19 abril 2024
MUNDO

Lady Macbeth y el primer Ministro

El juicio a Sara Netanyahu por fraude agravado y abuso de confianza será el 19 de julio.

El presidente de la Corte de Magistrados de Jerusalem, Avital Chen, determinó ayer, martes, que el jueves 19 de julio se lleve a cabo el juicio por fraude agravado y abuso de confianza contra Sara Netanyahu, esposa de Benjamín, el primer ministro de Israel.

El procurador general, Avichai Mandelblit, la acusó, el jueves, de haberse confabulado entre septiembre de 2010 y marzo de 2013 con el entonces subdirector general de la Oficina del Primer Ministro, Ezra Seidoff, para negar que había un cocinero en la residencia oficial y así hacer cientos de pedidos de alimentos preparados afuera, por un valor de 359.000 shekels (casi 100.000 dólares).

Además, Sara Netanyahu habría presionado regularmente a varios empleados para conseguir artículos, más allá de estuvieran legalmente autorizados a que el erario público pagara por ellos, y hacer silencio al respecto.

Sara Netanyahu, la «Maria Antonieta israelí»Un exmayordomo presenta una demanda por acoso laboral contra la mujer del primer ministroLicenciada en Psicología, es una mujer dada a los gritos, con bruscos cambios de humor, que desahoga su ira lanzando zapatos y arremetiendo contra los empleados que trabajan en la residencia familiar.

La columnista del diario Haaretz, Allison Kaplan, se refiere a ella como «La María Antonieta israelí».

Meni Naftali es un buen conocedor de lo que se cuece dentro del domicilio familiar, ya que trabajó allí durante 20 meses. Primero como guardaespaldas y después como gerente. Ha denunciado al primer ministro y su mujer por supuesta conducta abusiva y humillación. Exige un millón de shekels (222.000 euros) de indemnización.

Tras ser despedido, rompió el silencio: «El cambio de empleados era incesante. Muchos no querían trabajar con ella. Cerca de 30 personas acabaron su trabajo allí de mala manera».

Según cuenta el propio Naftali, una noche a las tres de la madrugada la esposa del primer ministro le abroncó porque había comprado leche en bolsa y no en cartón como exigió.

Otro empleado, Gay Eliyahu, relata que una vez que había terminado su jornada, Sara le llamó para que regresara a la residencia y le calentase un plato de sopa. Una niñera la demandó en 1997 por impago.

Aunque cada caso suma a la hora de defenestrar la imagen de una persona, quizá sean los gastos «excesivos» e «incorrectos» de Sara lo que pueda tener mayor repercusión en el plano político.

El interventor del Estado, Yosef Shapira, publicó el pasado mes de febrero un documento donde se detalla el despilfarro de la señora Netanyahu desde que su marido llegara al poder en 2009.

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Ella era una azafata de la aerolínea israelí El Al. Él, un político en ciernes con ansias de volar alto en el escenario político de Israel. Pero lo que Benjamin Netanyahu nunca imaginó es que Sara (Tivon, 1958), esa mujer de la que se enamoró en un aeropuerto, acabaría por ensombrecer su figura en los momentos más decisivos de su carrera.

Mientras el primer ministro israelí afronta la recta final de la campaña electoral, de cara a los comicios del 17 de marzo, su propia esposa, con la que se casó en 1991, parece haberse convertido en su mayor enemigo. No hay día en que su nombre no salte a los titulares de la prensa israelí para protagonizar un nuevo escándalo.

Licenciada en Psicología, es una mujer dada a los gritos, con bruscos cambios de humor, que desahoga su ira lanzando zapatosy arremetiendo contra los empleados que trabajan en la residencia familiar. La columnista del diario Haaretz, Allison Kaplan, se refiere a ella como «La María Antonieta israelí».

Demanda del servicio doméstico

Meni Naftali es un buen conocedor de lo que se cuece dentro del domicilio familiar, ya que trabajó allí durante 20 meses. Primero como guardaespaldas y después como gerente. Ha denunciado al primer ministro y su mujer por supuesta conducta abusiva y humillación. Exige un millón de shekels (222.000 euros) de indemnización
Tras ser despedido, rompió el silencio: «El cambio de empleados era incesante. Muchos no querían trabajar con ella. Cerca de 30 personas acabaron su trabajo allí de mala manera». Según cuenta el propio Naftali, una noche a las tres de la madrugada la esposa del primer ministro le abroncó porque había comprado leche en bolsa y no en cartón como exigió. Otro empleado, Gay Eliyahu, relata que una vez que había terminado su jornada, Sara le llamó para que regresara a la residencia y le calentase un plato de sopa. Una niñera la demandó en 1997 por impago.
Aunque cada caso suma a la hora de defenestrar la imagen de una persona, quizá sean los gastos «excesivos» e «incorrectos» de Sara lo que pueda tener mayor repercusión en el plano político.

