26 abril 2024
PERSONALIDADES

Día del Holocausto y el Heroísmo

Ayer, miércoles 4 de mayo se realizó el acto central recordatorio “Iom Hashoá Ve`Hagvurá”, a las 20 horas, en el salón principal de la Comunidad Israelita. Shoá: lamentablemente singular, preocupantemente universal.

El Holocausto fue una enorme tragedia colectiva que le sucedió a la familia humana. Una pesadilla que cobró realidad en la civilizada Europa hace apenas unas décadas. En su transcurso se transgredieron las normas básicas que hacen a la humanidad de las personas y se pervirtieron los más elementales principios morales de respeto a la dignidad y a la vida.
Su permanente recuerdo debería servir de advertencia, como el ejemplo extremo de las posibles consecuencias del odio enfermizo de la discriminación. En el año 2016, suceden fatídicos hechos como el recientemente, lamentable y repudiable crimen de odio perpetrado en Paysandú contra David Fremd, planteandonos nuevamente la interrogante de si acaso hemos aprendido algo de la historia.

La Shoá (Holocausto judío) no fue un accidente en la Historia: ocurrió porque individuos, organizaciones y gobiernos, legalizando la discriminación, el odio y el racismo, planificaron y ejecutaron una persecución y una matanza masivas. Fue concebido, planificado y ejecutado por seres humanos que cometieron actos inhumanos. Le aconteció a un pueblo específico por razones específicas en un momento específico. Todos los acontecimientos históricos… suceden a gente específica por razones específicas en momentos específicos. No se repiten exactamente sino aproximadamente y con las mismas características de especificidad. Y eso es, precisamente, lo que los convierte en acontecimientos de significación universal. Lo que sucedió puede volver a suceder. Todos somos víctimas posibles, criminales posibles o espectadores posibles.

Como dice Bertold Brech al final de la “Ascensión irresistible de Arturo Ui”, las entrañas que engendraron tal monstruo se mantienen fértiles aún.

Desde arriba. 1ª fila : fotografías de cadáveres amontonados en fosas comunes del campo de concentración de Berben-Belsen en abril de 1945, tras haber sido liberado por los Aliados. 2º fila: prisioneros judíos procedentes de Hungría recién llegados al campo de exterminio de Auschwitz-Birkenau en mayo de 1944; en la imagen izquierda, pueden apreciarse las chimeneas de los crematorios II y III de Birkenau. 3º fila: cadáveres acumulados en abril de 1945 en el ya liberado campo de concentración de Nordhausen (izquierda). Hornos crematorios en el campo de Buchenwald con huesos de mujeres alemanas contrarias a los nazis, abril de 1945 (derecha). 4º y última fila: panorámica de Auschwitz y su aspecto en el año 2009.

En Historia, se identifica con el nombre de Holocausto —también conocido en hebreo como Shoá, traducido como «La Catástrofe»— a lo que técnicamente también se conoce, según la terminología nazi, como «solución final» —en alemán, Endlösung— de la «cuestión judía», es decir, el genocidio en el que aproximadamente seis millones de judíos fueron asesinados por el régimen nazi, bajo el mando de Adolf Hitler, y sus colaboradores. Los asesinatos tuvieron lugar a lo largo de toda la Alemania nazi y los territorios ocupados por los alemanes, que se extendían por la mayor parte de Europa. Entre los métodos utilizados estuvieron la asfixia por gas venenoso, los disparos, el ahorcamiento, los trabajos forzados, el hambre, los experimentos pseudocientíficos, la tortura médica y los golpes.

La decisión nazi de llevar a la práctica el genocidio fue tomada entre fines del verano y principios del otoño de 1941 y el programa genocida alcanzó su punto culminante en la primavera de 1942 —desde finales de 1942, las víctimas eran transportadas regularmente en trenes de carga, especialmente conducidos a campos de exterminio donde, si sobrevivían al viaje, la mayoría eran asesinados sistemáticamente en las cámaras de gas—.A cargo de su planificación, organización administrativa y supervisión estuvo Heinrich Himmler. Por lo demás, fue la repetida retórica antisemita de Adolf Hitler la que incentivó la ejecución de las matanzas, que además contaron directamente con su aprobación. De esta forma, entre 1941 y 1945, la población judía de Europa fue perseguida y asesinada sistemáticamente, en el mayor genocidio del siglo XX. Sin embargo, este exterminio no se limitó sólo a los judíos, sino que los actos de opresión y asesinato se extendieron a otros grupos étnicos y políticos. Cada brazo del aparato del Estado alemán participó en la logística del genocidio, convirtiendo al Tercer Reich en un «Estado genocida». Las víctimas no judías de los nazis incluyeron a millones de polacos, comunistas y otros sectores de la izquierda política, homosexuales, gitanos, discapacitados físicos y mentales y prisioneros de guerra soviéticos. En total, un mínimo de once millones de personas murieron, de ellas, un millón habrían sido niños. De los aproximadamente nueve millones de judíos residentes en Europa antes del Holocausto, aproximadamente dos tercios fueron asesinados. La maquinaria del Holocausto tenía una red de aproximadamente 42 500 instalaciones por toda Europa para confinar y matar a sus víctimas y contó con la participación directa de entre 100 000 y 500 000 personas para su planificación y ejecución.

