18 abril 2024
INSÓLITOS

Todo queda en casa

Hay situaciones que por lo infrecuentes, aberrantes, contra la naturaleza de las cosas y de las personas, de la relaciones, de la familia y fuera de ésta, no por ello dejan de ser insólitas.

Una joven bonita, de 22 años hoy se estaría casando en Santa Cruz, República Argentina, -en los pagos sureños de los Kirchner-, se estaría casando con el homicida preso, de su hermana gemela.

Tener un hermano gemelo no es un hecho común y corriente.
Que lo asesinen tampoco.

Tratar al asesino de un hermano es un hecho casi imposible de concebir.

Pero casarse con el asesino del gemelo, ya es demasiado, es muy duro, es impensable, pero ante los hechos, no tenemos que andar pensando.
El galán, simbólicamente hablando, con las manos tintas en sangre de la que no fue su esposa por causa de muerte, ahora se casa convirtiendo en esposa la que hubiera sido su cuñada, mientras cumple sus 13 años de prisión.

Dije simbólicamente hablando porque la mató de un par de balazos y por tal hecho fue condenado.

La familia de la novia, dice que no está bien psicológicamente, sin pensarlo mucho, sin conocerla y sin ser adivino, estoy totalmente seguro que no lo está.

Pero la familia es la familia y por una hija contempla muchas cosas que serían insoportables si fuera una extraña.

Estoy seguro que no tratarían a un asesino común y corriente, pero en este caso, la nena, la sobreviviente de las mellizas, trae como yerno al asesino de su hija prefallecida.

Hasta sería un caso de Rippley, si en vez de asesinarla se hubiera divorciado de la gemela y se casara con la otra hermana, eso provocaría un lío de Montescos y Capuletos , porque la familia se dividiría entre los que consideran que la divorciada era insoportable y los que consideran que el yerno un crack de primera división y los que consideran que la divorciada era una santa y el tipo un rufián de cuarta.

Pero este caso no tiene parangón.

No hay lugar a discusiones.

El asesino es un asesino y está preso, para algún defensor de casos perdidos que dijera que como cumplió con la pena, saldó su deuda con la sociedad.

Un homicida por más que haya cumplido con la pena sigue siendo un asesino, con sus agravantes y sus atenuantes, el mero hecho de haber estado preso no lo hace bueno ni mejor.

Con un vulgar homicida ya sería un hecho casi patológico.
La argentina Edith Casas, de 22 años, contraerá matrimonio el próximo viernes con el asesino de su hermana gemela, de la que fue novio, en la provincia sureña de Santa Cruz, confirmaron hoy fuentes del Registro Civil.

El abogado del futuro esposo, Víctor Cingolani, se comunicó hoy con el Registro Civil de Pico Truncado para solicitar que el enlace matrimonial se realice en la cárcel donde el novio cumple una condena a 13 años de prisión, añadieron las fuentes.

La decisión de Edith ha causado un revuelo informativo.
También el rechazo de sus familiares, que han hecho declaraciones a medios locales en los que ponen en duda que esté bien psicológicamente.

La madre de las gemelas, Marcelina del Carmen Orellana, se mostró en total “desacuerdo” con la decisión.

Manifestó que “lo que va a hacer es algo que no tiene nombre y es evidente que ella (por Edith) está mal psicológicamente”.
Dijo que Edith “no habla con nadie de la familia porque sabe que no la vamos a aplaudir por lo que va a hacer”.

Aseguró que “no quedan dudas que ella sabe mucho más del asesinato de su hermana”.

La noticia causó sorpresa, entre otras cosas, porque la futura esposa, acusó a Cingolani de haberla sometido sexualmente contra su voluntad, en varias ocasiones, por medio de una carta que entregó a los jueces.

Buscándole una explicación a tal actitud de la futura esposa víctima de violaciones por parte del asesino de su hermana melliza, sin ser especialistas en la materia ni nada que se le parezca como justificativo pensamos que podríamos estar ante un caso del síndrome de Estocolmo.

El cual es una reacción psicológica en la cual la víctima de un secuestro, o una persona retenida contra su voluntad, desarrolla una relación de complicidad, y de un fuerte vínculo afectivo, con quien la ha secuestrado.

Se debe, principalmente, a que malinterpretan la ausencia de violencia contra su persona como un acto de humanidad por parte del secuestrador.

Según datos de la Federal Bureau of Investigation (FBI), alrededor del 27 % de las víctimas de 4700 secuestros y asedios recogidos en su base de datos experimentan esta reacción.

Las víctimas que experimentan el síndrome típicamente muestran dos tipos de reacción ante la situación.

Por una parte, tienen sentimientos positivos hacia sus secuestradores, mientras por otra parte, muestran miedo e ira contra las autoridades policiales.

A la vez, los propios secuestradores muestran sentimientos positivos hacia los rehenes.

Si transforma una violación real y no técnica en un casamiento voluntario, podemos llegar a las conclusiones más aberrantes y descabelladas.

Cingolani fue hallado partícipe necesario del homicidio de la modelo Johana Casas.

La que fue asesinada de dos balazos en 2010, y fue condenado a 13 años de prisión el pasado junio.

Cuando Uds. estimados lectores lean estas líneas se estará consumando la unión matrimonial del que no llegó a ser cuñado por haber matado a su novia y se convirtió en esposo de la que podría haber sido su cuñada.

Los hechos con que nos encontramos en esta vida y nunca deja de aparecer otro más intrincado y perverso que el anterior.

2 comentarios en «Todo queda en casa»

  • Acá no pasó lo mismo con un tal Goncalvez que lo condenaron por ser un asesino en serie y en la carcel contrajo matrimonio y tuvo un hijo.
    Si la mujer tiene o no una hermana es un detalle pero la historias son medios parecidas, los argentino siempre nos copian..

  • Salió en la prensa de ayer que la madre presentó un recurso ante una sede judicial y se suspendió el casamiento.
    Estimado jjosemil, el casamiento de acá fue de un asesino serial con una muchacha que no tenía ningún parentezco con las víctimas y nació una niña de esa unión. El Reporte tuvo oportunamente un artículo sobre esexseñor.

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