26 abril 2024
INSÓLITOS

Divorcio a lo tortuga

Tras 36 años juntas, separan a dos tortugas gigantes porque “ya no se soportaban”. La decisión fue tomada luego de que Bibi, la hembra, mordiera a Poldi, el macho. Ambas tienen 115 años.

Las Galápagos: el reino de las tortugas gigantes.

El archipiélago de los animales se hizo más accesible gracias a la creciente competencia entre los hoteles, los hostales y las compañías aéreas.

En las islas Galápagos se acumulan los turistas gracias a los vuelos económicos y a la proliferación de hoteles, que hacen que los viajes sean cada vez más asequibles.
Las Islas Galápagos, el archipiélago de los animales espectaculares y al mismo tiempo mansos, se ha hecho más accesible gracias a la creciente competencia entre los hoteles, los hostales y las compañías aéreas que vuelan a las islas desde las ciudades de Quito y Guayaquil del Ecuador continental.

Los turistas con pocos recursos pueden dormir por una cantidad equivalente a 12 euros (unos 13,50 dólares) la noche y observar casi gratis tortugas gigantes, focas, pelícanos, así como iguanas marinas y terrestres tan largas como un brazo.

Ahora, uno de los escaparates más grandes de la evolución está más cerca para muchos turistas. Cada año, más de 200.000 turistas hacen realidad su sueño en el Pacífico a poco menos de 1.000 kilómetros al oeste de la costa de Sudamérica.

Quien quiere dar un paseo entre nidos de alcatraces en islas despobladas y observar familias de pingüinos mientras toma un trago al atardecer debe reservar un crucero, que no es nada barato porque cuesta entre 250 y 800 dólares (entre 220 y 705 euros) al día. Suena un claro silbido.

La tortuga gigante de Galápagos mete su largo cuello con su pequeña cabeza y sus piernas macizas debajo del imponente caparazón, que ahora baja a la hierba. La protección es perfecta. Seguramente, algún turista había mostrado poco respeto y quería tocar al coloso. Muchas tortugas gigantes llegan a pesar hasta 300 kilogramos y viven bastante más de 100 años, también aquí, en en el norte de Santa Cruz, la principal isla turística del archipiélago.

La capital de la isla, Puerto Ayora, tiene casi 15.000 habitantes, más de la mitad de la población total de las Islas Galápagos. En el puerto dormitan leones marinos. Taxis acuáticos navegan hacia el otro lado de la bahía. En el mar se balancean pesqueros, cargueros y ferries rápidos que navegan a las otras tres islas habitadas: San Cristóbal, Isabela y Floreana. En ellas también echan anclas algunos cruceros.

Incansablemente, los guías de las Islas Galápagos explican a sus grupos de turistas cuando desembarcan en una isla: “Nadie puede salir del camino, tocar un animal o sacar fotos con flash”. Quien fuma o deja caer un papelito se lleva una bronca. Los animales y las plantas del archipiélago con sus alrededor de 130 islas e islotes podían desarrollarse durante casi cinco millones de años casi sin ser molestados. El alemán Harry Jonitz ayuda a los turistas a observar este esplendor único sobre y bajo el agua. Desde hace 20 años trabaja como guía en el archipiélago.

En este momento, Jonitz y el capitán Julio Pachay están parados en el puente del “Treasure of Galapagos”, un catamarán para cruceros con capacidad para 16 pasajeros como máximo. La misma capacidad tiene también el “Tip Top IV”, que se asoma en el horizonte. También el “Galapagos Legend” y el “Silver Galapagos”, cada uno con capacidad para 100 pasajeros, son enanos en comparación con los cruceros que navegan por los mares del mundo, pero en el archipiélago de las Galápagos pertenecen a la categoría de los gigantes.

El mar está tranquilo. Hay tiempo para una charla en el puente. “Simplemente había demasiada gente aquí. Menos mal que nuestras autoridades tomaran medidas”, dice el capitán Pachay. En 2007, la Unesco puso las islas Galápagos en la lista roja del Patrimonio Mundial en peligro, también por un flujo migratorio incontrolado y problemas ecológicos. Las autoridades reaccionaron y, entre otras medidas, obligaron a muchos ecuatorianos continentales que vivían ilegalmente en las islas a regresar. “Para que los turistas no lleguen masivamente a los destinos principales, todos los barcos están obligados ahora a respetar importantes reglas. No pueden dirigirse dos veces al mismo destino en menos de 14 días“, explica Jonitz.

Entre tanto, la Unesco ha retirado su advertencia. No obstante, muchos animales y plantas endémicos siguen en peligro de extinción, porque también en el seno del mundo animal hay luchas por la supervivencia: junto con los seres humanos fueron llegando cabras, ratas y burros que pisoteaban los nidos, comían huevos y les quitan (también en la actualidad) espacio vital a los animales endémicos.

