28 abril 2024
CRÓNICAS

Hoy me voy a matar

Por COMOUSTÉ

Con esos nudos mentales que nos armamos nosotros los del papel y el lápiz, con las iPad, iPhone y el Pc y los passwords, palabras de paso o santo y seña como decían en las patriadas, me pude juntar con un cuento que publicaré hoy.

ajedrez-237-3_350x262Resulta que tengo una Nieta Negra, no afrodescendiente, no señor, negrasi, pero por autodeterminación de ella,pero sin ser por detrás de la iglesia o del Juez u oficial del Registro Civil, para que no piense pronto, ligero y mal estimado lector, esta relación es sui generis.
Lo de negra es unacreación de ella, es una nieta por adopción tramitada por si y ante si por ella, como lo hizo su padre, que también es mi hijo por adopción decretada también por él, sin ni siquiera consultarme a mí, pero yo silente y como chancho entre los boniatos, lo mío es un disfrute total .
En pocas palabras yo puse el trato, la fama y el tiempo y el cariño y ellos pusieron todo lo demás.

También tengo nietos legítimos pero no saben escribir y otros que saben no lo hacen, porque esto de escribir es algo que se trae en el alma, es un problema de actitud y de aptitud frente a la vida, disfrutar lo que otros disfrutan haciendo cosas locas o normales, comunes y corrientes o excepcionales, nosotros las disfrutamos sentados pensando y escribiendo, así de sencillo y fácil, para los que sienten lo mismo que nosotros nos entenderán en un santiamén y los que piensan distinto no nos entenderán nunca, claro que es un problema de ellos y no nuestro porque así somos felices.
Tengo otra hija adoptiva por parte de ella, María me adoptó y hoy es abogada y me dio otro nieto adoptivo, y todo se dio naturalmente y en especial por el calor humano que todos precisamos recibir y dar y desgraciado del que no esté en condiciones de darlo o recibirlo, como en el caso de mi Nieta Negra.
Mi Nieta Negra es rubia, pero todos son iguales, son los hijos y nietos adorables con otros apellidos, con que la vida me honró y me regaló, sin ningún merecimiento personal propio.
Estas consideraciones y las distinciones queme han hecho mis hijas legítimas y estos hijos adoptivos, no por ley, sino por el corazón y los frutos que me hicieron llegar me engordaron el ego de una forma brutal.
Tengo una familia integrada por los descendientes legítimos y por los adoptivos, todos iguales, los que ocupan un nicho grande en mi corazón, hasta he llegado a convencerme a mí mismo, que no he vivido una vida al Santo Botón.

Y hablando de Santos este cuento que voy a publicar fue escrito por una veterana de 16 añitos, recién cumplidos de edad, nacida en Colonia Valdense y fue rechazado por un grupo del Opus Dei (obra de dios, que le dicen ellos), que había hecho un llamado, cosa que lo hizo sin expresión de causa y me consta a mí, que la autora lo escribió en tres días y lo devolvieron, intuyo yo, porqueno creen en la gente joven, a tal punto de no haberla llamado ni siquiera para averiguar cómo fue que lo escribió, o en qué condiciones lo hizo quién fue el que la ayudó, a quién plagió, cómo utilizó una terminología de un nivel muy superior a su edad y parece que la Obra de Dios no cree en la inteligencia joven, no cree en una niña de un pueblo del interior que se devora una biblioteca propia, ajena, social y le entra a cualquier autor y sabe jugar al ajedrez, no les corre por la cabeza que pueda haber ficción, que complemente la falta de experiencia de vida para escribir, esto tan familiar y descriptivo.
Claro para el Opus mi Nieta Negra tiene dos defectos fundamentales, piensa mucho y medita mucho en vez de rezar y creer en barbecho, y para peor es del sexo femenino, si señor mañana va a ser mujer y las mujeres en la Obra tienen por destino las tareas domésticas, de limpieza y cocina para que los hombres célibes de la Orden hagan su trabajo.
Estimados con Uds. tengo el gusto de dejarles este cuento de la Nieta Negra de Comousté, titulado…

No soy así… ¿O sí?

