capone.
Su carrera quedó truncada.

Murió de cáncer en 1957, mientras purgaba una pena de diez años por robo.
Una matanza de película La Matanza de San Valentín se convirtió inmediatamente en un éxito mediático.

En cuanto al escenario de la matanza, el almacén de la Cartage Company, se convirtió en una atracción turística de Chicago, aunque sólo se trate de una reconstrucción del muro en el que murieron los mafiosos.

Un comentario en «La matanza de San Valentín»

  • Le declara la guerra a la propia cosanostra para mi que lo vende la propiafamilia sino no lo agarran mas nunca.

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