16 abril 2024
MUNDO

Un pequeño gigante llamado Totò

Me produce profunda pena que las generaciones jóvenes y las que vendrán, no puedan disfrutar en el cine comercial, ni en el cineclubismo, ni en los videos y si consiguen algo, es de pura casualidad y en pedazos porque la mayoría de su producción se perdió, no sólo acá, sino también en origen.

Siempre algo se podría conseguir en manos de coleccionistas privados.

Este verano pasado, después de haberme masacrado todo el año leyendo libros, a favor o en contra de los candidatos de partidos perdedores o ganadores, me llevé unos libros, muy pocos para leer y algunos que ya tenía conceptuados como malos, para obligarme a leerlos y no dejarme llevar por mis propios preconceptos.

Libros a la arena no llevo para que no se estropeen, conforme tampoco doblo el ángulo superior de la hoja para señalar hasta donde llegué, sino simplemente, llevo un señalero, de esos que regalan en las librerías o mejor dicho, son publicidad de otro libro -incorporada al precio- que tomamos como una liberalidad del vendedor.

En vano a lo expuesto luché infructuosamente para terminar un libro sobre cine, de autor nacional y a pesar de mi terquedad, no pude pasar de la mitad del mismo.

No había bikinis, ni perros que ladraran, que me hicieran levantar la vista, era el plomo transformado en letras que no lo pude digerir, bien señala el refrán, pesado como sopa de chumbo.

No nombro al autor o recopilador de programas viejos, editorial, ni el nombre del libro. Defiendo la industria nacional con el bolsillo ajeno, conforme me informé yo, con mi propio peculio.

Las guerras son una calamidad que siembran destrucción, dolor y muerte por doquier, pero muchas veces, con la intención de llevar adelante esa monstruosidad, se hacen cosas, que quedan para bien de la humanidad en general.

Cuando Benito Mussolini, con la intención de crear, una máquina publicitaria, de las bellezas del fascismo hizo construir Cinecittà en Roma, como sede de los estudios cinematográficos, donde a principios de 1936 colocó la piedra fundamental y a los quince meses se inauguraban, con una superficie de sesenta hectáreas. Téngase presente tal superficie y en las afueras de Roma.

Como la mentalidad italiana distaba mucho de la nazi, surgieron durante la preguerra y la guerra grandes cineastas que hicieron mucho cine y poca publicidad, hasta el año 1943 en que fueron bombardeados los estudios por los propios nazis.

En esa primera etapa, en el primer año se produjeron 19 películas y en los años siguientes varios cientos más.

En ese período primario pasaron grandes nombres y hombres del cine italiano como ser Roberto Rossellini, Federico Fellini, Vittorio de Sica y Luchino Visconti, entre otros.

Hay una frase, creo que de Calígula que decía: “Cuando cuatro personas inteligentes se juntan, así sea para apagar un incendio, son peligrosos” y en Cinecittà ese fenómeno llegó a darse con un actor que tenía algunos nombres menos que Picasso (Pablo Diego José Francisco de Paula Juan Nepomuceno María de los Remedios Cipriano de la Santísima Trinidad Ruiz y Picasso) llamado Antonio Griffo Focas Flavio Angelo Ducas Comneno De Curtis di Bisanzio Gagliardi –francamente no se cuándo festejarían el santo- conocido humildemente con el nombre de Totò (a penas una sílaba repetida dos veces).

Totó en plena época del fascismo, en 1937, en su primera película llamada “Fermo con le mani!” dirigida por Gero Zambuto sobre el personaje de Charlot (el gran Carlos Chaplin) en una escena conocida y no censurada por las autoridades, se dio el lujo de parodiar al Duce, nada más, ni nada menos, que a Benito Mussolini. No en vano los nazis oportunamente bombardearon Cinecittà.

No debemos olvidar que el gran Chaplin, claro está, no en Italia, sino a cubierto de los nazis y fascistas hizo “El Gran Dictador” en 1940, una parodia donde se burló de Adolfo Hitler y de Benito Mussolini. Pero tengámoslo bien claro, una cosa era Italia y otra EEUU y otra cosa 1937 y otra 1940.

Totò debutó tirándose contra el Duce.

Totò además de ser un actor genial que hacía la macchietta como pocos, se formó solo y a los empujones con trabajo, fuerza, suerte e inteligencia vocacional para todo lo artístico como veremos.

Entre 1937 en que empezó en el cine y 1967 en que falleció participó en 97 películas y 9 films para televisión, pero también actuó en el doblaje del camello que narra la película “La virgen de Trípoli” (1947) y fue guionista de 6 películas cinematográficas y de un episodio televisivo de “Todo Totò” (emitido póstumamente) y por si fuera poco rodó nueve sketchs publicitarios titulados; Totò el casero, Totò el zapatero, Totò el barrendero, Totò el petrolero, Totó el propietario del restaurante, Totò farmacéutico, Totò barista, Totò jugador y Totò electricista.

En enero de 1967 (murió el 15 de abril de ese año) se rodaron, pero nunca se completaron, otros siete episodios más; Totò ingeniero, Totò pintor, Totò metereonauta, Totò yetatore, Totò ferroviario, Totò obrero y Totò jardinero (hoy se hubieran completado con un doble aunque Totò era insustituible).

