24 abril 2024
GALERÍAS

El auge de Piriápolis

Estamos en plena temporada estival, una temporada que se preveía bastante mala para el turismo, pero a tenor de las cifras que se están manejando se nos antoja que no será tan mala como se creía, sino que será una buena temporada.

La afluencia de turistas que arriban a nuestro país en cruceros es muy importante, también la de turistas que vienen a pasar unos días en nuestro país está siendo muy buena, y es muy importante destacar el aumento del turismo interno. Muchos son los compatriotas que se están desplazando dentro de la geografía de nuestro país buscando unos días de descanso.

Uno de los sitios emblemáticos de la costa Uruguaya es sin duda alguna Piriápolis. Este año con la renovación de su rambla se ha convertido en un destino muy solicitado, tanto que para fin de año la ocupación hotelera llegó casi al 100%.

Por Iara Bermúdez y Waldemar García

Creemos que es un buen momento para refrescar la memoria sobre el nacimiento y desarrollo del más antiguo de nuestros balnearios, que cuenta con una muy rica historia ligada a la persona y la personalidad de Francisco Piria, de quien toma el nombre. Este hombre, controvertido y polémico tanto por su forma de pensar como por sus emprendimientos y su visión de futuro, fue uno de los grandes impulsores de finales del siglo XIX y principios del siglo XX, a la modernización y crecimiento de nuestro país.

Don Francisco Piria Grossi, nació en Montevideo el 21 de agosto de 1847. Con 5 años de edad fue enviado a Italia a los cuidados de un tío, el cual tenía conocimientos de Alquimia que se los transmitió al pequeño Francisco, conocimientos que éste supo utilizar a lo largo de su vida.

Con 13 años Piria volvió a Uruguay donde se encontró solo, dedicándose a varias actividades. Estuvo en la milicia, tuvo un comercio en el mercado viejo y en 1875 comenzó a trabajar como rematador de terrenos en la ciudad de Las Piedras y posteriormente en Montevideo. Como rematador de lotes creó varios barrios de la capital de la República. Abre la empresa “La Industrial” dedicada a la venta de terrenos en cuotas. Entre 1888 y 1894 fue copropietario del diario opositor al gobierno, “la Tribuna Popular” donde escribe numerosos y a variados artículos sobre sus viajes.

La historia de Piriápolis comienza con la intención de Piria de crear en algún punto de la costa este del país un “Establecimiento Agronómico”. En 1890, ya con una importante fortuna, compra a Nícida Olivera 1.825 hectáreas de terreno entre el Cerro del Inglés y el cerro Pan de Azúcar por un importe total de $51.084,04, según cuenta Luis Martínez Cherro en su libro “Por los tiempos de Piria”. Inmediatamente viaja a Europa y trae cepas de viñas de Italia y Francia, planta también tabaco y olivos. Cuando se comienza a urbanizar la zona, ya se producía aceite y vino suficiente para abastecer a los turistas y trabajadores. La otra gran actividad económica es la extracción de granito del cerro Pan de Azúcar y luego del cerro del Inglés para la construcción del puerto.

En 1893 comienza la construcción de la que es la primera construcción de Piriápolis, el castillo de Piria, que queda finalmente terminado en 1897. Por esa época y de forma totalmente circunstancial, Piria hace una contribución enorme a la cultura de nuestro país; para cuidar las plantaciones trae de Italia al experto Brenno Benedetti que se convertiría más tarde en el abuelo de Mario Benedetti, uno de nuestros más grandes escritores uruguayos de todos los tiempos.

En 1905 se inaugura el suntuoso Hotel Piriápolis, que contaba con las mejores comodidades y estaba equipado con lo mejor de Europa: muebles de Italia, vajilla de Limoges, cristalería de Murano, alfombras de Esmirna, mantelería de hilo italiano. Allí se hospedaron los primeros turistas llegados a la zona luego de un duro viaje, ya que el tren los dejaba en la lejana estación “La Sierra”. Los proyectos de puerto y ferrocarril no se vieron concretados hasta 1916 aunque ya en 1914 el tren llega a Pan de Azúcar y se registran los primeros pasajeros que llegan en vapor.

