Uruguay y el mundo crisol de razas
Esa interpretación se ajusta más a la realidad o a la situación, de ser comido por no antropófagos o por circunstancias fuera del ritual.
La garra celeste tiene mucho que ver con la mentalidad del gaucho, del gaucho con chiripá, tan odiado por los cajetillas de la época como ser los señores de la Junta de Mayo, que usaban levita y peluca.
Si ensillaban un caballo era con montura y con bridges y no con chiripá y cojinillo.
Con los gauchos de chiripá tuvo un gran ascendiente don José Artigas, que fue en muchas circunstancias el ideólogo conductor de los gauchos sin amo, el ideólogo del Hervidero al lado de la Meseta luego llamada de Artigas, donde se tenían a buen recaudo a los españoles y a los malos americanos, donde se les lavaban la ideas del imperio español y otras yerbas.
El gaucho no se dejaba mandar, no trabajaba para un amo, pero seguía a un caudillo o líder.
La internet de aquella época eran los fogones donde se mateaba a gusto y se churrasqueaba abierto y las ideas ahí adquiridas se divulgaban campo abierto por chasques y troperos, con mucho tiempo para pensar y meditar entre un lugar y otro de la Banda Oriental.
En España engañaban al pueblo hambriento y sin tierra, bah, la tierra era para los moros, trabajarla era indigno de un señorito.
Claro que el pobrerío, los sin tierra con la letra de hacerlos hijos de América y que se les iba a dar tierras y un arado de manilla y una yunta de bueyes para trabajar sus tierras, se los embarcaba con esas promesas vanas con las miserias y con la promesa incumplida de ropas y útiles de labranza.
La fortificación de Montevideo y la fortaleza del cerro fueron levantadas piedra por piedra, por canarios y maragatos, traídos con falsas promesas con la ayuda de aborígenes mansos asimilados.
En la naciente Montevideo, el comercio era mínimo y recién se empezó a mover la cosa con las invasiones inglesas, que no venían a libertar a nadie, sino a abrir puertas y ríos para comerciar.
Ahí se fue rompiendo aquello que se vendía en Chile, pero tenía que pasar por España, para que se pudiera comprar en lo que es hoy Uruguay.
Así funcionaba el régimen aduanero de las colonias.
Cuando la guerra grande tuvimos una fuerte ayuda de las legiones francesas y los italianos, claro que los franceses vinieron para quedarse y los italianos con Garibaldi, el mundo les quedaba chico para tantas guerras.
El gran aluvión de etnias se dio entre 1860 y 1920 con el arribo de 600.000 europeos.
Pero fundamentalmente de España y de Italia.
Fue tal la afluencia de inmigrantes, que prácticamente ahogaron a la población preexistente.
Cambió la fisonomía del país, y hasta la memoria: bien avanzado el siglo XX, era más frecuente encontrar personas que todavía recordasen a “sus abuelos inmigrantes bajados del barco”, que no personas “orgullosas de sus orígenes patricios”.
Un nuevo y último impulso inmigratorio se dio con motivo de la Segunda Guerra Mundial, numerosos pobladores de Europa Central y Oriental llegaron hasta Uruguay.
Entre los varios pueblos que inmigraron a Uruguay se destacan: españoles (incluyendo gallegos, vascos, catalanes y oriundos de otras regiones como Andalucía e Islas Canarias), italianos, franceses (especialmente de origen vasco), ingleses, escoceses, alemanes, irlandeses, suizos, austriacos, polacos, lituanos, húngaros, eslovenos, croatas, griegos, rusos, ucranianos, judíos de varias procedencias, y gitanos, libaneses, palestinos y armenios.
Hay escasa población asiática, en general de Japón, China y Corea.
Los inmigrantes llegados al Uruguay han tenido una fuerte tendencia a la asimilación cultural.
Entre los factores que contribuyeron a que así fuera, cabe mencionar la influencia de la reforma vareliana en la educación, que logró una fuerte integración idiomática.
Coincidiendo con los primeros años de esta oleada de europeos, también había afluencia de afrobrasileños desde la frontera norte: el Imperio del Brasil continuó con su política esclavista hasta fines del siglo XIX, aunque los bandoleros penetraban en Uruguay y tomaban prisioneros a integrantes de la etnia negra y los llevaban para Brasil, a pesar de ser hombres libres y los vendían como esclavos.
