25 abril 2024
CRÓNICAS

¡Apuntalen el techo!

Si señor, todavía no me volví loco, pero ando en eso

Hay días en que hay que apuntalar el techo, por las dudas, no sea que se le caiga encima, y quedarse en la cama, abrigarse bien y no levantarse ni para ir al baño.

Mire usted, el otro día tempranito por la mañana, -porque soy madrugador y no mateo- y fui a abrirle el portón de rejas a mi esposa para que se fuera a trabajar, con un escritor en casa alcanza.

Agarré el perro que está viejo y bichoco, pero que le gusta andar por la calle, a esa hora en que las madres con las cuatro por cuatro traen a los nenitos a la “school”, que andan un poquito más cuidadosas, para no matarle el hijo a la comadre, pero si en una de esas, por esquivar al niño, le pueden pasar por encima al perro.
Mientras tiraba de la reja con una mano, sujetaba con la otra del collar al nene de 50 kgs de apellido Dobermann, nombre de pila Rocky.

Maniobra que estaba haciendo lentamente de puro, bueno usted imagínese de puro qué.

Estaba en esos menesteres cuando siento que el mundo se viene abajo, la señora de la cual podría ser viudo en cualquier momento, por un hecho como el que voy a narrar, casi queda viuda ella, porque le dio al portón y tiró abajo la pilastra que sujeta el portón y lo casa con el resto de las rejas y demás cerramientos.

No fuimos finados el perro y yo de chiripa.

El auto apenas un abolloncito en el para golpes.

No vino Montecarlo, con Folle y su melena al viento, por esas cosas.

Auto adentro, portón semitirado sobre lo que vendría a ser la vereda con parte de la pilastra enganchada.

Portón ni para adelante ni para atrás.

Muro, amenazando ruinas y caer en cualquier momento para cualquier lado, preferentemente para donde hiciera más daño.
Logramos bolear la parte de arriba de la pilastra para el lado de afuera y boleó parte del portón.

Auto afuera con mujer y todo.

En la casa de duelo el Rocky y yo, había una novela de Thomas Mann, “El Hombre y su perro”.

Esa simbiosis que se da entre los animales y las personas se daba en la novela y el Rocky, mi perro, entendió perfectamente que no era el momento oportuno de andar rompiendo, porque se iba a romper la simbiosis y lo iba a curtir a patadas, aunque el desgraciado era tan víctima como yo.

También entendió que siendo perro veterano, con los fríos que está haciendo, ir al fondo y estar a cadena, en vez de echadito al sol, la segunda opción es la mejor.

El perro me tiene junado de toda su perra vida y sabe que a las buenas las cosas le salen más fáciles, salvo cuando se raja atrás de una perra o se mete en algún lío y lo llamo y no viene, en que podemos tener alguna conversación talero mediante, aunque son muy pocas las veces y el talero es para los perros ajenos.

Al rato un amigo me mandó un herrero, que en resumidas cuentas no era herrero sino instalador de motores para abrir y cerrar portones, cosa a la cual yo me resistí hasta ese día.

Ya sabía lo que me iba a costar el motor y una fotocélula para que frene por si un cristiano desapercibido lo aprieta el portón.
Ante eventual venta de motor, habló con un herrero que le recomendó un albañil.

Media cuchara son los que quedaron, porque los buenos se fueron a España cuando el párate.

Ahora los agarró la malaria allá pero no se quieren venir derrotados, sin perjuicio que muchos volaron del nido viejo de acá e hicieron nido nuevo en el viejo continente.

Apareció un albañil, sin manos ásperas, con camioneta y dos peones.

Me dijo los materiales que precisaba y cuanto me iba a cobrar.

Me fui para la barraca arrugado, sin tener la más mínima idea de los precios, pero de barraca fue poca plata.

Se pusieron a trabajar, limpiaron ladrillos viejos, que me quedaron de recuerdo de las porquerías que me había hecho el arquitecto.

Cuando iban a medio camino, levantando la pilastra, todo lindo, cayó una bomba de agua de esas de padre y señor nuestro.
Albañiles anfibios eran los de antes, ahora llamada por celular, patrón se los lleva a obra bajo techo.

El doliente miraba como llovía al norte y al sur, al este y al oeste, y si volvía a mirar al rato, seguía lloviendo igual, pero de que me voy a quejar si en un par de días paró, pero le fue a Noe y con todo el bicherío en la chalana grande esa que se hizo y la encalló en el monte Ararat.

