Solo maniobras

Es muy fina la línea existente entre una ‘estrategia’ y una ‘maniobra’. Sin embargo, ambas son un plan que persigue un mismo fin. Cuando se quiere hacer notar un plan como algo positivo, se lo destaca como estrategia. Por otra parte, aquellos que ven inconveniente el plan, lo hacen notar como una maniobra.

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¿Falacia o veracidad?

Sobre el tema de fondo, lo cierto es que la mayoría de los uruguayos contamos con el ejemplo de cómo funcionan las estrategias y las maniobras en el sistema gremial y político. Algunos pensarán con razón, que hay un abuso por parte de los mismos dirigentes y otros dirán con todo derecho, que hay malas intensiones en la difusión a la opinión pública. Cada uno opinará del tema, según como le vaya en la feria, diría un amigo.

En lo que quizás estemos todos de acuerdo, es en la sensación de impotencia que nos dejan las llamadas ‘maniobras’. Porque éstas, se nutren de descalificaciones personales, miserias humanas y bajezas de toda índole. Cuando la crítica se aparta de un proyecto y se enfoca en la persona, ingresamos en el callejón sin salida. Porque su sabor es siempre a revancha.

De todas formas, ese ‘show’ los uruguayos lo consumimos a diario, tanto en las sesiones del parlamento como en las entrevistas a los políticos, pero también en su empresa o su lugar de trabajo. Cuando falla un plan, no es común escuchar ‘nos equivocamos’. Lo común es que la culpa la cargue otro. O se ingrese en el penoso terreno de las descalificaciones personales o peor aún, se traiga el pasado para que con sus argumentos (casi siempre fuera de contextos), sean usados para descalificar a la otra parte. Y allí nos muerde la serpiente. Allí se terminan los conceptos y argumentos valederos, para darle paso al recuento de la cantidad de manchitas que cada uno tiene en la camisa, o quien tiene más cosas peores guardadas en un placard. La gimnasia de entrar en el terreno de la catarsis y el conteo de quien tienen menos o más culpas, nos alejan de las soluciones que seguramente todos queremos.

La maniobra y el manipuleo, no aporta ninguna sustancia al tema en discusión, ni siquiera nos deja ver más inteligentes. Porque aunque golpeemos mas fuerte sobre la mesa y dejemos sin aire a la otra parte, será solo un somnífero momentáneo, una chicana, un hacer correr el reloj. El tiempo da el tamaño real de las cosas y pone todo en su lugar, reza el antiguo proverbio chino. Y mañana amanecerá y muy a pesar de todo, se hará ver la cruda realidad.

El sistema político, en cambio, es sabio en estas cosas. Si apelamos a la memoria colectiva, sin nombrar a nadie en especial, notaremos que la amplia mayoría de ‘soldados’ que se prestan a esos juegos de maniobras y manipuleos, lo pagan al final con no ser reelectos o son destituidos. Y usted se preguntará, si eso está bien o mal. Porque de última, se castiga solo a alguien que trabaja de cartero (o) que hace un mandado. ¿Y los que escriben la carta?

Pienso que antes de ver maratónicas discusiones que se sabe que no llegarán a buen puerto, desearíamos que no las hubiera. ¿Verdad?.
Porque allí están las diferencias reales entre las propuestas constructivas (las que les hace bien al País), y las inaceptables. Y usted a igual que yo, tenemos derecho a preguntar; ¿Qué dará mas trabajo hacer?

Como las voluntades muchas veces no son lo que expresan las palabras, mi pregunta se cae de maduro; ¿Realmente se quiere encontrar soluciones a los temas importantes, o seguimos en la vida a la marcha del ‘ojo por ojo y diente por diente’?

No espero respuestas fáciles.