En 1897 se construye un muelle de madera junto al cerro del Inglés pero un temporal lo destrozó perdiéndose los $20.000 invertidos. Finalmente le autorizan a construir el puerto, pero con la condición de que a los 90 años debe pasar sin costo alguno a poder del Estado. El propio Piria escribe al respecto: “Se construyó un muelle, se tiraron alrededor de 20.000 pesos. El mar bravío, en ciertos momentos todo lo destruyó. Más tarde se pudo adquirir el terreno donde construir el puerto, pero presentado el proyecto a la Cámara se despachó con demasiada calma. Vino la Revolución (1904), se pidió prórroga para empezar la obra y se me obligó a depositar 5.000 pesos en garantía. ¡Había que castigarme! ¡Para eso era uruguayo! […] El puerto se hacía en mi propiedad, con mi dinero, y al cabo de un límite de años, puertos, accesorios, máquinas, guinches, vías y una regular área de terreno quedaba todo gratuitamente en poder del Estado. […] Si yo hubiera sido uno de esos tantos que vienen con etiqueta extranjera, precedido por golpes de parches, indudablemente se me hubiera allanado toda dificultad […] ¡pero había que hacer el puerto y deposité la suma! Era para mí de tal importancia y de tal colosal porvenir esa obra que ella sola resolvería mi problema, era un pivot de toda mi operación comercial, de la explotación de tanta riqueza […] la gran explotación soñada durante veintidós años”.

Entre 1912 y 1916 se construye, con dinero de Piria, el tren que enlaza Piriápolis con Pan de Azúcar, son casi 18.000 metros de vía, que unen el puerto, canteras, usinas, hoteles, rambla y la estación de Pan de Azúcar. Este “trencito”, como era conocido, fue una de las señas de identidad características del balneario hasta 1959 en que el presidente de AFE, Oscar Gestido, arbitrariamente y a pesar de la fuerte oposición de los vecinos, decidió quitarlo de funcionamiento.

En 1911 se funda la primera escuela. Hoy la ciudad cuenta con una escuela técnica de UTU y con una dependencia del CURE (Centro Universitario de la Región Este).
A partir de 1912, con el primer remate de solares, el crecimiento de Piriápolis, que en aquel momento se llamaba “balneario del Porvenir”, es meteórico. Se construye la hermosísima rambla, comienzan a construirse los primeros chalés. En 1913 se instala en la cima del cerro del Inglés la capilla a San Antonio. Hoy conocemos este cerro como cerro de San Antonio, aunque su verdadero nombre continúa siendo cerro del Inglés. Se construyen lo que se conoce como la “trilogía de fuentes”: la fuente de la Virgen, en la falda del Cerro del Inglés (imagen de Stella Maris), la fuente de Venus, réplica exacta de una existente en Villa Paravicini en Italia, y la fuente del Toro, en la falda del cerro del mismo nombre. También se había construido el Paseo de la Cascada, en la cañada del Puesto Viejo.

En 1920 se pone la piedra fundamental del Argentino Hotel que se inaugurará en 1930, con todo el lujo que era posible en aquella época.

En 1933 muere Francisco Piria y se deja de elaborar vino y aceite, el final de los olivos es la tala y su madera se usó como leña.
Pero el balneario continuó creciendo conociendo su mayor auge en las décadas de 1940 y 1950.
Hoy es la segunda ciudad balnearia del Uruguay por detrás de Punta del Este, cuenta con una población estable de casi 9.000 habitantes que se multiplican varias veces en la temporada veraniega.

Las 10 hermosas playas que bañan los 25 km. de costa que se extienden desde Solís hasta Punta Negra; el entorno agreste para quienes gustan disfrutar del campo; las deliciosas excursiones a los cerros Pan de Azúcar, del Toro y del Inglés; la reserva natural de fauna en la falda del cerro Pan de Azúcar; la gran oferta hotelera y de restaurantes, hacen de este sitio uno de los preferidos por uruguayos y argentinos para disfrutar de las vacaciones.

2 comentarios en «El auge de Piriápolis»

  • Deberian resumir mas la informacion. Es muuuuuuuuy largooooooo.

  • se fueron por las ramas y no contestaron los mas importante que son las actividades economicas de piriapolis, que es lo que yo busque

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