Aún recuerdo como si hubiera sido ayer aquella tarde gris de fines de agosto, amenazaba con llover, pero yo me encontraba al resguardo de la casa de mis abuelos sentada en una silla, con los pies balanceándose en un movimiento rítmico hacia adelante y hacia atrás, mirando por la ventana que apuntaba en dirección al patio trasero, anhelando poder salir a jugar. Pero la voz severa de mi abuela retumbaba en las paredes de mi cabeza:
“Está por llover, no saldrás a jugar hasta que la lluvia pase”
Me había limitado simplemente a asentir, pero no había cosa que quisiera más que jugar afuera, pisando charcos con mis botas de goma, removiendo las plantas para encontrar caracoles y cocinando con barro. Suspiré sonoramente.
– ¿Estás pensando tu próxima jugada? – Preguntó mi abuelo, quién estaba sentado detrás de un tablero de ajedrez, el cual se situaba justo en frente de mí.
– Esto es muy aburrido, ¿Por qué tengo que aprender cómo se juega ajedrez? Mis amigos están jugando fuera – Contesté,hundiéndome en mi silla. Mi abuelo se irguió en la suya y sonrió.

– Aprenderás que ejercitar la mente es tan importante como ejercitar el cuerpo. La mente de las personas define su conducta, su personalidad y carácter, define quienes son. Si empiezas desde joven a ejercitarla, descubrirás quién eres mucho antes que otros, y te otorgará mucha ventaja sobre los demás – Lo escuché atentamente, pero no logré entender sus palabras, para mí era todo muy claro sobre quién era, y eso fue lo que le dije.
– Yo sé quién soy – espeté muy convencida y orgullosa de mi respuesta, de seguro el abuelo no se la esperaba. Sin embargo sonrió nuevamente y movió una pieza del tablero de ajedrez, un alfil blanco.
– ¿Lo sabes? Entonces dime, ¿Quién eres? – Me miró esperando una respuesta mientras colocaba al alfil entre mi reina y mi rey – Jaque – miré rápidamente el tablero.
– Soy un ser humano, como tú y como la abuela – respondí mientras movía rápidamente la reina hacia el alfil, sacándolo de juego, el abuelo miró mi jugada atentamente, como si fuera lo que él esperaba que yo hiciera.
– ¿Alguna vez has visto un atardecer, querida nieta? – Era una pregunta ridícula, todos habíamos visto uno alguna vez, había uno todos los días.
– Claro que sí, son hermosos. Además pasan todos los días, sería ciega si no los viese – Contesté mirando a mi abuelo que movía una torre sobre el tablero.
Siempre que podía corría a la parte más alta del terreno de mi casa con un balde y me sentaba sobre él a contemplarlos.
– Y no me equivoco al decir que no hay uno igual al otro, ¿Verdad? – Dijo levantando la mirada del tablero – Jaque – agregó mientras ponía al Rey negro en peligro a manos de la torre blanca.
– No, no los hay. Pero no comprendo la razón por la que me lo dices – respondí mirando hacia el tablero de ajedrez con el ceño fruncido, claramente confundida. Muevo sin pensar demasiado el Rey hacia la derecha, lejos del alcance de la torre.
– Los atardeceres son todos y cada uno de ellos diferentes.Puede haber algunos similares, pero nunca verás uno igual a otro, y aún así siguen siendo atardeceres. Las personas somos como los atardeceres, querida nieta, todos somos humanos, pero cada uno de nosotros es único. No solo físicamente, sino todo lo que conlleva ser una persona; Gustos, forma de ser, hablar o vestir; Su personalidad. Es tan amplio lo que envuelve la personalidad, que es imposible encontrar a dos personas iguales en ese aspecto. Además nadie define la personalidad de igual manera que otro, para alguien puede ser la forma en que habla, su cultura, su familia. Pero para otra puede ser algo que se refleja en todos los aspectos anteriores ¿Me sigues? – dijo suavemente mientras se oía a la abuela en la cocina tarareando al ritmo de Sandro.
– Sí – espeté. Entendía, sí, pero tenía una duda – ¿Quién soy abuelo? – dije mientras levantaba la mirada del tablero frunciendo el ceño ante la impotencia de no saber quién soy, siendo que hasta hace unos minutos sabía, o por lo menos creía saberlo.
De los labios del abuelo se escapó una risa suave.
– Eres muy joven, pero quiero que a menudo te plantees esa pregunta, y cuando sepas qué contestar, sonrías con autosuficiencia –Dijo manteniendo la mirada fija en mí sonriendo.
– ¿De qué me serviría sonreír con autosuficiencia? – Pregunté de repente confusa por su respuesta, la cual no respondió satisfactoriamente a mi pregunta.
Centrado su atención otra vez en el tablero de ajedrez, movió el caballo hacia mi indefenso y acorralado Rey.
Logré ver un atisbo de sonrisa en su rostro. Y allí supe, casi inmediatamente, que nunca podría ganarle al abuelo en lo que al ajedrez respecta.
– Jaque Mate –.

