18 abril 2024
INSÓLITOS

Varelita

El año 1961 fue bastante entretenido para la policía de Montevideo.

Por esos fenómenos cíclicos que se dan, Montevideo fue bastante usada por delincuentes comunes argentinos, ya sea como enterradero, para tomar aire de las persecutas en su país, lo cual complicaba porque no era un entierro completo, sino que tenían que salir a reponer fondos.

No lo hacían vendiendo diarios por cierto, sino de la única forma en que sabían sobrevivir y se mandaban unos buenos asaltos acá también.

Pero también estaban trabajando delincuentes porteños, rosarinos y cordobeses, porque parece que el Comisario Evaristo Meneses, los tenía a mal traer en Buenos Aires.

El Negro Meneses fue todo un símbolo para la policía argentina, paradójicamente había nacido el 26 de octubre de 1907 en un pueblo llamado Cuatreros, si hubiera elegido un lugar para nacer no sería ese por cierto, pero contra el destino nadie la talla. Estudió en Uruguay, lo tenían por mano pesada, gatillo fácil, la 45 a la derecha siempre lista, pero lo tenían por incorruptible y lo respetabn los delincuentes porque nunca les hacía comer un garrón.

En la época dorada de las bandas, con nombre y apellido, entre 1957 y 1962, Meneses atrapó a la mayoría.
En 5 años 1117 robos esclarecidos, pero la fama trae enemigos puertas adentro y uno de los defectos mayores del ser humano, la envidia y la ambición, terminaron con la carrera de Meneses que pasó a retiro a fines de 1964. Murió solo y sin un peso a los 84 años el 26 de mayo de 1992.
Nuestra policía recurría frecuentemente a la información y la sabiduría de Meneses y si los nuestros no recurrían, él por su cuenta, si pescaba algún asunto vinculado, los ponía sobre aviso.

En artículos anteriores vimos que supimos tener en aquel momento ejerciendo la carrera delictiva en Montevideo al Negro Viñas y a su hermano, que les dieron 25 años y medidas de seguridad por haber matado a un policía.

Si sabría Meneses de la filosofía de los delincuentes que decía que algunos tenían posibilidades de redención: “A lo mejor se cruzan con una mina piola y deciden andar por la buena” y al Negro Viña se le dio, después de haber asaltado el Cambio Paganini, y fugádose de la cárcel con los tupas, como siempre amanece otra vez, junándola por la ventana de la celda del cuarto piso, de ojito, conoció el amorcito, que lo llevó a tener una parrillada frente al Penal cuando salió amnistiado y con Nella, tuvo la oportunidad de pasar sus últimos veinte años de vida en paz, después de haber vivido cincuenta y seis años de guerra, porque en su caso la infancia también cuenta.

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Terminó su vida atendiendo su vinería Salú Tango el día de los inocentes del año 2004.

Volviendo al Comisario Meneses dio aviso a la policía uruguaya de la fuga de Villa Devoto del rey del boleto, que pasó a llamarse el rey de la fuga, Jorge Eduardo Vilariño.

Por los buenos contactos e intercambio entre la policía de ambas márgenes del Plata, se supo que el líder de la banda que asaltó el Banco Transatlántico del Uruguay había sido el Rey.

Los enterraderos costaban demasiado dinero y eso a Vilariño lo traía mal.

A fines de junio Vilariño y su cómplice Cocucci se dirigieron a la zona de Punta Carretas a ver a una persona que les podía facilitar las cosas en tal sentido e iban a hablar con un señor Pons.

Cuando ingresaron a la casa y estuvieron a solas con el mentado Pons, persona joven, que resultó ser conocido en el ambiente como Varelita, por ser fanático del jugador de fútbol uruguayo, Severino Varela, ídolo de la hinchada de Boca Juniors, cuadro de sus amores, cuyo verdadero nombre era Ruben Adhemar García.
Necesitaban un automóvil para salir para cualquier lado, lejos de Montevideo, porque Meneses se les venía encima.