Tenemos un caso muy público y notorio, el negro Ansina, fue vendido como esclavo en Brasil, siendo hombre libre y don José Artigas tuvo que comprarlo para dejarlo libre, cosa que vinculó a ambos hombres de por vida, marcando una fidelidad no común por parte del poeta y payador Ansina.
También no eran pocos los esclavos negros que huían hacia Uruguay buscando la libertad.
Cuando niño recuerdo un carpero de la playa Honda de Montevideo, de apellido Machado que me contaba que su madre todavía tenía las marcas del látigo en su espalda.
Claro que la idiotez humana no tiene límites, si bien hay cerca de 500.000 uruguayos trabajando y viviendo en Argentina como argentinos, sin distinción de los nacionales, hubo algún tonto que en serio o con una broma de mal gusto planteó en la vecina orilla construir un muro al estilo Trump en la frontera con Bolivia.
El fenómeno Trump, o insuceso llamado Trump no tiene en cuenta que EE.UU. es un país formado por inmigrantes que le dieron la grandeza que tienen, porque los autóctonos pieles rojas viven en reservas y el vecino del norte llegó a ser la potencia mundial que es gracias a los inmigrantes y para muestra traeré una docena de casos.
La señora Bissie, de Polonia, emigró antes de 1909. Ella y su familia, trabajando en una granja en Baltimore, fueron presentados en una fotografía de Lewis Hine, notable fotógrafo que manejó su cámara como un instrumento en la lucha para prohibir el trabajo infantil en los Estados Unidos.
Bob Marley, de Jamaica, 1966. Siguiendo a su madre a Delaware, Marley trabajó en una fábrica de Chrysler y en el Hotel DuPont en Wilmington, antes de regresar a Jamaica para trabajar en su música. “Estoy harto de este lugar”, le escribió a su esposa de Delaware. Marley murió de cáncer en 1981 a la edad de 36 años.
Elizabeth Stern, de Canadá, 1940. Pionera en el campo de la epidemiología, Stern estudió el cáncer cervical, transformando la enfermedad “de fatal a uno de los más fácilmente diagnosticados y tratables”.
David Ho, de Taiwán, se mudó a Estados Unidos en sexto grado. Después de haber publicado más de 400 artículos y haber contribuido al desarrollo de terapias antirretrovirales que permitan el control de la replicación del VIH en pacientes, Ho lidera actualmente un equipo de investigación que desarrolla una vacuna contra el VIH.
Rita Rodríguez, de Cuba, se trasladó a los Estados Unidos a los 15 años. En 1969, Rodríguez se convirtió en la primera instructora de Harvard Business School y se convirtió en directora del Banco de Exportación e Importación de los Estados Unidos, impulsando el comercio internacional.
Kahlil Gibran, del Imperio Otomano (ahora Líbano), 1895 y 1902. Después de inmigrar a Boston con su familia a los 12 años en respuesta al malestar político en el Imperio Otomano, Gibran regresó a Beirut para sus estudios. Reimplantando a través de Ellis Island en 1902, la carrera artística de Gibran, que abarca dibujo, acuarela y escritura, se caracteriza por un estilo simbolista y romántico, y considera temas de religión y misticismo.
Andrew Carnegie, de Escocia, 1848. Después de que su familia se trasladó a Pensilvania cuando Carnegie tenía 13 años, trabajó como chico de bobina en un molino de algodón en Pittsburgh. Por su muerte en 1919, había acumulado $ 309 mil millones en dólares de hoy, invirtió en la red de ferrocarril estadounidense, construyó un imperio de acero, escribió una cabalgata de libros sobre viajes, política y la responsabilidad filantrópica de los hombres de negocios, EE.UU., e hizo grandes contribuciones a las instituciones de educación superior.
Chineca Achebe, de Nigeria, 1990. Conocido mundialmente por su novela Things Fall Out, Achebe fue un escritor que exploró los impactos del colonialismo, el paisaje político de África envuelto en la corrupción y el elitismo y la confluencia de la cultura africana y colonial. Un reconocido profesor de lenguas, literatura y estudios africanos, Achebe enseñó en Bard College y Brown University
Mother Jones, de Irlanda, emigró a Canadá en su adolescencia y Estados Unidos a la edad de 23 años. Cuando Jones tenía 30 años, su esposo y cuatro niños murieron de fiebre amarilla. Cuando Jones tenía 34 años, su tienda de ropa fue devastada por el Gran Chicago Fire. En 1902, Jones era conocida como “la mujer más peligrosa de América”, por haberse convertido en un organizador clave en los movimientos que rodeaban las condiciones de trabajo de las minas de carbón, la aplicación de las leyes sobre el trabajo infantil y la organización de sindicatos en los Estados Unidos. También inspiró la revista progresista Mother Jones.
