Sex and the City 2 (verá dos)

Dicen que las segundas partes nunca son buenas.

Seguro que hay abnegados/as seguidores/as de las no tan niñas Carrie, Samantha, Charlotte y Miranda. Hay gente que se quedó con ganas de ver una película.

Debe haber pocos calificativos para definir lo que mejor le sienta a  Sex and the City 2. Por que; ¿Qué podemos decir cuando no pasa nada?. Puede que sea un desfile de chicas grandes, con un ‘Realty’ de un viaje con estadía, con situaciones ya trilladas y archiconocidas de las series. Para mí es solo eso; No pasa nada.

Las chicas, en la serie, lucían los momentos locos de las treintonas o cuarentonas. Hoy  siguen haciéndose unas niñas pero no pueden disimular frente a las cámaras sus siluetas menopáusicas, con un libreto que no las cuida, de mal gusto y para nada acordes con sus edades.

Es no darse cuenta, que ya no les sacan partido a la prolongación en el cine de la serie de TV, que fue un éxito porque revelaba la rebelión de algunas de las cuatro protagonistas en la ciudad de Nueva York.

Carrie, Samantha, Charlotte y Miranda ya tuvieron su primera experiencia en la pantalla grande hace dos años, y tanto en aquella oportunidad como en ésta se mantiene el espíritu de chicas, ya grandecitas, que quieren divertirse, pero la historia es decididamente nula.

Como prolongar en casi cinco episodios (la película dura 140 minutos). Es totalmente redundante. Porque que quiso hacer la película, en un solo capítulo de la serie alcanzaba para contarlo, bastaba y sobraba.

Las bastante maduritas protagonistas comienzan la película de fiesta. Están en la boda gay de Stanford y Anthony, si usted no vio la serie, no importa, porque no aportará mucho en el futuro desarrollo del filme, salvo que Charlotte comenzará a mirar con malos ojos a la “nana” de sus hijas, una joven de enormes senos que no usa sostén, y a quien sí mira con buenos ojos el marido de Charlotte. Los celos, cómo y cuándo no, serán uno de los ejes, si hay algo parecido a ello en la película de Michael Patrick King.

El centro de la trama, si la hubiera, sería el viaje a Abu Dhabi que emprende el cuarteto cuando un jeque invita a Samantha a hospedarse en una suite de su hotel, a 22 mil dólares la noche.

La condición que pone la ninfómana es que la acompañen sus amigas. Y allí van, puro lujo y glamour casi, casi obsceno. Ni importa que paseen en camello por el desierto: ellas lucirán de estreno y se cambiarán de modelo como de ropa interior, o más, ya que pueden lucir más de un vestido por jornada/escena/toma. Como si en vez de clavar los tacos brillantes en la arena anduvieran por la Quinta Avenida.

Bueno, queridos lectores, sin querer ser reiterativo, es difícil comentar alguna escena en particular, porque en la película sencillamente no pasa nada, y difícilmente pueda tener un efecto sobre los espectadores, en su gran mayoría espectadoras televidentes que hayan disfrutado de la serie, pero que seguramente extrañarán algo.

No es la cara de Sarah Jessica Parker, que con los años se parece cada vez más a la hermana de Alf. No, no es eso. Tampoco los comentarios entre sexistas y racistas que suelta Carrie (“cuando ya nadie se podía casar, llegaron los gays”), ni los cameos, alguno más extenso que otro, de Liza Minnelli -a los 64 parece más joven que Kim Cattrall, Penélope Cruz y Miley Cyrus. No.

Lo que se extraña es el desparpajo, que aquí ya luce como rutina rancia. Porque los gestos provocadores, dentro del clima de Medio Oriente donde se está rodeado de mujeres tapadas y no por arena, no es de muy buen gusto. Y el maratón sexual de Samantha, ya fue y no sorprende a nadie.

Un ejemplo de lo avejentada que está la cosa es que “el” problema en la relación entre Carrie y Big, su marido, pasa porque él no prenda tanto la tele (plasma extrachato) y le dedique más atención (a ella). El The New Yorker publica la crítica del nuevo libro de Carrie y a Big lo matan con una caricatura en la que aparece con la boca tapada con cinta.

Para que me gasto si de seguro que lo verá muchísima gente y será un éxito en taquilla.

Nos vemos en la próxima donde quizás también critiquemos otra de las que andan por ahí segundas partes.