¡Mujeres naturales o que!

 El séptimo arte como le dicen al cada vez menos visto cine, biógrafo de antes, donde se amasaron fortunas y se dilapidaron después, por quienes no las amasaron, sino que simplemente las disfrutaron.

Fue una máquina de crear imágenes de personas que no eran lo que nosotros veíamos o creíamos ver, porque idealizábamos al actor y lo casábamos con el personaje.
Un ejemplo bien cortito a título ilustrativo fue un inglés que salió tercero en un concurso de Mister Unisverso, de nombre Sean Connery, al cual la gente lo adoró como James Bond y los que lo siguieron en el personaje no lograron, ni cerca, el vuelo de Sean Connery y como estamos hablando de una persona muy inteligente, cuando ya era el actor todo un personaje, se divorció del personaje de la ficción y encaró su carrera en otros roles y hoy pasó los 80 años y sigue casado con su veterana esposa, no hace papelones y las chicas Bond, fueron una ficción creada especialmente para él, algunas pasaron a la historia y la mayoría lo fueron un cuarto de hora y nada más.
Los estudios cinematográficos de aquella época, al igual que la televisión ahora, son grandes consumidores de carne humana y cuando descubrían un fenómeno, las empresas rivales salían a la búsqueda desesperada de una sosías o por lo menos algo parecido.

Marilyn Monroe, una mujer espectacular de origen muy humilde y desdichada que saltó a la fama por una foto desnuda sobre un almohadón, fotos que hoy valen una fortuna y nada que ver con lo que le pagaron a ella en su momento.
Todo tiene su oportunidad y su graduación, muchas buscan la fama y terminan en films porno porque se equivocaron de puerta y muchas que lograron fama tienen bien encerrado el muerto en el placard.

A propósito de Marilyn, los estudios de la competencia largaron al ruedo a Jayne Mansfield, Diana Dors, Mamie Van Doren, Shree North y con relativos resultados.
La medida del busto de Mansfield no me atrevo a publicarla porque temo confundirla con el índice intelectual, pero sus pechos le ganaron ampliamente a su cerebro.
La suerte de Shree North le dio muchas películas pero no tuvo el protagonismo de la Monroe, aunque tuvo una larga carrera.

Marilyn con un estupendo físico, bien proporcionado, sin exageraciones grotescas, pero con los implementos necesarios en los lugares y proporciones cercanas a la relación aurea, tenía cierta expresión de semi tonta accesible, una belleza natural, sin un bisturí, ni nada similar, tuvo una relación muy fuerte con los hermanos Kennedy y el uso de tranquilizantes, la pasaron para el mundo del que no se vuelve.

Otra diva hermosísima y de una fineza no común fue Ingrid Bergman, una sueca hermosísima con un rostro no común en “Por quien doblan las campanas (doblan por ti)” de Hernest Hemingway, sobre la guerra española, al “Tocala nuevamente…Joe” de Casablanca con Hunphrey Bogart, y a la veterana de Flor de Cactus, fue una sobreviviente de Hollywood, que en la guerra cuáquera entre los estudios, la quisieron borrar del mapa por un hijo natural que había tenido en su juventud con un doctor en Suecia y terminó dando un par de estrellas con su vientre producto de su relación con Roberto Rosellini y solamente un cáncer la pudo vencer pero no derrotar.
Jane Fonda, descendiente e integrante de familia de actores, aquella jovencita que protagonizó Descalzos en el parque con el pintún Robert Redford, que hoy parece ser el padre de ella, nació a la fama por sus aventuras con un francés que largó a tres excelentes actrices a la fama.

Roger Vadim, las disfrutó y las lanzó a la pantalla con inolvidables films a Jane Fonda, Catherine Deneuve y Brigitte Bardot.
Los paraguas de Cherburgo, Y Dios creó a la Mujer, que exceso de belleza en ese par de películas la primera con Deneuve y la segunda con la Bardot.
La que se encuentra totalmente deteriorada físicamente es la Bardot, habiendo sido hermosísima y ahora a su vejez salió de los spots y de las cámaras para a cuidar perros, bichos y la defensa de la fauna, en especial las focas y ballenas.
Las italianas son un ejemplo de belleza y de mantenerse estupendas o mejor que antes, por lo menos desde este lado de la pantalla en que estamos nosotros.
Gina Lollobrigida, Sofía Loren y Claudia Cardinale, la última tunesina, no italiana, mantienen una belleza, y una elegancia no comunes.

Anita Ekberg, otra sueca, la de la Dolce Vita con Marcello Mastroiani, en la escena de la Fontana de Trevi, con la ropa mojada que le hacía resaltar la exuberante delantera pegándosele en las zonas más disfrutables.
Después aparecieron ejemplares que no sé o no estuvo muy presente el bisturí.
Fueron la suiza Ursula Andrews y Raquel Welch, una chica Bond y una latinoamericana nacida en EEUU.

Pero cuando entra a tallar el bisturí y la liposucción o las siliconas, la cosa rinde muchos centímetros en menos o en más, respectivamente, pero dura mucho tiempo menos que lo natural y cada retoque puede ser fatal y venirse abajo el castillo de naipes.
Cualquiera de cuarta, con determinado gramaje de siliconas, el cual es publicitado sin ambages, como si se hubieran tomado un vaso de agua, hace su reentre en la prensa especializada del jet set y dura lo justo y que pase la siguiente.
Las de antes lo hicieron de forma natural y a puro físico como podrán comprobar Uds. de las fotografías adjuntas.

Las que lucen actualmente dependen de la cirugía, los implantes y que no les falte la fama o el capitalista en la mitad del camino porque ahí sí, cerrá y vamos.
Hasta el perro más ruin y sarnoso tiene derecho a sus pulgas, vaya y hágase una tintita, gástese unos mieles de dólares en siliconas y tendrá un par de defensas del tamaño que Ud. quiera.

Gardel cuando accedió a la fama lo hizo cantando a pulmón y sin micrófonos ni ecualizadores y por eso Gardel fue Gardel el único y nunca superado.

La realidad tarde o temprano siempre se impone.