Por otro lado, a lo largo del Holocausto se produjeron episodios de resistencia armada contra los nazis. El ejemplo más notable fue el Levantamiento del Gueto de Varsovia de 1943, cuando miles de combatientes judíos mal armados se enfrentaron durante cuatro semanas a las SS. Se estima que entre 20 000 y 30 000 judíos participaron en Europa del Este en los movimientos partisanos creados durante la Segunda Guerra Mundial en los países ocupados por Alemania, que contaron con millones de guerrilleros. Los judíos franceses también tuvieron gran actividad en la Resistencia francesa. En total, se produjeron alrededor de un centenar de levantamientos judíos armados.

La Unión Europea sancionó una ley que entró en vigor a finales de 2007 penando el negacionismo del Holocausto y de todos los demás crímenes nazis; además, creó en 2010 la base de datos Infraestructura europea para la investigación del Holocausto (EHRI), destinada a reunir y unificar toda la documentación y archivos que conciernen al genocidio. Por otro lado la ONU rinde homenaje a las víctimas del Holocausto desde 2005, habiendo fijado el 27 de enero como Día Internacional de la Memoria de las Víctimas del Holocausto, dado que ese día de 1945, el Ejército Rojo liberó el campo de concentración de Auschwitz.

JUSTOS ENTRE LAS NACIONES

Justos entre las Naciones (en hebreo transcrito como Jasidei Umot Ha-Olam) es una expresión del judaísmo empleada para referirse tradicionalmente al conjunto de aquellas personas de confesión no judía o extranjeros, a los que también denomina gentiles o noájidas, que merecen consideración y respeto por observar una conducta moral acorde con los Siete preceptos de las naciones y a los que, según esta creencia, les espera una recompensa Divina.

Tras la constitución del Estado de Israel, esta expresión también designa de manera oficial a un programa de reconocimiento y distinción aprobado mediante una ley de 1953 por el Knéset o Parlamento israelí, y desarrollado a partir de 1963 por el Yad Vashem, la Institución creada para honrar a las víctimas y los héroes del Holocausto o Shoá, con el objeto de rendir el máximo honor a aquellas personas que, sin ser de confesión o ascendencia judía, prestaron ayuda de manera altruista y singular a las víctimas, por su condición de judíos, de la persecución emprendida por el régimen nacionalsocialista del Tercer Reich alemán y otros afines en Europa con anterioridad y durante la Segunda Guerra Mundial.

Estas personas reciben el título de “Justo entre las Naciones” o “Justo” que se les otorga, junto con otros privilegios, en nombre del Estado de Israel y del “pueblo judío”, en forma de un diploma certificado y de la denominada “Medalla de los Justos” en la cual, una inscripción remite a una frase del Talmud que simboliza la fe en la Humanidad:
“Quien salva una vida salva al Universo entero”.

Hasta el 1 de enero de 2007, un total de 21 758 personas de 41 países distintos habían sido declaradas “Justas entre las Naciones” siendo cada uno de sus nombres registrado por el Yad Vashem e inscrito en el “Muro de Honor del Jardín de los Justos” en Jerusalén. En 2010 el Memorial de Yad VaShem ha reconocido a unos 28.000 “justos”.

La noción de “Justos” en la tradición religiosa judía

Según una de las tradiciones del judaísmo, la mayoría de los preceptos y obligaciones que contiene la Torá o sus comentarios, deben ser observados solamente por los creyentes judíos a quienes se les supone haberlos recibido por transmisión de sus antepasados familiares. Estas obligaciones, que se recopilan en los 613 mandamientos o mitzvot, no afectan en principio a los no judíos, quienes tienen que seguir reglas de conducta menos detalladas pero que, si respetan particularmente los 7 mandamientos noequitas, la tradición permite su reconocimiento, siendo entonces llamados Noájidas o gentiles y a quienes según la religión judía, les espera una recompensa divina.

