Dónde estamos parados

Cuando empezamos con esto de los PC, había que seguir un curso para domesticar a la máquina, era el D.O.S. y los que nos daban los cursos nos decían bien clarito “miren que si a la computadora le dan basura ella dará basura”.

En otros términos es como si yo pretendo que una fotografía me deje apuesto y hermoso.

No señor la fotografía copia más o menos la realidad pero no hace milagros.

Con los primeros PC, que eran mucho más caros que ahora, (1.500 dólares), con una capacidad de disco duro bajísima, la base de lo nuestro estaba en el word y el lotus.
Las planillas lotus tenían una potencia brutal.

Habían transformado aquella computadora, que no cabía en un galpón, en un electrodoméstico más, del tamaño aproximado a una caja de zapatos.

Con el tiempo le fueron agregando internet, los mails, los chateos, los scanners, la fotografía digital, el teléfono para hablar internacionalmente jopeándonos a Antel y la del otro país, la bendita camarita y el micrófono con sus auriculares y un montón de cosas más que escapan a nuestra memoria inmediata, pero que con seguridad la tenemos.

Podemos también tenerla y no saber para que sirve, pero estar está.

Cargué un programa y me di cuenta que se me estaban llenando los discos duros (dos) de mi PC fui y por U$S 70.- compré para agregar otro disco duro de 1.000 Giga.

Un disparate de capacidad, pero uno de menos capacidad costaba un poco más y nosotros en lo nuestro necesitamos guardar mucha información.

En realidad no se inventaron gran cantidad de cosas, sino que le fueron agregando inventos, ya existentes, adaptados al sistema digital, con ganancia en calidad, velocidad, etc. etc.

Tengo a mi disposición la prensa mundial en la pantalla con noticias fresquitas y algunas con minutos en el aire, como bien se encargan las agencias de hacérnoslo notar.

El correo ya existía, el telégrafo también y la teletipo y que se hicieron esos inventos cuando los ahogó el fax, el mail.

Murieron por falta de uso o vejez como le pasa a los PC con un par de años de uso o al día siguiente de haberlos comprado porque salió uno nuevo que tiene tal y cual cosa.

Hace tiempo ya que le dieron la partida de defunción al código morse.

El otro día estaba en el porche del fondo, el lugar más tranquilo y miraba como una paloma de monte, de esas bien grandes, que la cruzan con la paloma mensajera por su tamaño y resistencia.

Mientras ella a mi salud y de mi propio peculio satisfacía sus necesidades alimenticias en el merendero de mi perro.

Este como buen burgués le ladraba echado en el piso, levantando a gatas la cabeza, todo ello sin dignarse de levantar su canina naturaleza.

A la pastilla número treinta y siete que se manducaba la paloma, consideré que era del caso que procediera yo, que soy el que paga las pastillas y el beneficiario, el perro, ni se molestó, aunque la paloma tampoco, porque la logré espantar cuando estaba a un metro de ella.

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  No abandones a Ucrania cuando más te necesita
  Occidente apoya con armas y soldados para defender el territorio
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  Amigos y enemigos, reales o por intereses
  Que hay de los afecto recíproco en la amistad, de la lealtad, sinceridad, compromiso y la disposición incondicional
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  El bochón siempre gana
  Hay quienes sostienen que para ganar solo hay que hacer las cosas bien.

No sé como hizo para despegar, porque la estiba de pastillas perrunas en el buche era pesada y pico.
Dejando volar la imaginación, me vino aquel mensaje y no tan mensaje, sino premonición de Einstein, que decía que el hombre empezó pelando con la porra (por cualquier malentendido, me estoy refiriendo a un palo con una piedra atada en la punta con tientos) que después fue perfeccionándose en armas, con la aparición del uso de los distintos metales en la espada, el hacha, el cañón con la pólvora.

La primera guerra mundial fue llamada la guerra de las trincheras, porque era trinchera, rifle y bayoneta.