Pasó el tiempo y todavía no sé porqué debería sonreír con autosuficiencia cuando encuentre una respuesta, y tampoco sé qué significa esa pregunta. Me calmé diciendo a mí misma que más adelante la entendería, pero a medida que fui creciendo la pregunta se volvía más confusa, ¿qué debería responder realmente? Y ahora estoy aquí, haciéndomela por enésima vez.
¿Quién soy? Una pregunta realmente muy amplia ¿Quién debo ser? Mi nombre no es lo que me define realmente. Durante esta etapa de mi vida en la que hago valer los juicios de los demás, es una pregunta a la que no tengo respuesta. Quiero ser lo que esperan que sea, pero son muchas las personas a las que hay que complacer y eso lleva a la conclusión de que soy más de una persona, por lo que adaptaré la pregunta a las circunstancias.
¿Quiénes somos?
Podemos decir que somos un arcoíris de personalidades, somos rojos, azules, verdes, violetas, amarillos, tan juntos uno al lado del otro que parecemos blanco. Una luz blanca que choca contra un prisma y se convierte en una explosión de colores, adoptándolos según convengan las circunstancias.
No somos todos iguales, no nos conocemos entre nosotros, pero trabajamos juntos, como si fuéramos uno por un motivo en común, todos queremos lo mismo.
Avanzamos tomados de las manos hacia el futuro que queremos para nosotros, que quiero para mí. Las experiencias me forjan como persona, y cada una me da un indicio de quién realmente soy.
Soy varias a la vez porque temo ser solo una y que me juzguen por ello. Pero tengo la certeza de que en un futuro me decida a ser quién realmente soy, quien yo quieroser sin tener que pedir permiso, una persona feliz con lo que elije porque son sus propias decisiones,que tiene claro quién es en realidad; Segura de sí misma, de lo que hace y dice. Pero lo mejor es que mi personalidad será la que yo elija y no la que me impongan o deba tener para encajar.
Ser egoísta no está mal cuando se habla de uno mismo.
– ¿Estás pensando tu próxima jugada? – dice mi abuelo inclinando la cabeza con un brillo de humor en sus ojos.
Y sentada en la silla mirando por la ventana que da al patio trasero, en una tarde gris de agosto jugando ajedrez con mi abuelo, sonrío con autosuficiencia.
Hasta aquí fue la Nieta Negra de Comousté, ella no es ficción, es de carne y hueso y medita y piensa.

Gracias por haber leído lo que antecede y espero que todo sea para bien…

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *