Desfile del corazón

Con grandes celebridades tanto en la pasarela como invitadas, tuvo su semana la 33° edición del BAAM, con el plus de recaudar para la Fundación Favaloro, pelea mediante las dos divas argentinas por ser dama de honor.

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Ganó la “diva” que se presentó, sin embargo el objetivo que perseguía el evento era una acción solidaria y de paso, mostrar las nuevas tendencias de la moda, de los principales diseñadores y marcas.

Por Carolina Noel

Bajo la conducción de Andrea Frigerio y bajo la atenta mirada de la llegada de Mirtha Legrand, dio inicio un show a puro corazón. The Red Dress Collection, el primer desfile, estuvo inspirado en la pasarela de Nueva York. Arriba de las tablas ubicadas en el salón San Isidro del Sheraton de Buenos Aires, sorprendentemente las famosas desfilaron los modelos creados por veinte diseñadores.

Desde el comienzo la gala estuvo en las pasarelas, pues veinte bellezas salieron a lucir sus vestidos rojos en el marco de la campaña The Heart Truth (La verdad acerca del corazón) que busca concientizar a las mujeres sobre la importancia del cuidado y de los controles cardiológico.

Nicole Neuman inició las pasadas vistiendo la prenda diseñada por Claudio Cosano, notándosele la pancita de futura mamá. La lista siguió con Nacha Guevara para Verónica de La Canal; Iliana Calabro para EAM; Solange Cubillo para Jorge Ibáñez; Brenda Gandini para Laia Cano; la actriz Nora Cárpena para Leticia Carosella; Andrea Campbell para Darío Arbina; Nequi Gallotti para Claudio Cosano; Natalia Lobo para Benito Fernández; Reina Reech para Claudia Arce; Virginia Elizalde para Calandra; Verónica Varano para Vero Far; Evelyn Sheild para Iara; Mariana Arias para Sylvie Burstein; Cecilia Rossetto para Adriana Costantini; Analía Maiorana para Garófalo; Karina Zampini para Sathya; Karina Mazzoco para Laurencio Adot; Carola Reyna para Opaloca; Ingrid Grudke para Laurencio Adot; Teté Coustarot para Cardon; Marisa Andino para Dorina Vidoni y Paula Colombini para el Taller x Zitta. El maquillaje estuvo a cargo de Mabby Autino, quien también desfiló la propuesta de María Pryor.

Si el desfile del “Vestido Rojo” había sido un disparador del clima que se vivía en el Sheraton y el de Adriana Constantini había subido aún más el termómetro, la presentación de la colección de Verónica de la Canal fue sin dudas el punto más alto de la jornada.

Fiel a su estilo la diseñadora montó una puesta en escena totalmente teatral para presentar su colección Preámbulo, que tuvo al actor Martín Bossi a cargo de la apertura, a siete bailarines permanentes, a una cantante lírica y a la mismísima Nacha Guevara para cerrar el desfile.

Ya pasadas las diez de la noche un colmando Salón San Isidro se puso de pie para aplaudir el último desfile de la primera jornada del BAAM que se extenderá hasta el martes 7 de septiembre.

El hecho anecdótico fue que no se presentó Susana Giménez, pues se sabía de la concurrencia de Mirtha Legrand, que a la postre terminó siendo la invitada de honor del desfile a beneficio de la Fundación Favaloro y un poco la “reina” de todo el evento.

Las distancias comenzaron cuando Susana Giménez dijo al aire en su programa de televisión, que aunque se enteró por los medios que la organización Favaloro consideraba su participación, la “diva” dijo que no iba a ir. Susana expresó su desconformidad pues, dijo que no había sido invitada como ‘dama de honor’, entonces no correspondía que fuera y no se apareció por el Salón San Isidro. Recordemos también que la “diva”, fue nombrada el 10 de noviembre del año pasado, “Madrina de la Fundación Fabaloro” y tal vez por ello su acción de no concurrir al enterarse que debía compartir el protagonismo con la otra “diva” de la vecina orilla.

Recordemos por último quien fue René Gerónimo Favaloro. Porque se trata nada más ni nada menos que de un prestigioso médico cirujano torácico argentino, reconocido mundialmente por ser quien realizó el primer bypass aorto-coronario en el mundo. Y se suicidó el 29 del 2000, luego que su fundación quedara endeudada en 75 millones de dólares. Fabaloro se sintió abandonado por el Gobierno argentino y no quiso ni reducir la calidad, ni la cantidad de sus atenciones ni despedir personal médico, que le hubiera ahorrado presupuesto como también el trágico desenlace final.