23 abril 2024
PERSONALIDADES

Las pirámides de Bosnia 3

“Enlosado” de la pirámide de la Luna
CONTINUACION DEL PROXIMO NUMERO 3
Las visiones “neutrales”

Desde el mismo momento en que Sam Osmanagic anunció en 2005 su descubrimiento, no tardó en desatarse la polémica en torno a sus pirámides y así pues aparecieron opiniones a favor y en contra sustentadas con múltiples argumentos de diversa índole. Lamentablemente, esta controversia –en vez de encaminarse hacia un debate sereno y constructivo– ha desembocado a menudo en una fuerte hostilidad entre los bandos e incluso en ataques personales, y como resultado, se ha llegado a un punto muerto basado en unas posiciones polarizadas e irreconciliables.

No obstante, cabe destacar que algunas personas –entre ellas varias de reconocida trayectoria científica– han preferido eludir la confrontación o el puro maniqueísmo y se han acercado a Visoko con la mente abierta y sin ningún prejuicio, a fin de examinar las pruebas de una forma –digamos– “neutral”. A continuación, veremos algunas de estas opiniones, incluyendo las que puntualmente podrían suponer cierto apoyo (o al menos el beneficio de la duda) a las tesis de Osmanagic.

Entre los primeros investigadores alternativos en llegar a Visoko, en 2006, estuvo el geólogo norteamericano Robert Schoch (famoso por su datación heterodoxa de la Gran Esfinge), que pasó alrededor de un mes inspeccionando el yacimiento. Osmanagic lo recibió con entusiasmo y poniendo a su disposición incluso una avioneta para que pudiera apreciar todo el conjunto desde el aire. Sin embargo, la observación sobre el terreno de Schoch no coincidió con los argumentos de su anfitrión. En su opinión cualificada, no había pirámides en Visoko. Todo lo que se podía ver era fruto de procesos geológicos naturales, y de alguna manera el trabajo emprendido allí estaba modificando el terreno (mediante la propia excavación) para hacer que pareciera una pirámide.

Schoch argumentaba que la naturaleza está llena de regularidades y que ciertas formas atribuidas a la acción humana tenían una explicación geológica bien conocida, como por ejemplo las capas regulares de arenisca, que son en realidad producto de una sedimentación cíclica. En cuanto al espinoso tema de los grandes bloques de cemento (artificial, según Osmanagic), Robert Schoch sólo veía grandes losas de arenisca o conglomerados naturales que se habían roto en pedazos más o menos grandes a causa de presiones tectónicas y de desplomes. Su dictamen técnico se puede resumir de esta manera:

“Las fuerzas tectónicas deformaron plásticamente las arcillas y las lutitas pero las areniscas y los conglomerados, que su equipo había excavado en numerosos lugares, se rompieron en piezas de forma semi-regular, interpretándose como pavimentos, terrazas, bloques de cemento, piedras de cimentación, etc. Es interesante y revelador observar que los tamaños de los bloques de conglomerado y de arenisca hallados se corresponden con el grosor de los estratos de la roca original. Los finos estratos de arenisca, presionados tectónicamente, se rompieron en pequeños trozos mientras que las gruesas y firmes capas de conglomerado se rompieron en trozos enormes. Este es exactamente el patrón que se podría esperar en las formaciones rocosas naturales.”

Y para acabar de aguar la fiesta a Osmanagic, Schoch también inspeccionó uno de los “antiguos” túneles y se llevó una gran decepción. En su exploración, aseguró que se trataba de un túnel que había sido practicado y modificado en tiempos recientes, según deducía a partir de algunos graffiti, de paredes y techos caídos y de un posible uso militar en la guerra de Bosnia de los años 90. En definitiva, Schoch desestimaba por completo las tesis de Osmanagic, si bien admitía que el lugar tenía una gran riqueza geológica y arqueológica que debía ser investigada y explotada adecuadamente.
Por otro lado, es muy significativo que muchos autores internacionales del género de la arqueología alternativa hayan preferido eludir el tema de forma discreta, pasándolo por alto tanto en sus libros como en sus sitios web. Precisamente, durante la entrevista que en 2013 realicé a Graham Hancock para Dogmacero, le pregunté directamente por el tema de las pirámides bosnias y me contestó que no podía pronunciarse porque no se había formado una opinión a partir de la información disponible.

En cambio, la intervención en 2007 de otra personalidad académica (nada sospechosa de ser alternativa) pudo dar un giro inesperado a la controversia, esta vez a favor de Osmanagic. Me estoy refiriendo a la visita que hizo al conjunto de Visoko durante un par de semanas el egiptólogo egipcio Nabil Swelim, cuyas observaciones se plasmaron en un breve informe titulado “The pyramid hills:Visočica and Plješevica Hrašće: observations and analyses”. Sobre este trabajo se puede decir sin exageración que fue la primera ocasión en que algún experto de la comunidad académica arqueológica mostraba un cierto acercamiento a las tesis del investigador bosnio, pues este artículo, en vez de despotricar contra él, le concedía como mínimo el beneficio de la duda. Además, es de destacar que Swelim aceptó de buen grado la invitación de Osmanagic y que su compromiso de estudiar el fenómeno sin prejuicios le comportó serias advertencias por parte de algunos colegas.

