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Paso fugaz de 3I/ATLAS: el visitante interestelar que nunca volverá

En el vasto silencio del cosmos, un viajero solitario cruza nuestro sistema solar. Su nombre es 3I/ATLAS, y aunque su paso será breve, ha despertado una curiosidad inmensa: ¿qué historias traerá desde las estrellas?

Este mes de octubre, el cometa alcanzará su punto más cercano al Sol, un momento único en el que los telescopios de la Tierra podrán contemplar su resplandor efímero. Pero 3I/ATLAS no nació aquí. Es un forastero cósmico, un visitante procedente de los confines del espacio interestelar.

Solo tres objetos de este tipo han sido detectados hasta hoy: primero fue Oumuamua en 2017, luego 21/Borisov en 2019, y ahora este tercer viajero helado que lleva el sello de la red de telescopios ATLAS, de la Universidad de Hawái.

Su nombre encierra su historia: el número 3 por ser el tercero conocido; la letra I, que alude a su origen interestelar; y ATLAS, el proyecto que lo descubrió. Los astrónomos lo clasificaron como cometa al identificar en él un núcleo helado rodeado por una coma, esa nube brillante de gas y polvo que despierta cuando el Sol comienza a calentar su superficie.

La NASA explica que este cuerpo probablemente se formó en un sistema estelar muy lejano, y que, por alguna colisión o cambio gravitacional, fue expulsado al espacio profundo, donde vagó durante millones, tal vez miles de millones de años, hasta cruzarse con nosotros.

Ahora, en un movimiento casi poético, 3I/ATLAS atraviesa nuestro sistema solar a una velocidad de vértigo, unos 61 kilómetros por segundo, siguiendo una trayectoria hiperbólica: una ruta abierta, sin retorno.

No se quedará

Pasará junto a nosotros, brillará por un instante, y continuará su viaje eterno hacia la oscuridad, sin volver jamás.

Algunos se preguntan si podría representar una amenaza. Pero la NASA es clara: no hay motivo para preocuparse. El cometa no se acercará a la Tierra más allá de 240 millones de kilómetros, una distancia segura incluso a escala cósmica.

Su cita más cercana será con el Sol, el 30 de octubre, cuando pase a unos 210 millones de kilómetros, justo dentro de la órbita de Marte.

Después, desaparecerá tras el resplandor solar y reaparecerá a principios de diciembre al otro lado, ofreciendo una última oportunidad para ser observado antes de perderse definitivamente en el abismo estelar.

Así, el cometa 3I/ATLAS nos recuerda lo diminutos y pasajeros que somos en este universo inmenso. Como un viajero que se asoma a la ventana del tiempo, nos saluda por un instante… y sigue su camino hacia lo desconocido.

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