18 abril 2024
PERSONALIDADES

La Revolución Francesa

Los hechos sociales no ocurren por mera casualidad, sino que tienen su origen en la causalidad.

La Revolución Americana, la Revolución Francesa y la Revolución de las repúblicas hispano parlantes, porque la primera independencia americana fue de un Estado franco parlante como lo fue Haití, del dominio francés desde 1806, que una parte fue un reino independiente y otra una república, todo en la misma isla de Santo Domingo, en ese entonces compartida no se sabía con quién y luego lo fue con el Reino de España y hoy con la República Dominicana.

Los escritores de la gran Encyclopédie française del siglo XVIII eran conocidos como los Enciclopedistas, la mayoría de los cuales eran miembros de un grupo conocido como los philosophes.

Los filósofos se dedicaron al avance de la ciencia, del pensamiento secular y a la nueva tolerancia y apertura mental de la Ilustración.

El trabajo que producían era una empresa literaria y filosófica que tuvo profundas repercusiones políticas, sociales e intelectuales en Francia en las décadas inmediatamente anteriores a la Revolución.

L’Ilustration, (La Ilustración) fue un movimiento cultural e intelectual europeo (especialmente en Francia, Inglaterra y Alemania) que se desarrolló desde mediados del siglo XVIII, teniendo como fenómeno histórico simbólico y problemático la Revolución francesa.

En algunos países se prolongó al menos durante los primeros años del siglo XIX.

Se denominó de este modo por su declarada finalidad de disipar las tinieblas de la humanidad mediante las luces de la razón.
El siglo XVIII es conocido, por este motivo, como el Siglo de las Luces y del asentamiento de la fe en el progreso.

Nombraremos a algunos para no ser injustos, pero nos consta que quedarán en el olvido los que no retuve yo y los anónimos que siempre son muchos: Voltaire, Rousseau, Montesquieu, Diderot, d’Alembert, Buffon, Quesnay, Du Plessis, Condillac, Gresset, Marivaux, Marmontel, Vien, La Condamine, Raynal, Rameau, mademoiselle Clairon, Hènault, Choiseul, Bouchardon, Soufflot, Saint-Lambert, el Conde de Caylus, Felice, el barón de Aulne, Malesherbes, Maupertuis, Mairan, d’Aguesseau, Clairault, la condesa de Houdetot, Vernet, Fontenelle, el duque de Nivernais, Crébillon, Duclos, Helvètius, Vanloo, Lekain, Lespinasse, Boccage, Réaumur, Graffigny, Jussieu y Daubenton.

El 14 de julio de 1789 conjuga un montón de elementos y hechos, materiales y filosóficos, sin perjuicio que aquí nuestro corazón también alimenta otra carga emotiva, dado que la educación en mi época era de una corriente francesa.
Ese día la toma de la Bastilla, fue un hecho histórico que en sí, no tiene la fuerza que le atribuimos, sino que el hecho va mucho más allá de la conquista de una fortaleza ruinosa devenida en cárcel.

La Bastilla era una fortaleza medieval, que se caía a pedazos por si sola y estaba llamada a demolerse a la brevedad, la cual no era en ese entonces un centro de torturas, ni de detención de importantes y numerosos presos.
La Bastilla custodiaba solamente a 7 prisioneros, que en sí mismos tampoco eran el origen del malestar popular, eran cuatro falsificadores, el más peligroso, tal vez lo fuera, un enfermo mental, otro menos peligroso aún un noble condenado por incesto y un cómplice de un autor de una tentativa de asesinato de Luis XV.

Pero la toma de la Bastilla significó un hito histórico que le dijo BASTA al ANCIEN REGIME y punto de partida de la Revolución Francesa.

Esta ruina medieval se constituyó en un símbolo de vulnerabilidad del Antiguo Régimen, del despotismo ilustrado, que asolaba no solamente a Francia, sino al resto de Europa y movió los cimientos hasta de la Rusia, en aquel entonces zarista, que lo fue hasta la muerte de los Romanoff, cuando la Revolución Menchevique y luego la Bolchevique, 1917 en adelante.

Claro que lo del 14 de julio es una fecha arbitraria, si, no se asusten, fue establecida a dedo, porque se marcó como tal fecha el Día de la Fiesta Nacional de Francia, la cual se acordó en 1880, sí 91 años después, para recordar la Fiesta de la Federación de 1790 o sea un año después, fecha que hicieron coincidir a propósito con el 14 de julio y que celebraba la unidad de los franceses.

No sé si he sido lo suficientemente claro, se fijó en el calendario cuando todos los temas de los Capetos, Napoleón y otros doloridos, se habían aclarado, perdonen, pero no estuvo en mí pincharles el globo, pero una cosa es la verdad histórica y otra las conmemoraciones, pero ¿qué son un año más? o ¿cien años más? frente a la eternidad y a lo que significaron los derechos del hombre.