Básicamente, el enfoque teórico de Swelim consistió en comparar las características de las colinas bosnias con las clásicas formas y rasgos de las pirámides. A partir de aquí, combinó el trabajo de campo con el estudio de mapas locales y de los informes previos de otros especialistas. Así pues, a raíz de esta investigación preliminar estableció algunos paralelismos razonables que le empujaron a afirmar que en Visoko había colinas piramidales (“pyramid hills”). Dicho de otro modo, Swelim consideró factible que sobre una base natural (la propia colina) hubiera tenido lugar una intervención humana de enormes proporciones para darle la típica forma de pirámide. En este sentido, veía una posible artificialidad en los bloques de conglomerado, así como en las losas horizontales (“baldosas”) cuya aparente regularidad le inclinaba a pensar que se trataría de un pavimento. Por otro lado, consideró que había otros indicios muy significativos (pero no concluyentes), como la orientación bastante precisa de las caras a los cuatro puntos cardinales o la existencia de posibles estructuras internas –como en las pirámides egipcias– según se había apreciado en los estudios preliminares de geo-radar.

Swelim también se apoyó en gran parte en las observaciones previas de su compatriota el Dr. Aly Barakat, geólogo, que había estado el año anterior en Visoko y que –si bien coincidía en las apreciaciones de los geólogos bosnios (críticos con Osmanagic) sobre la composición de la colina de Visočica estimaba que posiblemente había habido una actuación humana para modificar la forma de la colina y convertirla en pirámide mediante la aplicación de unas losas de revestimiento. Incluso se atrevió a sugerir que tal empresa había sido obra de alguna “civilización antigua”. Ahora bien, Barakat se mostraba confundido ante la extraña regularidad de la pirámide del Sol, y reconocía que la única cara propiamente regular (triangular) era la del norte, y en menor medida la cara este. Las otras dos caras serían bastante más irregulares y además la inclinación uniforme de las caras sería más bien un efecto óptico a cierta distancia, pues sobre el terreno se apreciaba una evidente variación en diferentes puntos de la colina. De todas formas, el geólogo egipcio pensaba que los elementos naturales (erosión, fuerzas tectónicas, vegetación…) y la intervención humana habían provocado una cierta deformación de la pirámide.

Sea como fuere, tanto Barakat como Swelim se mostraron bastante prudentes en sus conclusiones y se remitieron a la necesidad de implementar estudios posteriores. Estas opiniones benevolentes, sin embargo, levantaron una cierta polvareda en el estamento académico y acabaron por producir la reacción del famoso y mediático Zahi Hawass, el entonces Secretario General del Consejo Supremo de Antigüedades de Egipto (SCA). Así, cuando fue interpelado sobre la cuestión de Bosnia, Hawas emitió un comunicado (sin haber estado en Bosnia y valorando el asunto a partir de referencias) condenando sin paliativos el proyecto de Osmanagic, al que desacreditó duramente por su falta de conocimiento sobre las pirámides y por sus veleidades pseudocientíficas. En cuanto a las opiniones de su compatriota Barakat, también lo desautorizó diciendo que, como geólogo, no sabía nada de pirámides y que no había ido a Bosnia en representación del SCA.
Lo que es claro y manifiesto es que con el tiempo los dos científicos egipcios se fueron distanciando de sus primeras impresiones “neutrales” o ligeramente favorables a Osmanagic y se mantuvieron en un discreto silencio. En todo caso, Nabil Swelim creyó necesario desmarcarse explícitamente de Osmanagic y así en 2010 escribió un breve artículo en el cual –si bien no se retractaba del todo de su anterior posición– sí realizaba ciertas puntualizaciones categóricas (aunque sin aportar nuevos argumentos significativos) que le situaban en un punto intermedio entre Osmanagic y los académicos que le habían puesto en la picota debido a su defensa de ciertas ideas cercanas a la herejía. Sin embargo, detrás de las declaraciones altisonantes de unos y otros apenas se puede entrever un debate racional sino más bien un choque de egos personales y científicos, sin descartar otras motivaciones. Por su parte, Osmanagic ve cierta conspiración en todo este asunto y acusa directamente a Swelim y Barakat de haber cedido a las presiones de Hawas, que presuntamente les habría amenazado con retirarles sus retribuciones públicas.

Por otro lado, en 2008 Osmanagic cedió personalmente una muestra de su “cemento” al químico Joseph Davidovits, muy conocido por haber lanzado la propuesta de que los bloques que formaban la Gran Pirámide eran en realidad piedras artificiales. Davidovits analizó en 2009 esta muestra bajo microscopio electrónico y reconoció que podría ser un cemento antiguo, parecido al cemento romano. Sobre su composición, estableció que se trataba de un cemento geopolímero basado en calcio y potasio siendo el elemento aglutinador un tipo de arena muy fina de granito detrítico. Sin embargo, Davidovits publicó en 2013 una actualización en su sitio web en la que se distanciaba de las proclamas del investigador bosnio, dejando claro que el material analizado procedía de una cisterna romana y de ningún modo de los bloques de la Pirámide del Sol.