Uno de los ejemplos de gentiles es personificado en la figura bíblica de Job o la de Melquisedec.
Según la Halakha, los 7 preceptos divinos que deben ser observados por los no judíos son:
1. No adorar falsas deidades y reconocer un solo Dios;
2. No blasfemar en su contra;
3. Apoyar los tribunales de Justicia que fomenten y garanticen el respeto de la moral pública;
4. Perseguir y sancionar la muerte violenta;
5. Perseguir y sancionar el robo;
6. Repudiar las conductas inmorales y aquellas sexualmente perversas que destruyan los lazos de la familia;
7. Prohibir el consumo de animales vivos.
Estos preceptos fueron según la tradición enunciados por mediación divina en tiempos del patriarca Noé a toda la Humanidad tras sobrevivir al Diluvio y por ello, son considerados como esenciales por los rabinos, si bien existen otros ordenamientos que incumben a los no judíos pero de menor imperativo en su seguimiento.

Según educan los rabinos, las sociedades que violan deliberadamente estos preceptos no pueden sobrevivir y se exponen a su decadencia y destrucción como ilustra el episodio de Sodoma y Gomorra, de manera que su supervivencia es mantenida por la voluntad divina en defensa del Bien de los “Justos” que viven en el seno de la sociedad.
Durante la Edad Media, el término “Justos” fue difundido por las obras literarias generalmente con el sentido de designar a aquellos que muestran consideración hacia los judíos. El Sefer Ha Zohar califica como “Justos” a todo no judío que se comporta con justicia.

Creación del programa

Tras el final de la Segunda Guerra Mundial, los procesos de Núremberg expusieron a la luz pública el detalle de los graves crímenes y abusos masivos emprendidos por el régimen nacionalsocialista en contra de las personas de religión o ascendencia judía en Europa, fenómeno conocido como Holocausto o Shoá. Poco después de la constitución de Israel como Estado independiente en 1947, la necesidad de conmemorar a los “mártires” de tales acontecimientos abrió un debate en la sociedad del nuevo país durante los primeros años de la década de 1950 que adquirió una dimensión política cuando en marzo de 1953, el gobierno presidido por David Ben Gurion presentó ante el Knéset o Parlamento de Israel el proyecto de Ley titulado “sobre la conmemoración de los mártires y héroes – Memorial de Yad Vashem”. Tras el debate, el proyecto resultó ampliado a la cuestión de los no judíos que por su comportamiento merecían un reconocimiento equivalente a la consideración tradicional de “Justos entre las Naciones”. La Institución Memorial de Yad Vashem quedó finalmente constituida según la Ley de 19 de agosto de 1953 siendo sus objetivos definidos en el artículo I.

Sin embargo, no fue hasta 1963 cuando, como consecuencia del impacto social del proceso emprendido contra Adolf Eichmann en Jerusalén que se dio a conocer a la opinión israelí casos relevantes de judíos ayudados por otras personas, momento aprovechado por el Yad Vashem para aplicar activamente la disposición de la ley de 1953, constituyendo una Comisión permanente, presidida por el jurista Moshe Landau, que también había presidido la sala que procesó a Eichmann, y el Dr Arieh Kubovy, director del Yad Vashem, y emprendiendo desde entonces la búsqueda sistemática e identificación de los “Justos”. Poco después, durante los años 1970, la Comisión fue dirigida por un superviviente de la Shoá, Moshe Bejski y quedaría constituido el Departamento de los Justos del Yad Vashem.

El Yad Vashem estima que tal reconocimiento de “Justos” cumple con objetivos a la vez educativos pero también morales y políticos:

• Israel se reconoce la obligación ética de honrar a los no judíos distinguidos como “Justos”, en nombre del pueblo judío.

• Los actos de los “Justos” demuestran, a ojos del Yad Vashem, que fue posible la ayuda a pesar del aparato represivo del régimen nazi.

Mecanismo de reconocimiento

Desde 1963, una comisión presidida por un juez del Tribunal Supremo de Israel es la encargada del proceso de reconocimiento de una persona a la distinción de “Justo”.
La comisión sigue un protocolo en aplicación de diversos criterios que regulan el método de información y documentación, si bien, es basándose en testimonios directos y entrevistas con testigos directos que se fundamenta principalmente el dossier de reconocimiento en el que a término se debe poder confirmar:
• el hecho de haber aportado la ayuda a la persona judía si esta se encontraba en una situación de imposibilidad, amenazada de deportación hacia un campo o en peligro de muerte.
• el hecho de que aportando esa ayuda de manera deliberada, el “Justo” era consciente de poner en peligro su seguridad, libertad individual o incluso vida, ya que la asistencia a los judíos era penada como crimen por las autoridades nazis.
• el hecho haber actuado de manera altruista, sin buscar recompensa o compensación alguna por la ayuda prestada.
Una vez que la persona es reconocida como “Justa” se le entrega a ella o a sus representantes una medalla y certificado en una ceremonia pública a la que asisten las autoridades y representantes de las personas a las que le prestó ayuda. El nombre del “Justo” es después grabado en el muro de honor del “Jardín de los Justos” que se encuentra en las dependencias del memorial Yad Vashem aunque inicialmente, se procedía a la plantación de un árbol costumbre que tuvo que abandonarse por falta de espacio. Cada “Justo” recibe una pensión económica equivalente al salario medio de Israel mientras que sus parientes pueden beneficiarse de las ayudas sociales y sanitarias del Estado. En caso de grave dificultad, la “Fundación judía para los Justos” basada en Nueva York puede movilizar las reservas del Fondo Anne Frank, depositados en Basilea, para ayudar a la persona especialmente, en los gastos médicos. También se facilita al “Justo” y su familia el acceso a Israel para fijar su residencia.
Por otra parte, la ley autoriza también al Yad Vashem a otorgar la ciudadanía honoraria al Justo o si ha fallecido, la ciudadanía conmemorativa del Estado de Israel.