Varelita les dijo que iba a hacer un contacto y les pidió una hora y la idea de ir a Brasil no le desagradaba porque nunca había estado en dicho país.

Volvió Varelita con el automóvil y en el mismo se trasladaron los dos visitantes y dos mujeres y se dirigieron al Aeropuerto de Carrasco.
Cuando llegaron Varelita saludó a una persona y estaba todo cocinado se fueron en avión para Brasil.

Después de una búsqueda tan afanosa como infructuosa, descubrieron que se les habían fugado para Brasil y si la mujer de Varelita había quedado en Montevideo, era porque pensaba en volver.

En San Pablo, en el Aeropuerto, los cinco iban a hacer aduana, cuando dos policías apretaron a Vilariño y Cocucci desesperado sacó la Ballester Molina 45 y disparó contra la policía. Un tiroteo en un aeropuerto aterroriza a todos los pasajeros y se produce una alarma y desbande general.

Cocucci y Varelita zafaron y la policía atrás de ellos. Cocucci, un gatillo fácil, mete un chumbo para atrás e hiere a una azafata.

Quedan detenidos Vilariño y las dos mujeres, consiguiendo de gratis pasaje de vuelta, en avión de la Fuerza Aérea, para Montevideo los tres, eso sí, esposados y con compañía uniformada y derechito para la Jefatura de Policía.
A Cocucci lo apresan en Santos y las mujeres de ambos fueron puestas en libertad.

Con el homicidio del oficial Píriz en el asalto al Cambio Paganini la consigna silenciosa era tirar a matar.

La policía en un procedimiento va a la casa de Varelita y la mujer venía hacia su domicilio, habló por el portero eléctrico y siguió, habiendo puesto en sobre aviso a Varelita, el cual se esfuma por las azoteas en una fuga que ya tenía estudiada de antemano.

Fue a una casa de gente del ambiente, especializada en trámites de visas viajeras clandestinas, sin documentos de especie alguna. Juana Larrosa, especialista en la materia recurre al procedimiento de vestirlo de mujer, mejor dicho maquillarlo, depilarlo y todo lo demás para que pareciera una mujer.

Varelita no tenía muchas alternativas y machismo a un lado las dejó hacer, y por sobre todas las cosas, no fue changa fácil, conseguirle calzado femenino número 41, medias blancas, un conjunto celeste y una pollera escocesa. El otro calzado que llevaba Varelita era la Ballester Molina 45. Las mujeres que lo prepararon lo pusieron en un taxi con rumbo al Puerto de Montevideo, en la zona donde salía Causa, con aquellos hidroaviones que al acuatizar parecía que se hundían en las aguas y al levantar vuelo la carrera no terminaba nunca.

Muy bien maquillado no estaba o por lo menos era dudosamente creíble, porque al taxista le llamó la atención y al marinero de Prefectura también. Se sentaba muy abierto de piernas lo que le daba un aspecto más hombruno y llamaba más la atención.
Un policía de Inteligencia le pidió que lo acompañara y Varelita le ofreció dos mil quinientos pesos si lo dejaba pasar, pero le tocó el policía honrado y marchó para la Jefatura de Policía.

Lo gastaron, pero no a los golpes, sino diciéndole cosas y ofreciéndole servicios masculinos, cosa que lo calentaba más que si le pegaran. Pero un tipo del ambiente como él, sabía que le había tocado perder y aguantarse y juntar bronca era el único camino.

Estuvo en Punta Carretas y fue preso modelo, no de ropas femeninas, sino de conducta, hasta que lo expulsaron del país, en mayo de 1963 hacia su patria Argentina, vía Aérea, pero Aeropuerto de Carrasco.

Un comentario en «Varelita»

  • Buena historia esta que es una continuación de la anterior del negro Viña y del robo al cambio Paganini. estas cosas que son históricas pocos las hacen. pero estan buenas…por ejemplo yo lei lo del asalto de las mojita y lo había escuchado una vez pero ni sabia de que se trataba….asi q esta muy bueno…
    Saludos

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