27 abril 2024
PERSONALIDADES

Thomas Paine

Cuando éramos estudiantes había una bolilla en liberatura que se llamaba La Cuestión Homérica y se discutía si Homero había existido.

También se discutía si era ciego o veía, si la Ilíada, la Odisea, la Batracomiomaquia (La guerra de los sapos y los ratones) fueron escritas o las cantaban de memoria los juglares y mi gran profesor Guido Castillo, fallecido hace poco en España enseñándole Cervantes a los españoles, decía entre otras genialidades que era una discusión bizantina (o sea aquellas que ocurría en Bizancio en que los sacerdotes discutían la cuadratura del círculo cuanto los turcos estaban a la puerta de la ciudad para terminar con ellos).

Si Homero existió o no, importa poco, lo que realmente importa son la Ilíada, la Odisea y la Batracomiomaquia.

Qué es la vida efímera de un hombre frente a la eternidad.

Nosotros tuvimos un héroe, un gran traicionado de la historia, nunca derrotado, que por Azara, su sobrino Valdenegro, o los hermanos Robertson, o por quién sabe quién, heredó unas ideas que el desarrolló en lo que hoy podemos llamar el artiguismo.

Estas ideas apolíticas las recibió de los revolucionarios que llevaron a cabo diversas revoluciones en el hemisferio norte, entre los que se encontraba u hombre al que le dedicaré las líneas siguientes.

Por ello pienso que este artículo tiene que ser breve y concreto.

De Thomas Paine simplemente quiero dar una imagen somera. Para que los que conozcan al personaje no se aburran para quienes no lo conozcan les despierte la curiosidad sobre el mismo y lo estudien.

Advierto que hay o he encontrado poco material sobre él, muchos autores lo citan, dos o tres renglones por lo general, un par de páginas a lo sumo. Hay algunos libros muy viejos que no se consiguen.

Una biografía dice que nació en Thetford, Inglaterra, el 29 de enero de 1737 y murió en Nueva York el 8 de junio de 1809. Durante casi 40 años, su vida fue oscura, primero en el ambiente cuáquero en que había nacido, después en varios modestos oficios a los que se vio obligado a dedicarse.

Pero a lo largo de aquel período Paine se formó una sólida cultura filosófica y política basada en La Ilustración y tomó conciencia de su ideal revolucionario que les pareció inspirado en Satanás a los conservadores de su tiempo y que hoy es poco menos que una forma moderada del liberalismo.

En 1774 cuando se encontraba sin empleo en Londres, frecuentaba una de las cuatro cantinas, donde se reunían los francmasones de entonces y allí conoció a Benjamín Franklin, notorio masón, que adivinó las posibilidades de su talento periodístico y lo envió a Filadelfia con cartas de recomendación.

Pocos años después era famoso en los ambientes ilustrados de Norteamérica: director del “Pennsylvania Magazine” y más tarde colaborador en la hoja rival, el “Pennsylvania Journal”, publicó de 1776 a 1780, dos de sus mejores obras: “El sentido común” y “La Crisis”, que anticiparon la sustancia de la Declaración de Independencia.

Licenciado del ejercito de Washington en el año 1777 fue nombrado secretario de la Comisión de Asuntos Exteriores, perdió el puesto por culpa de su carácter impulsivo, pero continuó sirviendo al gobierno de Washington y al término de la Revolución obtuvo una hacienda en New Rochelle y una suma en metálico.

Durante algunos años vivió tranquilo, dedicándose al invento de un puente de hierro, pero en 1791, cuando se encontraba en Inglaterra, se vio otra vez envuelto en la política.

Burke había lanzado un ataque contra la Revolución Francesa y Paine salió en defensa con su libelo “Los Derechos del Hombre”, que le valió una acusación de alta traición. Habiendo conseguido escapar de Inglaterra fue acogido con todos los honores en París, se convirtió en ciudadano francés y entró en la Convención como delegado girondino, para terminar en prisión, olvidado por sus compatriotas, cuando los extremistas llegaron al poder.

En la prisión del Luxemburgo escribió su magna obra deísta “La edad de la razón” injustamente denominada la “Biblia del ateo”, típica expresión de su mentalidad abstracta, arrogante, científicamente despierta y de su carácter íntegro.

Con la llegada de Jefferson al poder otro reconocido masón, el viejo Paine pudo volver a América, pero su popularidad se había desvanecido y pasó los últimos años en la miseria, aparte de ser objeto de ataques de toda clase.”

Hasta aquí una biografía breve de Paine, pero como decía alguien que no recuerdo “Para conocer al César, hay que conocer la época del César”.

Y con este, personaje del mundo – al cual Mackey niega su condición de Masón, en su Enciclopedia y lo califica como charlatán en el tema, aunque tengo mis reservas por cuanto las enciclopedias por aquello de “quien mucho abarca” no pueden profundizar lo suficiente en los temas.