Los Justos

El monumento de los Justos entre las Naciones, en el parque Raoul Wallenberg (Budapest), con Ángel Sanz Briz y Giorgio Perlasca.
Hasta el 1 de enero de 2007, el Yad Vashem había registrado a 21.758 “Justos” de 42 países diferentes entre las que destacan los nacionales de Polonia (6.004 Justos), Países Bajos (4.767), Francia (2.740), Ucrania (2.185) y Bélgica (1.443) que acumulan entre ellas a más del 75% de los registrados.

El perfil de los “Justos” es diverso si bien destacan las personas distinguidas por actuar en nombre de imperativos religiosos, como aquellas que pertenecían a las diversas iglesias cristianas pero también otras que actuaron por motivos humanitarios o que aún perteneciendo a organismos del Estado represor se opusieron a las instrucciones de sus superiores, como gendarmes, policías y militares.
También han sido reconocidos como “Justos” diversos funcionarios y miembros de los cuerpos diplomáticos:
• Angelos Evert, director de la policía de Atenas.
• Paul Grüninger, comandante de la policía suiza de Saint Gal.
• Aristides de Sousa Mendes, cónsul general de Portugal en Burdeos.
• Ángel Sanz Briz, diplomático y embajador de España en Hungría.
• Carl Lutz, embajador de Suiza en Hungría.
• Sempo Sugihara, cónsul general de Japón en Lituania.
• Raoul Wallenberg, cónsul de Suecia en Budapest.
• Arturo Castellanos, cónsul general de El Salvador en Ginebra.
• José María Barreto, cónsul general de Perú en Ginebra.
• Manuel Muñoz Borrero, diplomático de Ecuador.
• Selahattin Ülkümen, diplomatico turco y cónsul general de Turquía en Rodas.
• Gilberto Bosques Saldívar, cónsul general de México en París.
También han sido numerosos los alemanes que pusieron su vida en peligro al desobedecer las leyes de su propio país, en tanto que militares o civiles empleados en los países ocupados como Oskar Schindler cuya historia fue llevada al cine en la célebre película La lista de Schindler en 1993, la del capitán Wilm Hosenfeld, plasmado en la película El Pianista, e Irena Sendler que ayudó a salvar a más de 2500 niños judíos de la muerte, y que fue llevada al cine en la película The Courageous Heart of Irena Sendler.
No solamente personas individuales han sido reconocidas como Justas sino también colectivos o incluso naciones en especial:
• Dinamarca y sus movimientos de la Resistencia cuya labor permitió salvar la mayor parte de la comunidad judía del país es decir, cerca de 7.000 personas sobre un total de 8.000 en una sola operación de evacuación hacia Suecia a través del estrecho de Oresund ejecutada en octubre de 1943.
• El pueblo de Nieuwlande, en la provincia de Drente, en los Países Bajos.
• En Francia, la villa de mayoría protestante de Le Chambon-sur-Lignon.
Entre las distintas formas de prestar ayuda por parte de los “Justos”, el Yad Vashem destaca las siguientes:
• Albergar a un niño o a su familia en su propio domicilio, incluyendo las dependencias de Instituciones religiosas o laicas de manera a esconderles de la vida pública.
• Procurar los medios para hacer pasar a la persona ayudada por un no judío como falsos documentos de identidad o certificados de bautismo.
• Ayudar a los judíos a alcanzar un territorio no hostil, asistiéndoles a atravesar las fronteras de manera segura como cuando se hacían acompañar a los niños y adultos por las vías de paso clandestinas.
• Adoptando a un niño judío temporalmente durante la guerra.
En cualquier caso, el registro del Yad Vashem se encuentra abierto y en continuo proceso de ampliación al considerar que son innumerables los casos de Justos que no pueden ser identificados por falta de testimonios.

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Un comentario en «Día del Holocausto y el Heroísmo»

  • Es un espanto hay que gente que hasta hoy se burla del Holocausto dicen que no existio qeu fue todo un invento…que horror ojala nunca les toque vivir eso.

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