29 abril 2024
CRÓNICAS

¿A Papá con milagros?

Es absurdo negar la posibilidad de milagros

En una época en que sólo por obra de la casualidad el mundo sigue girando, con esta bronca del niño y la niña, que no sé en qué andan, que a mediados de marzo tengo que prender el aire acondicionado para tomar un poco de aire fresco, pero en verano no moríamos de calor y teníamos una seca de padre y señor nuestro y en el litoral norte unas inundaciones que hasta el presidente tuvo que mandar al secretario para que consolar a los evacuados.

Cuando un presunto milagro puede explicarse, deja, ipso facto de ser un milagro, aunque algunos han logrado los títulos universitarios, como tenemos maestras que le piden todas las semanas veinte pesos a los niños pobres para fotocopiarle los libros de primaria, y me cae mal una cosa, primero que no presente la factura de las copias, y luego que hubo un gran problema con los derechos de autor en la facultad de derecho y los libros escolares sospecho que no cayeron del cielo como las avecicas que satisficieron el hambre del pueblo judío después del éxodo.

La verdad que cosa complicada, fíjese amigo que en la iglesia hay un asiento libre, siempre desocupado para que lo ocupe el feligrés que fue a buscar la verdad y no volvió y como viene la mano dificulto que venga.

De ahí la complicada, cuanto riesgosa, imprudencia de los que no cejan como ese del asiento vacío que no ceja en su pretensión de explicarse lo que pasa …

Uno no es nadie, y si lo fuera estaría en otra cosa, escribiendo guiones en Hollyood y no como tinterillo en El Reporte, empero, si es que esto que vamos a decir no se dijo antes, no se le achiquen razones por¬que haya sido dicho aquí, como hincha de Rampla tengo que escribir en algún lado y no palabrotas en los muros del Troccoli y si se supiera toda la ver¬dad, se acabaría el mundo.

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En cierto sentido si, fíjese amigo que Cleopatra, no estaría tan bien dotada como la pintó Cecil B de Mille, en la película poniendo a Elizabeth Taylor, con esos ojos color borra de vino, si ella descendía de los Ptolomeos, reyes de origen Macedonio, igual que Alejandro Magno, o sea unas cuadras más arriba de Grecia, pero para conservar el trono tuvieron que adaptar su religión y mezclarla con la de los egipcios, o sea traer todo el relajo que tenían los dioses del Olimpo, y seguir las costumbres de los faraones, que como se consideraban hijos del Sol, Amon Ra, los faraones se cruzaban entre ellos, y los hermanos tenían hijos con las hermanas.
Cleopatra forzosamente tendría que haber sido más oscurita que Elizabeth Taylor, y entre Roma y Egipto hubo varios cruzamientos, ella tenía un hijo con su hermano, que casualmente murió, después tuvo un hijo con uno de los emperadores romanos, Cesáreo, no por ninguna operación, sino porque era hijo del César y cuando ese emperador lo sacaron los propios romanos del medio, ella se las ingenió para traer a su lecho al sucesor.
Esta cuenta mía es muy a la criolla porque los que cuidaban a Cleopatra eran eunucos, salvo que hubiera uno fallado o que lo hubiera coimeado algún habitué de los aposentos, para que mirara para otro lado cuando el penetraba, claro que son cosas que pasan hasta en las mejores familias.

El aspid que utilizó Cleopatra para terminar con tantas intrigas no fue uno, sino que fueron dos y no la picaron en la frente sino en cada una de las poderosas razones que tuvieron enloquecidos a los Césares y a los hijos de los dioses.
Hay cosas que las tomamos por ciertas porque nos las contaron en el liceo o las vimos en alguna película o porque nos las contaron las viejas, como por ejemplo desde niños nos dijeron que al beber del mismo vaso uno se enteraba de los secretos del que había tomado antes.