La segunda guerra mundial fue la atómica, por la forma en que terminó.
Que sabio el viejo cuando dijo que la tercera guerra mundial iba a ser de la porra nuevamente.

Con las centrales nucleares de Fukushima, que por propia decisión de Japón fue equiparada a nivel de alerta nuclear de la planta con Chernobyl, cosa que sacudió los mercados del mundo, cosa que sabemos cuando empezó, pero no como ni cuando va a terminar.

El precio del petróleo sube y baja en la medida en que suben o bajan las alarmas de estas centrales, porque si logran pararlas todo va a ser en el futuro por largo tiempo en base a combustibles fósiles (petróleo y carbón).

Capaz que le firmaron la partida de defunción al código morse por adelantado y esta paloma golosa, nos permitirá con un rollito en la pata, esquivando a los halcones, que vendrían a ser los hackers de la vida real y no los piratas de la información cibernética.
Chernobyl no tenemos la más pálida idea de cuantos soviéticos se llevó, (hoy ucranianos), ni los que terminará llevándose.

Esta o estas centrales japonesas, que sabemos bastante bien cuando empezaron, pero no sabemos, ni cuándo, ni dónde van a parar, bah… que no lo sepa yo no es grave, lo grave es que no lo sepan ni ellos, ni otros que están en el tema.
Esa agüita refrigerante que sale contaminada por las radiaciones a donde irá a parar y qué contaminará.

Nosotros seguimos comprando pangasius, esa especie de bagre de agua dulce vietnamita y otro pescado que llaman lenguado asiático-bastante genérico el nombre-, acá en un costado del estuario más grande del mundo, que se calculaba que con el placton que aportaba el Plata producía un millón de toneladas de merluza y el doble o el triple de calamares, por nombrar un par de especies, que cerca están a cuatro días de navegación y lejos a diez, el pescado o el molusco nos cuestan una fortuna, y da la casualidad que los coreanos vienen a pescar acá y nosotros compramos allá, para que den vuelta el planeta congelados.
Tengo muy claro que negocios son negocios y que los coreanos y los peruanos trabajan a un nivel infrahumano y el que hable de laudos o consejos de salarios, se puede caer por la borda, en cualquier “accidente de trabajo”, y las mismas especies pescadas en la misma zona nos cuestan una fortuna.

Me pregunto si no habrá llegado el momento de ponernos de acuerdo con Argentina y de paso frenar a los brasileños, que tienen todo el Atlántico para ellos y vienen a piratear pesca a la vista de la costa de La Coronilla, Rocha y explicarle de buenas maneras, a los kelpers que o paran de conceder permisos de pesca a todos “los juanes sin agua” para que pesquen en el Atlántico Sur o en su defecto van a tener que traerse hasta el agua de Inglaterra para el five o’clock tea.

Tenemos que hacer las cosas bien, no sea que nos vendan nuestros hermanos brasileños y chilenos abasteciéndolos desde Punta Arenas o de Rio Grande.

El Uruguay, según libros de 1960, estaba en condiciones de alimentar a una población de 14:000.000 de habitantes, hoy con la nueva tecnología, creo que dicha cantidad, sin tener ningún elemento de juicio para estimarlo, pero al tanteo, por lo menos, se ha triplicado.

Hace 50 años una vaca costaba lo mismo que una hectárea de campo bruto.

Hoy los valores de intercambio han cambiado en forma muy importante.

Se han manejado valores de 10.000 dólares la hectárea agrícola sojera y mil dólares una vaca.

Antes de carnear un capón o una oveja de consumo, el patrón la piensa bien y cuando trabajaba en campaña, por los años 80 me venía todas las semanas, con un par de corderos en la valija del auto, porque así hacían espacio en el campo y valían más los pelegos que cuereaban que el animal en pie.
Tratamos de acompañar la evolución en las ciencias, en el trabajo, estar al día en la información.

Que alguien nos diga dónde estamos parados, somos los mismos López de antes, pero en corral ajeno, no le parece.