El interventor del Estado, Yosef Shapira, publicó el pasado mes de febrero un documento donde se detalla el despilfarro de la señora Netanyahu desde que su marido llegara al poder en 2009.
«Los costes no han sido acordes con los principios fundamentales de proporcionalidad, razonabilidad, ahorro y eficiencia» que ha de tener el primer ministro, según el informe de un Shapira, que fue nombrado por el propio Netanyahu en 2012, y que ha enviado las pruebas al Fiscal General, Yehuda Weinstein.

«Bottlegate»

Otro de los escándalos que han puesto contra las cuerdas al matrimonio Netanyahu ha sido bautizado como «Bottlegate». Según el diario Haaretz, la mujer del jefe del Gobierno se ha embolsado «miles de shekel» (un euro equivale a 4,5 shekel) de los depósitos de botellas vacías procedentes de la residencia del primer ministro que se han devuelto a supermercados de Jerusalén, a pesar de que los depósitos eran de propiedad estatal. Sara ha ido acumulando este dinero desde que su marido se convirtió en primer ministro en 2009 y al parecer, él lo sabe.

El líder conservador argumenta que todo forma parte de una campaña de desprestigio orquestada por sus rivales políticos y declaró que «respeto el informe del interventor del Estado, así como las críticas que contiene
Los abusos de Sara Netanyahu, de nuevo a juicio
El exmayordomo de la esposa del primer ministro israelí la acusa de condiciones laborales abusivas.

Sara y Benjamín Netanyahu, primer ministro de Israel. CORDON PRESS
“La María Antonieta israelí”, así define a Sara Netanyahu la columnista Allison Kaplan Sommer en una noticia publicada en el periódico Haaretz cuando Naftali inició un juicio contra ella, en marzo del año pasado (el cuarto juicio laboral en el que está implicada la primera dama en los seis años de la Administración de Benjamín Netanyahu). En esa columna, Sommer detalla una larga lista de quejas. “Oh, Sara, Sara, Sara”, empieza la crónica, donde, hablando en primera persona, Sommer la avisa de que el caso de Naftali -en el que la primera dama deberá declarar- es complicado. “Se trata de un hombre con una impresionante historia militar, que sirvió en las unidades de élite, que pasó innumerables controles de seguridad y que trabajaba como su guardaespaldas personal”, escribe. “Fue elegido a dedo para ser mayordomo de la residencia”.

En su queja, presentada en la corte laboral de Jerusalén, Naftali acusa al Estado de condiciones laborales abusivas y pide un millón de shekel (222.000 euros) de indemnización, y ser restituido como funcionario público.

La historia ha vuelto ahora a los titulares de la prensa israelí con la difusión de nuevas declaraciones añadidas a su causa. Un empleado, identificado como Elyahu, relata que fue testigo de “agresiones” en contra de Naftali, y describe el ambiente de trabajo como arbitrario y abusivo. Otro ejemplo: una madrugada, cuando el mayordomo ya se encontraba en su casa, fue convocado de urgencia a la residencia oficial para desearle a la señora del primer ministro buenas noches. “Me dijo que yo tenía que informarla personalmente cada vez que terminaba mi turno laboral y desearle buenas noches”.

Otro empleado, Emanuel Sela, relató una pelea entre el primer ministro y su esposa respecto a una merienda que se tenía que servir a un par de escritores de discursos que se encontraban en la residencia para una reunión de trabajo. El primer ministro pidió que se les prepararan sándwiches. Paralelamente, y mientras Sela trabajaba solo, la primera dama pidió que se le llevara una copa de vino a su habitación. Al enterarse de los sándwiches que preparaba Sela, Sara Netanyahu, de 56 años, se quejó de no haber presupuesto suficiente e indicó que se les sirviera una torta de miel. “Córtenle las puntas secas y sírvanla con café”, ordenó Sara. Al rato, el primer ministro volvió para averiguar dónde estaban los sándwiches encargados. “Le dije que los tenía preparados, pero que ellos tenían que decidir qué querían. El primer ministro me dio una palmadilla en el hombro y me pidió traer los sándwiches de inmediato a la sala. Su mujer estaba a su lado, enfurecida, y mantuvo ese rencor durante todo mi período de empleo. Desde ese momento en adelante, la señora Netanyahu hizo todo lo que pudo para humillarme”.

En su página de Facebook, el primer ministro respondió a las acusaciones considerándolas un ataque de cara a las elecciones del 17 de marzo. “Es todo para desacreditarme, acusarme, atacarme, y hacer todo lo posible para derrocar al Gobierno del Likud bajo mi liderazgo y allanar el camino a la izquierda”.