Para evaluar a este personaje un tanto inquieto tenemos que conocer lo que fue Inglaterra en aquella época, las trece colonias que dieron origen a los EE.UU. y nada más, ni nada menos que la Revolución Francesa.

El panorama de la sociedad americana y de la sociedad francesa era muy distinto.

La sociedad americana estaba -en lo que a las 13 colonias se refiere- integrada por una poderosa clase terrateniente, había una clase de campesinos medios y comerciantes.

Asimismo se encontraba dicha sociedad oprimida por la materia tributaria, el comercio inglés para Inglaterra, el Parlamento de Gran Bretaña y un Rey Jorge que no se daba mucho cuenta de las cosas.

La sociedad francesa estaba integrada por la aristocracia que dominaba la política y el ejército, tenía una iglesia organizada, una clase comercial e industrial enriquecida y preparada intelectualmente, que en principio estuvo de acuerdo con las ideas hasta que creció la pequeña burguesía, tenía numerosísimos campesinos desposeídos y una naciente clase obrera.

La sociedad americana se integraba con inmigrantes y estos se unían y colonizaban. No olvidemos lo que se llamó la Frontera, la conquista del Oeste.

La sociedad francesa estaba limitada en el espacio, el feudalismo no estaba lejano en el tiempo y las colonias si lo estaban.

Ambas sociedades, ambas revoluciones se influyeron recíprocamente, sin perjuicio que los resultados de una y de otra en una primera instancia fueron muy distintos.

Washington, también conocido masón, cuando Inglaterra aceptó la Independencia, entendió que su misión había terminado y se retiró a Mont Vernon y escribió “Ahora solo resta a los Estados ser “prudentes y fundar su independencia sobre la base de una unión “inviolable y eficaz y de una federación estable que pueda evitarles el “convertirse en el deporte de las naciones europeas; que el cielo les “de la prudencia necesaria para adoptar aquellas medidas que son “necesarias para alcanzar este fin tan importante”.

También escribió del mismo lugar, sentirse “… un ciudadano “americano particular en las márgenes del Potomac… sentado bajo mi “vid y mi higuera, libre de la agitación del campo de batalla y de las “intrigas de la política…”

Pero Washington tendría que volver para consolidar la obra iniciada.

La situación en Francia era muy otra.

Volviendo atrás en el tiempo y en lo que a la sociedad americana respecta nos encontramos con que la idea independentista no surgió originariamente, sino que por el contrario, las trece colonias querían mantener la fidelidad al Rey, pero los impuestos e imposiciones que venían del parlamento Inglés se hacían cada vez más gravosos.

Llegar a remitirle al Rey Jorge una petición llamada del “Ramo de Olivo” que consistía en una apelación a la corona para que tomase partido por las colonias contra las arbitrariedades tiránicas y tomadas por el Parlamento para extender su autoridad sobre ellos. Esto fue en el II Congreso Continental de Mayo de 1775.

El Rey, ensoberbecido de poder, se rehusó a recibir la petición, errores comunes en los monarcas de aquellos tiempos y de algunos poderosos de hoy en día, son víctimas de la soberbia.

Recordemos que Thomas Paine llegó a Filadelfia con cartas de Recomendación Benjamín Franklin en setiembre de 1774.

Cómo se conocieron un hombre humilde como Paine y un hombre ilustre como Franklin en Londres?.

En las cantinas donde tomaban alcohol en forma abundante todas las noches los que después fundaron las Cuatro Logias de Inglaterra.

O sea, setiembre de 1774 llega Paine, el II Congreso en mayo de 1775 envía la petición del “Ramo de Olivo”, en enero de 1776 Paine publica “El Sentido Común” y ardió la cosa.

El movimiento beligerante que era minoría, se convirtió en mérito a esta publicación en una gran cruzada popular. Colonia tras colonia, siempre hablando de las 13, rompían sus lazos con Inglaterra y elaboraban nuevas constituciones.

En la primavera de 1776 Virginia dio instrucciones a sus delegados en el Congreso Continental para que presentase una moción declarando libres y soberanas a las 13 colonias.

No tuvo aprobación pero se designó un comité‚ presidido por Thomas Jefferson (otro masón), para que redactase la declaración “al mundo cándido”. Dicha resolución fue adoptada el 2 de julio y dos días más tarde lo que fue la Declaración de Independencia de la cual surge claramente la filosofía política racionalista que se había producido en todo el siglo XVIII.

El texto guarda muchas cosas muy parecidas a las Instrucciones del Año XIII, que elaboró don José Artigas en su oportunidad, con la colaboración de algunos que profesaban ideas preclaras sobre el tema.