El señor perro amigo de todos los perros atorrantes del barrio, no armó ningún lío con ninguno, ni con los caballos de los carritos a los cuales odia, pero parece que el portón es una fuente de valentía que lo hace ladrar como que se va a comer crudo a todo el mundo.

Todos hemos sido pizarreros alguna vez en la vida.

El perro también tiene derecho a eso y a sus pulgas, por más atorrante que sea, perro sin pulgas, no es perro o está muerto o es rarito que lo llevan al coiffeur.
Cuanto entró a mejorar un poco el tiempo, siguieron con la pilastra y yo que estaba de observador, que de albañilería no sé un corno, pero tampoco soy abombado, los vi que medían y volvían a medir e iban a donde había escondido el portón, por si algún señor de los carritos, necesitaba el mío y se lo llevaba de noche sin avisar.

Iban y venían, hasta que me brotó la erisipela y les sugerí, por qué no traían el portón y lo enfrentaban a donde lo iban a colocar.
Me hicieron caso, las ruedas del portón dejaron su huella en el patio de lajota, un surco como para plantar zapallo, como decía aquella poesía criolla, “tierra arada huele a patria”.

No dije nada del surco, porque con “el ya que estamos vamos a hacer tal cosa y tal otra” y la obrita termina costando una fortuna.

Llovió otro par de días hasta que se hizo la luz, vino el hombre de los motores que me colocó el portón, el motor y la célula, eche mano al bolsillo y pagué.

Barata la barraca, en comparación.

El baño tiene losa radiante eléctrica y lo notaba que no calentaba.

Llamé a la empresa que los garantizaba 100 años, de boca, y 4 en los papeles y vinieron con un aparato bárbaro.

Mojan con menos de medio vaso de agua el piso y pasan un aparato que tiene como dos cuernos y este hace un zumbido y por momentos se pone más agudo.

Me dijeron la falla está acá y agarraron el cortafierro y la maceta y dale que va.

Hicieron un agujero y encontraron la resistencia rota.

La empresa es grande y trabaja en varios lados y el que sabe, sabe, es uno.

Tenía que hacer sacar esos muebles de baño que tienen una bacha arriba de granito que pesa como la gran… bueno no tengo que ser tan explícito si Ud. fue a algún entierro vio lo que pesan la lápidas por donde se mete el jonca, imagíneselo.
Combiné con un muchacho que es un siete oficios, sumamente recomendable, estuvo luchando con las siliconas de la pared hasta que logró sacar el mueble.

Ahora tengo el mueble en el escritorio donde estoy escribiendo esto y la bacha con su mueble restante en un pasillo, donde molesta bastante.

Hoy llamé a la empresa y me dijeron que podían venir el martes de la semana que viene.

Le seguí rompiendo la lírica castellana al hombre y me dijo que lo llamara a la empresa antes de las 12.30.
Lo llame a las 12.15 y se había borrado.

Me agarré la calentura del siglo y tuve que salir a hacer una diligencia e iba por una calle importante y me suena el celular, me arrimo al auto que estaba estacionado y veo un número que tal vez era mi hombre.
Era y me dijo que mañana a las 9 de la mañana viene y me terminan de romper el piso, de la emoción reventé el espejo contra el otro auto y rayé el mío.

Me importó un comino, a esta altura me voy a calentar con cambio chico.

Mañana tengo a las 9 al hombre demoliendo el piso del baño, que voy a tener que hablar con Cristina Morán para que arregle con Melgarejo, para que me hagan precio con el piso nuevo (si no cayó es el aviso de la radio sobre los mosaicos de los baños).

A las 5 viene el siete oficios y me coloca el piso y creo que el sábado de tarde o el domingo por la mañana viene y me coloca los muebles en la pared.

Cuando la mano viene así apuntale el techo y no salga, hágame caso sé por qué se lo digo.

Si alguno piensa que es un cuento mío tenga a bien de pensar a donde lo puedo mandar sin más trámite y si le agregué alguna cuota de humor, no de exageración, fue para evitar que las lágrimas me borronearan el papel.

Un comentario en «¡Apuntalen el techo!»

  • JAJAJAAJ-A—————-QUE BONITO TE QUEDO EL PERRITO CON EL PAÑUELITO ROSADITO——–HASTA EN VERSITO SALIO————–DECIME QUE AUTO TIENE TU MUJER Y DE QUE COLOR————-POR LO MENOS QUE NOS DE TIEMPO A PERSIGNARNOS—————–JAJAJAJAJA—————

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