Isabel Allende, nacida en Perú de padres chilenos, ha vivido en Chile, Bélgica, España y actualmente en California. Celebrado por un estilo que incorpora realismo mágico, descompone temas de la historia y política latinoamericana, y destaca la vida de las mujeres, la escritura de Allende ha sido traducida a más de 30 idiomas y ha logrado el número de lectores de millones. Le concedieron una medalla presidencial de la libertad en 2014.
John Muir, de Escocia, 1849. Inmigrando a los Estados Unidos a los 11 años con su familia, Muir es uno de los ecologistas y conservacionistas más reconocidos de todos los tiempos. Fundador del Sierra Club, glaciólogo, botánico, geólogo, filósofo y escritor, su trabajo ayudó a preservar el Parque Nacional Yosemite y el Parque Nacional Sequoia y establecer un diálogo nacional sobre conservación y naturalismo.
Igor Stravinsky, de Rusia, vivió en Ucrania, Suiza, Francia y luego se trasladó a los Estados Unidos en 1939 a los 57 años. Uno de los compositores más célebres del siglo XX, Stravinsky es conocido por sus innovaciones técnicas en el ritmo y la armonía, Con The Firebird, Petrushka, y El rito de la primavera como algunas de sus sinfonías más conocidas.
¿Dónde estamos hoy?
Hay 41 millones de inmigrantes en los Estados Unidos. En 2013, el 83% de las personas deportadas de los Estados Unidos no recibieron audiencia ante un juez. Estados Unidos gasta $ 1,84 mil millones anualmente en retención de inmigrantes. (Fuente: ACLU)
Muy bueno este post. Me encanto lo de la internet en la época de los indios eran los fogones y si le agregamos mas las reuniones de fogones eran como los whatsapp de ahora no’ y el chasque era como el e-mail…jjjjjj
Se sabe que Tump esta mal de la cabeza pero Obama no se quedaba atrás porque deporto a pila de emigrantes.
Lo de los inmigrantes e hijos de imigrantes es un tema de nunca acabar porque el propio Trump es hijo de inmigrantes y se casó con una eslovena de familia comunista y tiene un hijo de inmigrate es un bochorno por donde lo mire.
Yo lamento lo que he leído aquí. Los países del viejo mundo tienen entre dosmil y sietemil años de historia y la mayoría llevan sus lenguas madre. Es humillante leer sobre si estaban los charrúa, chanaes, guanaes, arachanes, bohanes, guaraníes, etc. Pienso que ese tema no es importante, lo importante es que antes de que llegaran los barcos del viejo mundo existían humanos en estas regiones de America y los conquistadores les robaron sus tierras, los esclavizaron y exterminaron. La discusión de a que tribus exterminaron más o menos me parece absurda y desviar la atención de la realidad. Yo no acompañaré esa trivialidad, porque lo que realmente importa es que en América se cometió un gran genocidio con los verdaderos dueños de las tierras y punto. El que firma este artículo ya confiesa que es descendiente de inmigrante, o sea que sus ancestros vinieron de otra parte del mundo a América y por lo tanto nunca se va a solidarizar con los verdaderos dueños de estas tierras.
El amigo Rudolf es un auténtico trasnochado estar hasta las 3 de la mañana para defender a los indios, cuya denominación es incorrecta porque son aborígenes, mal llamados indios porque Colón se equivocó pensando que Guanahani era la India y no un archipiélago cercano a la Florida. Los charrúas habitaban en Entre Rios y acá venían apretados. Hoy los guaraníes mezclados con los inmigrantes son los auténticos pobladores de nuestra campaña y los que se dicen charrúas son unos vivos que quieren que les den una pensión compensatoria del despojo sufrido hace más de tres siglos. Aclaremos a Solís no lo mataron los charrúas sino que lo hicieron los propios tripulantes de la nave por despota y le pasaron el paquete del homicidio a los indios. Lastima que Rudolf no estuvo en Palmira para defenderlos.