Además de Santa Cruz y Española, también Genovesa, Seymour Norte, Bartolomé e Isabela son algunos de los destinos más populares. Quien quiere ver las tortugas gigantes endémicas, que para muchos turistas son el clímax de una visita a las Islas Galápagos, debería planear el viaje adecuadamente, porque la mayoría de esos animales solo viven actualmente en Santa Cruz, Isabela, Santiago, San Cristóbal y Española. Quien solo observa estos animales gigantes en la Estación Charles Darwin en Santa Cruz detrás de pequeños muros en el campo muchas veces se siente decepcionado cuando escucha lo que han visto otros viajeros.

Se acabó el amor. Tras 36 años de convivencia, dos tortugas gigantes fueron separadas porque ya no se soportaban.

“Bibi mordió a Poldi. Hasta ese día habían convivido siempre de forma pacífica”, explicó a la agencia de noticias AFP Elga Happ, directora del zoológico Klagenfurt, situado al sur de Austria.

“De pronto Bibi no soporta más a Poldi”, resumió Happ. En la pelea tuvieron que intervenir empleados del zoológico y distraer a la tortuga con tomates “para evitar que suceda algo grave”, apuntó.

Hasta el momento, el “el brusco cambio de conducta de Bibi sigue siendo un misterio”, sostuvo la cuidadora, quien especuló con que la avanzada edad de ambas –115 años- tenga algo que ver.

La única certeza es que Bibi y Poldi y ya no tienen un futuro juntas.

Chelonoidis es un género de tortugas de la familia Testudinidae, constituido por especies terrestres que habitan en Sudamérica continental, y que incluye también a las tortugas gigantes de las oceánicas islas Galápagos.

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En rosa, la distribución del «Complejo Chelonoidis nigra» en las islas Galápagos.

Todas sus especies anteriormente fueron asignadas a Geochelone, pero análisis genéticos comparativos han indicado que están realmente más estrechamente relacionadas al género africano Kinixys. Sus antepasados al parecer conquistaron Sudamérica en el Oligoceno, cruzando el Atlántico, al que llegaron arrojadas por grandes inundaciones de los ríos del oeste africano. Este cruce fue posible tanto por su capacidad de flotar con la cabeza apuntando hacia arriba, como por la de poder sobrevivir hasta seis meses sin comida ni agua.

Los miembros de este género que habitan en las islas Galápagos se encuentran entre las tortugas terrestres vivientes más grandes del mundo. Otros miembros gigantescos del mismo género, hoy extintos, también estuvieron presentes en la patagonia argentina durante el Pleistoceno.
Son 14 las especies de este género; todas se distribuyen en América del Sur.
En Sudamérica continental

En las islas Galápagos

Las 10 especies de tortugas de las islas Galápagos eran tratadas como simples subespecies de una única especie: Chelonoidis nigra. Hoy se las considera especies plenas.

La tortuga gigante de Floreana (Chelonoidis nigra) es una especie extinta de tortuga gigante, una de las 10 especies originarias de las islas Galápagos (Ecuador). Concretamente esta especie era endémica de la isla Floreana. Fue descrita por primera vez por los zoólogos franceses Jean René Constant Quoy y Joseph Paul Gaimard en el año 1824. Integra el complejo de especies denominado: Complejo Chelonoidis nigra.

La posibilidad de «resucitar» la especie

Análisis filogenéticos pueden ayudar a “resucitar” esta especie extinta de Floreana. La especie es sólo conocida por restos subfósiles. En algunas tortugas de Isabela Chelonoidis becki se encontró coincidencias parciales con el perfil genético de los especímenes de Chelonoidis nigra depositados en colecciones de museo, posiblemente indicando la presencia de híbridos originados por una población trasplantada por humanos desde Floreana a Isabela, o de individuos arrojados por la borda de los buques para aligerar las cargas. Nueve descendientes de tortugas de Floreana han sido identificados en la población cautiva del centro de cría de Fausto Llerena en Santa Cruz. Esto permite la posibilidad de restablecer una reconstrucción de especie mediante la cría selectiva basándose en estos animales híbridos.4

¡Adiós Speed!, la tortuga de Galápagos de 150 años que falleció en San Diego

Speed tenía aproximadamente 150 años y 80 de ellos vivió en el zoológico de San Diego, Estados Unidos. Hasta que el 20 de junio, según informes internacionales, se informó que la tortuga Galápagos fue sometida a eutanasia.
La tortuga sufría de artritis, entre otros problemas de salud, y sus últimos años recibió medicación, hidroterapia, terapia física y acupuntura, de acuerdo a un artículo publicado en el medio Los Angeles Times.

Él gran quelonio llegó al zoológico de San Diego en 1933, desde isla Isabela. De acuerdo a esa institución, las Galápagos masculinos pueden llegar a pesar más de 500 libras, mientras las hembras llegan a 250.

Speed superó el promedio de edad de las tortugas Galápagos, 100 años.
Este acontecimiento ha servido también para recordar al también fallecido Solitario George, el último ejemplar conocido de la especie de tortuga gigante Chelonoidis abingdonii.

Por ejemplo, la radio estadounidense NPR comparte en su sitio web una canción en su memoria.

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