25 abril 2024
CRÓNICAS

Hijo de la vejez

Fui “el hijo de la vejez”, el menor de cinco hermanos, que menos dos que nacieron de ocho meses, quedamos de los cinco, solamente tres. A mi vieja le decía que yo era el producto del descuido, en una época en que esos chistes con los padres no eran bien vistos, y ella me decía que no, qué era buscado, claro está que si hubiera sido lo uno o lo otro, yo ya estaba ahí y estoy todavía.

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A los demás los fui llevando de a uno al camposanto, por la ley de la vida, una veta diabética se llevó a mi viejo con 59 y a mi hermano el del medio, con 65, a ambos por sendos infartos fatales, pero a mi hermano lo agarró con una pierna de menos, parte del precio de la diabetes asesina silenciosa.

Los demás todos hipertensos y con una buena dosis de colesterol, claro que llegaron a los ochenta y pico.

Como empecé la película más tarde la llevo con hipertensión y con las cañerías interiores medio taponeadas, con el cirujano vascular la vamos remando para el mismo lado, no tengo apuro pero no me voy a zafar de ese tema, aunque ya me remendaron un par de arterias.

El mayor me llevaba 16 años y el del medio 12 y por ser el menor, estando a los dichos de mi cuñada, bah, la viuda de mi hermano, yo era el malcriado de los viejos, claro que ella, no vivía la batalla diaria de mi vieja tratando de hacerme comer.

La lechuga era para los pájaros, los canaritos en especial, todavía al día de hoy no la he comido, era el rey de la milanesa, con papas fritas y huevos fritos, y armaba flor de lío, cuando mis hermanos mojaban su pan en mi huevo frito.

Claro que por macanas de mis hermanos no tuve bicicleta, lo caul no me traumó, sino que me esmeré en otro rumbo y al final lo obtuve por mis propios medios y de allá hasta acá siempre con vehículo propio.

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3 comentarios en «Hijo de la vejez»

  • me encantó !!! muy buena redacción, me mantuvo atrapada hasta el final, a pesar de ser largo…

    Gracias !

  • siempre los viejos aflojan al final cuando no les queda otra a mi me paso lo mismo

  • Me encantó internarme en ese mágico mundo del Montevideo de antes, cuando se podía jugar en la vereda, las señoras salían a pasear, y la vida familiar era un patriarcado indiscutible.
    Cuando las cosas salían centésimos.
    Me prendí en la historia y en los datos (por demás interesantes) de esos tiempos, en los comentarios, en la intimidad de la historia familiar.
    Me gustó!!
    Quiero más historias.
    Salud!

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