Lady Macbeth en versión israelí

La primera dama Sara Netanyahu ejerce una fuerte influencia en las decisiones de su marido

Ampliar fotoEl criticado modelito de Sara Netanyahu en el parlamento de Israel. CORDON PRESS

Fue para muchos la gota que colmó el vaso. Sara Netanyahu llegó el mes pasado al parlamento de Israel, a la sesión de inauguración solemne de los nuevos legisladores, con un modelo que provocó un repudio unánime a la izquierda y a la derecha de su marido, el primer ministro. Era un ajustado vestido negro con transparencias y encajes que dejaban ver claramente sus brazos, su escote y su vientre. Los medios israelíes no se ahorraron adjetivos con respecto al estilo elegido: terrible, barato, inapropiado, ciego, indigno. La elección de un vestido se convirtió en una pequeña crisis de Estado.

A sus 54 años, ya nada le debe extrañar a Sara Netanyahu, sufrida primera dama de Israel. Parece ser un pasatiempo nacional odiar y criticar a Sara, hacerla responsable de todo lo que hace su marido, especialmente lo que sale mal. Es, en el imaginario colectivo israelí, una Lady Macbeth moderna. Se la considera capaz de prohibirle a su marido que contacte con gente que a ella le cae mal. Se dice que hizo a Benjamín Netanyahu firmar un documento que le concede poderes parciales sobre sus asuntos, redactado por un exfiscal general de Israel.

Optó por perdonarle una infidelidad y mantenerse a su lado con condiciones

En realidad, hay mucho de incomprensión hacia una mujer que, a pesar de una infidelidad, decidió quedarse junto a su marido. Ambos se conocieron cuando ella era una azafata de la aerolínea El Al y él una estrella política en ciernes. Ella quedó embarazada y se casaron tras saberlo, en 1991. Pronto, él tuvo una aventura con Ruth Bar, una consultora política contratada para mejorar su imagen. A Sara le informó una llamada anónima en enero de 1993. Pronto, en 48 horas, lo supo toda la nación, cuando él acudió a confesar ante las cámaras de televisión.

En aquel año, Netanyahu se presentaba por primera vez a las primarias del partido conservador Likud. Un desconocido oponente le había grabado, según él mismo admitió, “en situaciones románticas comprometedoras”, y le exigía que abandonara su candidatura, a riesgo de difundir el vídeo. Él se negó a perder la oportunidad política de su vida, y le pidió perdón a su mujer en público, ante toda la nación. Ganó las primarias, y llegaría a ser primer ministro.

Fue tras la infidelidad cuando, según la leyenda negra de Sara Netanyahu, ella le hizo firmar el célebre documento secreto. Ha estado desde entonces invariablemente al lado de su marido en elecciones, fracasos, triunfos, viajes oficiales, crisis y negociaciones de todo tipo. Dicen los colaboradores de este que la primera dama ejerce un control férreo sobre quién entra en el círculo íntimo de asesores del primer ministro. Hay cierto consenso en la idea de que las colaboradoras y periodistas mujeres deben abstenerse de llamar al primer ministro a casa después de horas de trabajo.

Cuenta su leyenda negra que logró que su esposo firmara un documento cediéndole todos sus poderes

A las elecciones pasadas de presentó, como oponente de Netanyahu, un excolaborador suyo, el que fuera su jefe de gabinete Naftalí Bennett. En los dos años en que ocupó el puesto, su relación con su jefe se estropeó y queda ahora patente que fue por la mala sintonía con la mujer de este. “Sara y yo tomamos un curso de terrorismo juntos”, dijo Bennett en enero durante una entrevista en el Canal 10 de televisión, refiriéndose al hábito de la primera dama de entrometerse en el trabajo de su marido. Luego Bennett se disculpó profusamente, pero el daño estaba ya hecho.

Tampoco el servicio ha sido amable con Sara Netanyahu. En 1997 una niñera la llevó a juicio por impago de su sueldo. Pronto aparecieron varias empleadas que la acusaron de ser muy dada a los gritos y a lanzar zapatos en sus arrebatos de ira. Otra demanda, de una limpiadora, presentada en 2010, acabó en un acuerdo extrajudicial. La denunciante, Lilian Peretz, acusaba a la primera dama de pagarle una miseria y de obligarle a trabajar durante largas horas. En la denuncia la llegó a calificar, en línea con su leyenda negra, de una versión israelí de la madrastra del cuento de Cenicienta.

 

2 comentarios en «Lady Macbeth y el primer Ministro»

  • Esa mujer ha demostrado tener inteligencia y las cosas bien claras y que si en su lugar fuera un hombre no estarían dando tanta vuelta ni chusmeando sus actos es mas los estarian justificando como hacen siempre como con Trump y otros tantos.

  • Pudo cometer erores pero les molesta las mujeres inteligentes y que saben lo que quieren de la vida y por eso le pegan tanto.

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