Pero, para ocupar un poco más su tiempo, compuso 28 canciones y una, para el Festival de San Remo. Como actor de teatro interpretó 5 obras en la Compañía de Isa Bluette, 4 en la de Achille Maresca, 7 en la Compañía Stabile Napoletana Molinari de Enzo Aulicino y 36 en la Compañía di Riviste e Fantasie Comiche Totò de Achille Maresca y se le atribuyeron póstumamente dos poesías con su nombre real Antonio De Curtis.

Si hacemos números, sin complicarnos mucho la vida, hizo un promedio de tres películas por año, pero también tenía tiempo para la televisión, para el teatro, componer canciones y escribir poesía, tengan presente, por favor, que la vida de Totò transcurrió en días de 24 horas y años de 365 días como todo el mundo. Por eso hay que tener muy presente que la suerte por lo general se apiada de los más inteligentes y más trabajadores.

Pero para completar y poder apreciar, lo fácil que fue la vida de este hombre, debemos establecer que, era hijo natural sin reconocer por su padre Giuseppe De Curtis, nacido en Nápoles en 1898 y recién en 1937 el padre lo reconoció legalmente.

Creo que de bronca, porque no valía de nada, ni servía para nada, mediante abogados y dinero se hizo reconocer diversos títulos nobiliarios que en Italia, sirven menos que acá, salvo para tomar el té quebrando el dedo meñique.

Se formó en la gran escuela del teatro que es el escenario y por sus venas no corría sangre azul, sino roja, pero de una calidad excepcional. Se formó con los mejores actores de aquella época que no eran pocos y por su calidad fueron el cimiento de la Commedia.

Aunque no quisiera hacerlo es mi deber escribir la verdad.

La vida sentimental de Totò es todo lo contrario a los personajes desopilantes que representaba y representó.

Tuvo un romance y resolvió ponerle fin, la novia se suicidó, un sentimiento de culpa lo llevó a una depresión tal que decidió enterrarla en la capilla de los Curtis en Nápoles.

Se casó, tuvo una hija. Se separó de su esposa aunque seguían viviendo juntos. Su ex esposa se casó con el abogado y su hija se casó por su parte. Totó nuevamente solo.

Cortejó a Silvana Pampanini la cual lo rechazó.

Se casó con otra actriz y tuvo un hijo que murío de pequeño y el hecho le volvió a producir una depresión.

Tuvo una larga enfermedad, pero afortunadamente (aunque parezca paradójico lo que escribo) murió en forma repentina.

Si este trabajo lo lee algún psicólogo o siquiatra creo que justiticaría en su estudio su vocación al trabajo, es un pensamiento mío y yo soy profano en la materia.

5 comentarios en «Un pequeño gigante llamado Totò»

  • Un actorazo por lo bueno y por lo polifasetico, hacía cualquier papel Toto y lo hacía bien. También compuso como bien dice el artículo canciones. Aparte un romántico, tanto Toto como Chaplin siempre peleados con los poderosos de aquel entonces.
    Muy buen articulo FELICITACIONES!!!!!!

  • Que excelente homenaje le hace usted al grande Antonio de Curtis, Lorenzo.-
    Lo curioso de ese gran comedian y mejor aún cómico, es que en plena totomanía,
    del 47 al 52, cuando la gente se desesperaba por verlo, fue cuando conoció lo que los allegados dicen como el gran amor. Y no era precisamente su mujer Diana Rogliani, quien tuvo el honor de que Totò de compusiera la canción Malafemmena, (Mala Mujer) sino la acrtiz Silvana Pampanini que participó en mis universo por Italia…pero ésta lo mandó al diablo. Y para sus allegados, cuando escuchaban Malafemmena, pareciera que Totó se la cantara a la bella Silvana…
    Muy buen artículo Lorenzo Olivera, Felicitaciones
    Saludos

  • esta bueno. es un poco de coleccion pero esta bueno!

  • Alvarito: La columna se llama “Lo que fue”, en el artículo dice que Toto nació en Nápoles en 1898 y murió en 1967 o sea que murió hace 43 años y a vos te parece que es de colección. A mi me parece que es de museo, aunque tal vez lo que cuenten son las 97 películas que hizo en 30 años, más 9 películas para televisión y montones de cortos también para televisión, compuso canciones, escribió poesías, si tratas de coleccionarlo te va a costar porque figuritas como ese Napolitano no vas a encontrar muchas. Y todavía se daba maña para llevarle la carga a a la Silvana Pampanini, que hoy me podés decir que es una vieja, pero en su momento, le movía el piso a todo el mundo, era como los pollos transgénicos que no le gustan al Evo Morales porque era un poco más que doble pechuga. Buscá en el “you tube” a la Pampanini, la Lollobrigida, y otros baby beef de exportación y sin siliconas y te podés morir. Un abrazo.

  • Buena reseña.
    El siempre grande Totò engrandece muchísimo más cuando trabajó a las órdenes de maestros como Mario Monicelli y Pier Paolo Pasolini; no obstante es un comico tan maravilloso que puedes disfrutar de sus maravillosas caricaturas de personajes y de sus rutinas escénicas en cualquier formato en el que haya sido filmado. También escribía poesía en dialecto napolitano.

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