El texto de la Declaración decía:

“Sostenemos como verdades evidentes que todos los hombres “nacen iguales; que a todos les confiere su Creador ciertos derechos “inalienables entre los cuales están la vida, la libertad y la búsqueda “de la felicidad;

que para garantizar esos derechos los hombres “instituyen gobiernos que derivan sus justos poderes del “consentimiento de los gobernados; que siempre que una forma de “gobierno tiende a destruir esos fines, el pueblo tiene derecho a “reformarla o a abolirla, a instituir un nuevo gobierno que se funde en “esos principios y a organizar sus poderes en aquella forma que a su “juicio mejor garantice su seguridad y felicidad, …”

Y sigue: “… La prudencia aconseja en verdad, que no se “cambien por motivos leves y transitorios gobiernos largo tiempo “establecidos; y en efecto, es de común conocimiento que la “humanidad está más dispuesta a sufrir, mientras sean tolerables sus “males, que a hacerse justicia aboliendo las prácticas a que está “acostumbrado. Sin embargo, cuando una larga serie de abusos y “usurpaciones, dirigida invariablemente hacia el mismo objetivo, “demuestra el designio de someter al pueblo a un despotismo “absoluto, es su derecho, es su deber, derrocar ese gobierno y “establecer nuevas garantías para su futura seguridad.

“Para demostrarlo, sometamos los hechos a un mundo que los ignora:

“Ha rehusado sancionar las leyes más beneficiosas y necesarias “para el bien público…

“Ha disuelto repetidas veces las asambleas representativas por “oponerse con varonil firmeza a sus violaciones de los derechos del “pueblo…

“Ha tratado de impedir el poblamiento de los estados, “retardando, con tal propósito, las leyes de naturalización de “extranjeros …

“Ha hecho que los jueces dependiesen únicamente de su “voluntad, en cuanto a la duración de sus cargos y a la cantidad y “pago de su remuneración …

“Ha mantenido entre nosotros, en época de paz, ejércitos “permanentes sin el consentimiento de nuestro legislativo.

“Ha tendido a hacer el poder militar independiente y superior al “poder civil
“Se ha unido a otros (al Parlamento) para someternos a una “jurisdicción ajena a nuestra constitución y no reconocida por “nuestras leyes; dando su sanción a sus actos de pretendida “legislación;
“Para acuartelar grandes unidades de tropas armadas, entre “nosotros …
“Para interrumpir nuestro comercio con todas las partes del “mundo…
“Para imponernos tributos sin nuestro consentimiento.
“Para privarnos en muchos casos de los beneficios del juicio por “jurados.
“Para suspender a nuestra propia asamblea y declararse “investido de poder para legislar, para nosotros en cualquiera de los “casos.
“Ha renunciado a su gobierno aquí, declarándonos fuera de su “protección y emprendiendo una guerra contra nosotros…”

“Por todo lo expuesto nosotros, los representantes de los “Estados Unidos de América, reunidos en Congreso General, “apelando a la rectitud de nuestras intenciones, ante el Supremo Juez “del Universo y en nombre y por autoridad del buen pueblo de estas “colonias, solemnemente proclamamos y declaramos:
“Que estas Colonias unidas son y por derecho deben ser, “estados libres e independientes; que quedan exentas de toda “fidelidad a la corona inglesa y que todo lazo político entre ellas y el “estado de Gran Bretaña queda y debe quedar completamente roto …”

La declaración redactada en dos días tiene marcada la influencia de Paine.

En el Pennsylvania Magazine y en el Pennsylvania Journal, Paine publicó numerosos artículos sobre la emancipación de la mujer, la abolición de la esclavitud, sobre la marcha de la guerra contra los ingleses, sobre el desarrollo de la ciencia, la técnica y los descubrimientos científicos, etc.

La situación de los americanos eran incierta, según Paine escribe en Common Sense; los americanos no sabían que hacer; la idea de independencia no había sido formulada aún por aquellos hombres, tendrían que darse las batallas de Lexington, Bunker Hill y otras, antes que la idea de independencia empezara a hacerse consiente.

En este estado de cosas es cuando Paine escribe y publica Common Sense, un pequeño folleto de 40 páginas en el cual analiza clara y agudamente las bases del gobierno inglés; emplea un lenguaje preciso y accesible al hombre corriente; llamando a lo blanco blanco y a lo negro negro.

Reúne todas las condiciones exigidas por la ciencia: conceptos precisos y claramente delimitados.

Fue publicado en el momento justo, la situación era muy grave y aunque los colonos había practicado el autogobierno con sus asambleas, se encontraban en una situación coyuntural y sin una unidad suficiente como para hacer frente a los ingleses.

La idea de independencia y la necesidad de que el Continente lo fuera se integró en la conciencia de los hombres y fue un deseo común.

Se imprimieron no menos de 300.000 ejemplares de dicho folleto. Se arengaba al ejército leyéndolo.
Su contribución a la conciencia popular fue enorme.

El producido del folleto fue destinado al ejército continental.

Publicó otros folletos con el título de Crisis, los cuales los firmaba Common Sense. Estas publicaciones eran aperiódicas y coincidían con los reveses que tenía que soportar la causa.

(CONTINUARÁ EN PRÓXIMA EDICIÓN)

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