Finalmente, me gustaría citar otra opinión neutral muy representativa pues cuanto procede de Carlos Mesa, un investigador alternativo español, que se acercó a Bosnia con la mente abierta pero también buscando rigor y respuestas claras. Mesa escribió un interesante artículo en 2011 sobre su visita a la zona, donde estuvo excavando como un voluntario más, lo que sin duda constituye una experiencia de primera mano. Básicamente, los hechos que Mesa ponía de relieve sobre el proyecto arqueológico eran los siguientes:

No se podía apreciar una correcta metodología arqueológica; se excavaba a destajo a pico y pala en diferentes sondeos con el único objetivo de llegar al corazón de la pirámide.

Muchos arqueólogos ortodoxos han rechazado las tesis de Osmanagic y han vertido incluso acusaciones de “montaje” sin haber pisado nunca la zona.

Tanto en la Pirámide de la Luna como en la del Sol se puede observar un pavimento (o enlosado) real y artificial en determinados puntos. Sin embargo, no hay ninguna continuidad en estos recubrimientos, cosa que se podría esperar de una estructura tan grande como una pirámide

Según algunos expertos, Osmanagic está descubriendo en la zona algunos restos arqueológicos de antiguas culturas y de Edad Media (de hecho, en la cima de la Pirámide del Sol se pueden visitar los restos de una antigua fortaleza medieval), pero no hay nada realmente “antediluviano”. Muy posiblemente, casi todos los restos, signos y artefactos identificados en Visoko podrían pertenecer a cultura neolítica Vinca, que surgió en los Balcanes entre el 5.000 y el 4.000 a. C.
Así pues, al final de su artículo, Mesa ofrecía una nueva lectura de los vestigios hallados en la colina de Visočica:
“¿Y si en lugar de pirámides estuviéramos encontrado túmulos o restos de construcciones artificiales que, con el paso de los siglos, la erosión, las lluvias y glaciaciones, se hubieran desplazado montaña abajo? ¿Y si estas construcciones hubieran estado en la cima? Tal vez, debido a ello, no había uniformidad alguna, y sí era posible localizar estos restos desperdigados de forma arbitraria.”

En definitiva, esta opinión no difiere demasiado de las voces académicas que afirman que no hay pirámides por ningún sitio pero sí ciertos restos que están siendo mal excavados y mal interpretados, lo que supone un importante daño al auténtico patrimonio arqueológico de Bosnia.

Problemas con la “ciencia” de Osmanagic

Ya hemos visto en resumen lo que el equipo de Osmanagic ha aportado durante estos años, y no se puede negar que se han ido acumulando datos obtenidos mediante métodos y tecnologías del ámbito de la ciencia. Sin embargo, una cosa es excavar el terreno y realizar pruebas científicas –ya sean muchas o pocas– y otra cosa es tergiversar su contenido o finalidad para tratar de demostrar con ellas las tesis planteadas. Este es precisamente el núcleo de toda la oposición al proyecto de la Fundación: bajo un aparente enfoque científico, no habría en realidad nada de ciencia sino un burdo montaje preparado para respaldar unas tesis que de ningún modo se aguantarían aplicando el método científico convencional.

Así, varios profesionales académicos han escrito sobre la pseudoarqueología que se practica en Visoko, con el propósito de dejar en evidencia la absoluta falta de profesionalidad y espíritu científico de Osmanagic. De entre todas las aportaciones críticas cabe destacar particularmente la labor de la geomorfóloga francesa Irna Lautre, cuya página web (http://irna.lautre.net) está casi completamente dedicada a desmontar el mito de las pirámides a partir de una enorme recopilación y evaluación de la información disponible desde 2005 hasta la actualidad. Para no extendernos en demasía, expondré seguidamente los puntos principales y remito a los lectores interesados a que consulten dicha web, que contiene una gran diversidad de documentos muy significativos (en francés, inglés y bosnio).
El dudoso apoyo de personalidades científicas destacadas

Logotipo de la Fundación de las pirámides de Bosnia

Como ya hemos expuesto, Osmanagic ha tratado de involucrar a expertos de varias especialidades para dar una pátina científica a su proyecto, pero su lista de colaboradores académicos no sólo es muy corta, sino que además está manipulada. Así, Lautre afirma que en su momento mencionó o implicó a varias personas (que supuestamente formaban parte del proyecto o respaldaban sus tesis) cuando en realidad estas personas apenas habían tenido contacto con Osmanagic o bien no tenían unas credenciales definidas, por no hablar de otras que incluso no han podido ser identificadas satisfactoriamente. De hecho, desde 2006 varios nombres han ido apareciendo y cayendo de la web oficial de la Fundación por motivos oscuros. Además, como ya se ha mencionado, aunque algunas personalidades científicas (Davidovits, Swelim) se han alejado claramente de Osmanagic, éste continúa citando su “apoyo”, cuando sus primeras impresiones parecían favorecerlo.
Continuará en el próximo número

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