En cuanto al tema de la revolución todo ocurrió como ocurrió siempre y como volverá a ocurrir.

Una aguda escasez de alimentos, hoy la llamaríamos de productos de primera necesidad, léase harina para el pan, porque con eso se alimentaba el pueblo pobre, un ministro Necker y un rey Luis XVI abusivo con los impuestos al pueblo llano y a la burguesía (tercer estado), para solventar la crisis provocada por los excesivos gastos incurridos para contribuir con la revolución americana (1764), claro está que no era para que tuvieran más o menos libertad los habitantes de las 13 colonias (en su mayoría puritanos y cuáqueros), sino simplemente para achicarle el territorio al Imperio Británico, con el que tenían permanentes broncas y tal vez abrir una puerta por el fondo de los EE.UU, para eventualidades de los no menos imperialistas franceses.

Eso sí, la nobleza (Segundo estado) y el clero (Primer estado) no se los gravaba con contribuciones, faltaba más.
La Toma de la Bastilla produjo dos muertos en el propio episodio y de las fuerzas de la propia fortaleza (su alcaide Bernard de Launay y el político Jacques de Flesselles).
El saldo final fue de 32 soldados suizos y 82 invalidos de guerra con cañones y parqué abundante.

A título aclarativo “los inválidos” eran soldados auténticamente inválidos de otras guerras y no un nombre simbólico como pudiéramos pensar, los que seguían trabajando como tales, son los famosos “invalides”, valga la redundancia y tanto ellos, como los suizos eran mercenarios.

El asedio se saldó con 98 muertos, 60 heridos y 13 mutilados entre los asaltantes (pueblo).

Este fenómeno se venía fermentando de larga data y continuó y la Revolución corrió como reguero de pólvora, no debemos olvidar L’Ilustration, Diderot, Mirabeau, Lafayette, Danton, Montesquieu, Voltaire, Rousseau, Robespierre y todos aquellos que se juntaban para informarse e informar, nada de esto ocurre de casualidad, sino que tiene una causalidad que podemos llamar abusos del ancien regime y el despotismo ilustrado, los excesos tributarios y la nobleza colaboraba eficientemente, en marcar y dejar bien marcado al pueblo, para que concibiera terminar con esas injusticias y muchas otras.

Diderot afirmó que los hombres serían realmente libres el día que estrangulen al último rey con los intestinos del último rey.
La realeza fue perdiendo fuerza y autoridad en gran forma y estilo dado que la nobleza se negaba a financiar los planes de Luis XVI pagando impuestos.

Se formó la Asamblea Nacional, el Juramento del Juego de Pelota (entiéndase por tal, no lo que aparenta, sino un pacto de no separarse hasta que se lograra una constitución para Francia) y la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano.

La actuación de sociedades secretas venía trabajando en el tema en gran forma y estilo, desde mucho tiempo antes y lo hizo durante mucho tiempo después, le costó mucha sangre al pueblo, tanto del lado de los combatientes como de los propios ideólogos y de los ideólogos entre sí.

La guillotina tuvieron que afilarla unas cuantas veces y cortaba cabezas tanto de unos como de otros, según de qué lado soplaran los vientos.

La Revolución fue idealizada por muchos, dado que terminó con un montón de privilegios, claro que también muchos privilegios se maquillaron y siguieron con otros nombres.

Pero a partir de la Toma de la Bastilla, el mundo occidental de entonces no siguió siendo el mismo, aunque en muchas cosas hubo cambios solamente de rótulos.
Nació el gorro frigio como emblema, porque en definitiva simbólicamente significaba una corona más alta que la de los reyes y era de uso popular, si no lo piense mucho, el mismo de los Pitufos, pero rojo.

El tríptico de Libertad – Igualdad – Fraternidad se complementaba con o “Muerte”.

Los ideólogos que participaron tan activamente, como hombres que eran, cometieron sus torpezas, pero el laboratorio fue la revolución americana, con un Lafayette, un Paine, entre muchos otros y tuvo su ulterior campo de pruebas en la revolución francesa, hasta que el corso Luis Napoleón Bonaparte, pateó el tablero (en la jerga ajedrecística) y aventó el tríptico de la Libertad Igualdad y Fraternidad y se transformó en una petición de principios por los cuales los demócratas siguen bregando hasta el día de la fecha.

Claro que no hay mal que por bien no venga y aquellos vientos trajeron estas tempestades y el Imperio Español, “do jamás se ponía el sol”, tuvo al infante de Paula, que luego fue Fernando VII, llorando, que dio lugar al Motín de Aranjuez el 2 de mayo de 1808 y se prendió la mecha con el desacato hacia Pepe Botella, cuyo nombre era José Bonaparte, hermano de Luis y coronado por éste en España, por sí y ante sí, como lo hizo oportunamente a sí mismo coronándose el mismo emperador, no admitiendo que le pusiera la corona un tercero .

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