Todo hoy decimos, la tal pavada, pues no señor, eso no viene de los chismeríos de las viejas, sino de la última cena, cuando todos bebieron del Santo Grial, ese que han puesto de moda ahora los escritores de cuestiones esotéricas, y alguna hasta lo puso por la casa del águila en Villa Argentina, y del Santo Grial, que algunos dicen que era de oro, y en la mesa estaba el Cristo y los 12 apóstoles, pero la iglesia no había empezado a funcionar y eran unos judíos pobres, y todos bebieron del Santo Grial y después que bebió Judas Iscariote, Cristo dijo que uno de los presentes lo iba a traicionar, presumiblemente se enteró por la copa y dejó pálido a Judas, aunque Pedro lo negó tres veces.

Hay cosas que usamos hoy en día, que traen los nombres de aquella época, conforme el tema de beber en el mismo vaso.

A Moisés, como pasa siempre en los misterios, para que no sublevara al pueblo judío, los padres lo metieron en un canasto, que de ahí en más le dio el nombre a todos los canastros de mimbre donde duermen todos los bebés, por lo menos de este lado del planeta.

En él los llevábamos atravesados en el asiento de atrás del automóvil, hasta que las disposiciones del tránsito resolvieron que tiene que ir en un aparato que va atado al asiento y los primeros meses cabeza abajo y cuando más o menos crece un poco, el niño, o sea cuando deja de ser carne con ojos y empieza a jugar y sonreír, lo dan vuelta y viaja como la gente mirando para donde le llegan los ojos, o sea un par de cuartas del asiento de adelante.

Volviendo a Moisés, lo metieron en ese canasto que no se fue a pique, sino que llegó hasta la casa del faraón donde una hermana del faraón lo adoptó, clandestinamente y lo crió.

Esa historia de pretender esquivar la historia para que no se cumpla la historia, que gracias a esa maniobra para que no se cumpla termina cumpliéndose, fue la que salvó al pueblo judío.
En la historia hay muchas historias similares.

Por ejemplo una reina tuvo un hijo y según el oráculo iba a matar al padre.

Para evitar tal evento, a Edipo, que era el infante, futuro parricida, se lo regalaron a unos pastores para que lo criaran, y creció y se hizo hombre, pero en vez de andar pastoreando un hato de ovejas, majada que le dicen, andaba por los caminos de dios.

Se encontró en un cruce de caminos, sin semáforo y se puso a discutir con el conductor del otro carro y una palabra trae la otra y le envainó la espada en el medio del pecho a Layo, que resultó en la realidad ser el padre del hijo, convertido de ahí en adelante en un parricida ignorante de haber matado al padre.

Siguen sus aventuras y llegado al reino, encuentra a la viuda de Layo, o sea su madre y una cosa trae la otra y terminan siendo marido y mujer, parece que en aquella época las diferencias de edades no hacían a la cuestión y Edipo terminó siendo Rey de Tebas y padre de algunas, hermanas suyas.

Volviendo al bueno de Moisés, este liberó al pueblo de Israel que eran esclavos de los egipcios y se los llevó 40 años por el desierto para que se olvidaran de la esclavitud y cruzaron el mar Rojo, a pie nomás porque se abrió para que pasara el éxodo del pueblo judío, que le vino a dar el nombre al éxodo del pueblo oriental, y cruzaron muertos de hambre y unas codornices que habían emigrado de no se dónde, aterrizaron indefensas y se dejaron agarrar por los hambrientos viajeros y unas acacias, llamadas hoy árboles del pan, daban una especie de fruto, que comieron con avidez.

Después viene lo de las 12 tribus de Israel que en realidad eran 13 pero en todos lados figuran como 12.

De este pueblo surgió la Biblia un libro del que todos hablan y muy pocos han leído y menos han estudiado.

Y el milagro fue que se abriera el mar Rojo, que las codornices llegaran cansadas y que el árbol diera pan y hasta acá llegó mi contrato.

El que quiera sabe más que lea el próximo número y que todo sea para bien.

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